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- Escrito por Maira Herrero
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Leer literatura en castellano tan sorprendente a estas alturas de la vida me llena de satisfacción. Chirbes ha dedicado su vida a este oficio, pero yo por ignorancia supina le acabo de encontrar en esta novela llena de hondura. Su obra es extensa, ha escrito varios ensayos, nueve novelas y tiene el reconocimiento de crítica y público desde hace más de dos décadas.
El auténtico protagonista de la narración es la vida misma contada entre monólogos y reflexiones interiores por unos personajes desesperanzados, frustrados, e impotentes ante la realidad de un país, que es el nuestro. La acción transcurre en escasos diez días pero lo que cuenta es la fantasía vivida por una España que creímos llena de posibilidades infinitas. Chirbes describe a los perdedores que nunca tuvieron opción al pastel imaginario y a los que estallaron por comer demasiado.
La dureza y hondura del libro posiblemente resida en esa sensación de entrar en un túnel que no tiene escapatoria. No sé qué hubiera pensado Camus si esta novela hubiera caído en sus manos. ¿Es tan real el nihilismo que desprende Chirbes como nuestra realidad actual?. Remover y revolver al ser humano hasta dejarlo vacío, desnudo frente a un espejo que le devuelve un reflejo despiadado, sórdido y descarnado de nuestra condición humana. Quizá busque el camino para que dejemos de engañarnos sobre nuestros límites.
Recomendar su lectura me parece muy arriesgado a pesar de la grandeza del lenguaje que utiliza, y de los oasis que de vez en cuando muestra al lector para que recupere aliento en el camino tortuoso de un pensamiento sin tapujos.
A Rafael Chirbes hay que leerle con la distancia necesaria para que su prosa no te hunda en el mismo fango en el que se hunden sus personajes. Demasiado descarnada y demasiado real para dejarnos indiferentes. Hay que leer a este valenciano que no deja respiro a la condición humana y al que le preceden una obra marcada por la desesperanza.
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- Escrito por Alejandra de Argos
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"Density" es el nombre de la nueva e impresionante exposición del artista chino Liu Wei (Beijing, 1972 ) en la galería White Cube de Londres. Hasta ahora, había seguido su trabajo en ferias, exhibiciones y museos, donde complejas construcciones arquitectónicas, emergían desde todos los puntos con materiales reciclados o algunas con piel de buey y cerdo que representaban ciudades enteras. Esta temática a la que recurre muy a menudo es producto de su pertenencia a una generación que ha crecido en un momento de gran expansión urbanística en China.
Esta ciudad realizada con piel de animales se realizo en la Galería Saatchi en 2005
El incremento de población y de zonas urbanizadas ponen nombre a esta exposición, "Densidad" y su consecuente impenetrabilidad. La cuestion de la individualidad en nuestro mundo tan global, es una cuestión siempre presente en su obra.
La planta de arriba estaba compuesta por obras en acero galvanizado que recordaban a segmentos de edificios. Todas ellas bautizadas con el nombre de Density y acompañados de un número. Su estética geométrica y mínimal les dotaba de una fría belleza. Me gustaron, pero todavía mucho más lo que me esperaba en la planta baja.
Allí formas geométricas monumentales se esparcían por el espacio evocando una composición urbana contemporánea. Al interactuar entre las formas geométricas se observaban los inmensos cuadros monocromáticos de las paredes desde diferentes ángulos que componían una nueva visión.
Galería White Cube , 25-26 Mason's Yard, Londres
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- Escrito por Alejandra de Argos
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Era mi primer contacto con la obra de este artista. Las obras de Zhang Eli, de gran formato ( la mayoría rondan los 2x3m aprox.) reciben al visitante con fuerza. Quería saber más sobre este artista de Jilin, China, nacido en 1965 y más desconocido que otros artistas de su generación.
Hauser & Wirth lo presentan como el "defensor de los espacios y objetos olvidados", representados en melancólicos retratos de objetos y lugares del día a día, que surgen de su propia imaginación.
Con una brocha suave y suelta nos lleva a su mundo de objetos cotidianos como cuerdas, mangueras o bolas, en relación con los aspectos de la vida contemporánea. Las pinturas tenían en común una cuadrícula de fondo, que evoca un intento de organizar el caos de la vida contemporánea.
Sus espacios vacíos invitan al observador a dejarse llevar por la imaginación y crear su propia narración. Cuanto más tiempo pasaba en la galería, más me iba gustando su obra...
Galeria Hauser & Wirth. 23 Savile Row, London. Hasta el 1 de Marzo 2014.
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- Escrito por Marina Valcárcel
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Paula, con sus ojos cerrados, su trenza baja, deshecha y sus proporciones de tronco solo podía salir del corazón de un tilo... Parece no pertenecer a ningún tiempo en la historia, ni a una tierra de origen: podría ser del Mediterráneo, lo mismo que ser hermana de las figuras hechas por las tribus polinesias.
Esta escultura del artista Jaume Plensa (Barcelona, 1955) nos ha llamado poderosamente la atención en la 33 edición de ARCO que acaba de clausurarse y que nació envuelta en la guerra de las cifras. El último informe publicado por Artprice constata que las ventas en nuestro país se han desplomado más de un 60%. Además, el Gobierno decidió adelantar la rebaja del IVA artístico antes de que se celebrase ARCO para insuflarle aire y evitar que se ahogue.
En medio de toda esa polémica encontramos a Paula, aparentemente dormida y extrañamente sola y distante en stand de la Galería Lelong. Nos pareció un imán de paz, de introspección, de espiritualidad y sobre todo de autenticidad en medio de un mar de ruido, mercado, fluctuaciones, cámaras y, a veces, cierta vacuidad.
Paula es una de las representaciones de niñas de Plensa basadas en modelos reales. Tiene unos nueve años y los ojos ampliamente cerrados en señal de una energía interior que está, de alguna, manera iluminándonos. Parece que piensa en el pasado y también en el futuro. Es intemporal. Y, por tanto, genera una sensación de fragilidad mezclada con toneladas de potencia que nos hacen viajar a un mundo interior.
De rasgos más bien latinos, Paula, también recuerda a una niña oriental, es, al final, la concreción de la figura humana en las razas pero sobre todo en la belleza: El tótem. Y nos transporta de inmediato a las figuras de los Moais aquellas imponentes estatuas que debían situarse con sus rostros hacia el interior de la Isla de Pascua y que tras encajarles unos ojos de coral o roca volcánica roja se convertían en la representación de un ancestro.
Para Plensa el cuerpo humano es el eje central de su obra, quizás, porque el cuerpo y sobre todo la cabeza, la cara, son los contenedores del cerebro y, también del alma. "No hay que confundir el cerebro con lo cerebral. El cerebro es el lugar más salvaje de nuestro cuerpo. Dejémoslo actuar", dice el artista.
Sus caras se alargan en búsqueda de la espiritualidad y, por lo tanto, la regresión a El Greco es inmediata. Son "como la llama que nace de la tierra" dice Plensa como sí nos hablara también el pintor de finales del Renacimiento toledano.
Paula es una obra tremendamente bella y precisa. Rotundamente poética. Hay mucho de austeridad y concreción en Plensa “Busco la austeridad en el mensaje. Has de hacer una botella tan pura como puedas para que proteja el mensaje en el viaje, pero sin perder de vista que lo importante es el mensaje que contiene”.
En esta búsqueda de la austeridad, o lo que nos parece más bien, un afán de pureza, Plensa trabaja con materiales que, en seguida, relacionamos con la la luz, con lo blanco, casi con el silencio y la calma. El alabastro, el mármol, el hierro fundido pintado de blanco al que incorpora luz.
Paula, sin embargo, está hecha de un material muy poco habitual en su producción: la madera, más caliente y orgánica. Y escoge el tilo.
La madera de tilo tiene un color muy claro, reposado, un amarillo pálido, que nos hace pensar en ese árbol de gran porte y hojas de poder calmante. Recorrimos con la mano sus nudos y la superficie extraordinariamente lisa y fina de ese corazón de un tilo centenario. Y pensamos de nuevo en esa reflexión de Plensa: "... Soy mediterráneo y tengo los ojos en los dedos, necesito tocar y he intentado integrar conceptos intangibles como luz, poesía, sonido, mundo interior, en algo palpable, físico, que puedas acariciar. Me gusta la interacción con mi obra. Hay en mi trabajo la voluntad de dirigir la obra al ser humano".
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- Escrito por Calíope Garmendia
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No todos los días se hace un descubrimiento como este. Hace poco pesqué a un outsider ignoto para la mayor parte del mercado pero con una creciente influencia en los círculos más profundos del arte nacional. Di con él por pura casualidad, pero esa es otra historia. Su nombre es Íñigo Navarro.
Os transcribo la conversación. Personalmente pienso que no tiene desperdicio.
-¿puedo pasar?-Dije tímidamente desde una de las puntas del estudio
-¡Un momento que me vista!-“oh dios mío ¿Vestirse?” Navarro apareció al par de minutos con una bata de leopardo y la cara epatada
-Por la virgen santísima, eres guapísima ¿Eres una diosa?-Antes de contestar agarré el spray mostaza que siempre llevo en la chaqueta, parecía inofensivo pero con los artistas nunca se sabe.
-Bueno, soy Calíope, Calíope Garmendia.
-¿Y qué has venido a hacer aquí Calíope Garmendia?
-Siento curiosidad por ti, por tú trabajo ¿Qué hacías desnudo?
-Exploraba mi cuerpo
-Bueno… dejemos ese tema…
-Oh no, no, no es lo que crees… Tengo un amigo performer… ¿Cómo te lo explicaría yo…? Este amigo mío se desnuda en lugares poco apropiados, como podría ser el baño de caballeros de un bar, siempre hay alguien que termina tomándoselo mal y le agrede. El luego va al estudio y fotografía sus heridas. Las seria en cinco y las envía a su galería de Colonia que le devuelve un capital. Este amigo sostiene que el artista solo reside en el cuerpo del artista y que el conocimiento del propio cuerpo es imprescindible. Yo tengo un gran interés en la vigencia conceptual de mis piezas de ahí que analice cuidadosamente todos los factores.
-Ese amigo tuyo parece interesante, quizás podría entrevistarle.
-Por supuesto, cuando salga de la UCI, le pondré en contacto contigo.
-¿Eh?..., déjalo, vayamos al grano, hablemos de ti, veo que tienes el estudio lleno de obra. Algunas de las piezas son enormes ¿Cuánto mide este?
-tres metros de largo. Pero me parece que se me queda un poco pequeño. Estoy preparando una gran acción en Ávila, con más de cien modelos, y quiero que los que estén en primer plano aparezcan a tamaño natural. Eso significa que el siguiente cuadro debe medir cuatro metros por ocho.
-La gente va disfrazada
-Es una ceremonia. Una interpretación de la exótica barbarie que nos rodea ¿te apetece salir en el próximo cuadro?
-Por ahora no, gracias ¿Te podrías extender algo más en esas disquisiciones antropológicas que acabas de mencionar?
-Por supuesto, lo que quiero decir es que aun celebramos mortalmente los encierros pamplonicas, subimos a los enxanetas a lo alto de un Castell sin pudor a la caída al abismo, los ateos pasean a la Macarena entre lágrimas, andamos descalzos sobre brasas ardientes o los padres compran petardos a sus hijos para celebrar los masclets, entre otras muchas peculiaridades.
-España ha cambiado mucho
-Es verdad que hemos cambiado y ahora somos otras muchas cosas, pero esas muchas otras cosas, que en general son idénticas a las del resto de la humanidad no reclaman mi interés. Ni creo que tengan demasiado interés para el arte. La globalización en el arte no deja de ser eso, una uniformidad de conceptos terriblemente dañina para la creatividad.
-¿Esa es la razón por la que pintas?
-Pues sí. La escuela de pintura española es legendaria. Si algo nos ha enseñado la tautología frenética que es el debate del arte hoy en día, es que no hay una técnica en concreto que supere a las demás. Al escoger la pintura elimino todos los factores brillantes o efectistas que los nuevos medios pudieran tener y de este modo ir a la esencia de la idea que quiero transmitir. Y paradójicamente, alejarme de la tendencia institucional, la academia contemporánea.
-¿Cuál es esa idea?
-La fatalidad. Hagamos lo que hagamos nos espera la muerte, me llama la atención todo lo que llegamos a hacer para pasar el rato hasta que nos llega la hora. El hecho de hacer algo tan antiguo como pintar se puede considerar un super chiste o la cosa más importante, es muy ambiguo. Yo no le tengo miedo a la muerte, qué conste.
-¿Ah no?
-Claro que no, estoy convencido de que la muerte no es el final. Además te lo puedo demostrar matemáticamente ¿quieres que te lo demuestre?
-¡No, por favor! Eso de que “la muerte no es final” ¿no se contradice con tu idea de la fatalidad?
-Bueno…, no. Estoy generalizando. Nuestra época, en occidente claro, es la mejor que se ha vivido en toda la historia, sin embargo creo que hay síntomas de decadencia. El materialismo es el nuevo dios y eso tiene sus peligros. El mayor miedo standard en la población es el de la muerte. Esto es algo inédito en la historia de la humanidad y tiene consecuencias más graves sobre nuestra vida cotidiana de lo que parece y sobre el arte más
-¿Entonces para hacer algo genial hay que creer en Dios?
-No, por supuesto que no, pero ayuda. Uno no puede hacer algo excepcional como quien se toma un yogurt. Son necesarias una inmensidad de horas de trabajo sin la certeza de ser recompensado con una obra genial. Para superar esa fase sin caer en tentaciones materialistas ayuda tener Fe. La que sea, da igual ¿Te apetece un café?
-No, muchas gracias
-Yo me voy a poner uno si no te importa
-¿hay a muchos artistas que les cuesta hablar de su obra pero a ti no parece importarte?
-Al revés, hablar de lo que hago me encanta. Paso horas al teléfono, como una adolescente en efervescencia, hablando de arte con los colegas de profesión. Otra cosa es que te explique exactamente lo que hago. Eso no lo puedo explicar salvo exponiéndolo. Las cosas que hago están hechas para exhibirse, es donde alcanzan su apogeo comunicativo. Fíjate, me pasó en una exposición, en Scope London, que un señor de Bristol se emocionó tanto con una de mis fotos, que no pudo evitarlo y relajó los esfínteres.
-Oh Dios mío
-Se tiró un pedo de tal calibre que, abochornado, terminó comprándome dos fotos.
-¡Qué asco!
-Pobre hombre, jamás me he sentido tan honrado por la reacción de alguien ante una de mis obras.
-¿Cuáles son tus referencias?
Konrad, Kennedy Toole, Sharpe, Amélie Nothom en cuanto a escritores. Artistas rescato a dos, de entre los mucho que me gustan, Velázquez, no sólo por su capacidad técnica evidente, sino por su conocimiento del mundo y su sensibilidad. El otro es Antonio López, por lo que hizo por mí en sus talleres, es un auténtico artista de los pies a la cabeza, lleno de fuerza y de amor por la pintura. Pero si tengo que nombrar un alma gemela artística diría que es Berlanga, el difunto director de cine, Dios lo tenga en su gloria.
-¡Un director de cine!
-Berlanga era un maestro a la hora de contar cosas y no restar el supuesto misterio implícito en una obra de arte. Ese es mi leit motiv, comunicarme y ser comprendido sin que desaparezca la magia.
-¿Y en qué estás ahora? ¿Qué vas a hacer con toda esta obra por aquí acumulada?
-Esto que ves son cuatro años de estudio. En esos cuatro años he intentado por un lado descifrar que es lo mejor que hay dentro de mí y entender cómo se debe expresar. Es un proyecto muy ambicioso y complejo, donde aspiro a la eternidad.
-No tienes abuela
-La verdad es que sí, y confirmará mis palabras, no te quepa duda.
-Ha sido un placer
-De eso nada, el placer es mío, no es nada fácil que te visite una de las nueve musas y desde la lejana ciudad de Argos.
Actualizado el 10 de Julio de 2014: Iñigo Navarro gana la XI bienal de Albacete con un jurado excepcional, entre otros Antonio y julio López y Guillermo Solana.
Para saber más sobre este genial artista http://www.inigonavarro.es
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- Escrito por Dr. Diego Sánchez Meca
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A propósito del estreno teatral en Madrid de "El nombre de la rosa"
Los chistes, los juegos de palabras ingeniosos, la ironía, el buen humor han sido siempre y son un componente equilibrador y relajante esencial en las relaciones humanas. Las diversas formas de espectáculos cómicos o las bromas que salpican nuestra conversación en los ratos de distensión, cumplen la función de provocar en nosotros la risa, que tiene un verdadero poder relajante y terapéutico de nuestras preocupaciones, angustias y problemas de cada día.
Se podría decir, que en todas estas situaciones la inteligencia juega para suscitar la risa y el placer, y de este modo crear una especie de oasis en medio del desierto de nuestra vida seria. O dicho en otras palabras: el ingenio, la ironía, el chiste, lo cómico, etc. son modos de tomarse lo serio como un juego o también de tomarse determinados juegos como algo serio.
Porque la risa es lo contrario de lo triste y de lo rígido. El reir es despreocupado, ligero, surge de la fuerza que da el disfrute y el bienestar. Y es el deseo de aumentar e intensificar la risa lo que incita y estimula el ingenio, la ironía y la parodia, que no son esencialmente otra cosa que formas inteligentes de la crítica. De manera que cuando más gozosa y más divertida es la risa es cuando la crítica irónica o paródica o cómica contra personas, sucesos, decisiones, instituciones, etc. muestran la faceta ridícula de lo más grave y la estupidez de lo más serio. Por eso la risa tiene tan inmenso poder disolvente y destructivo, y representa el arma más eficaz contra el temor a la autoridad, el respeto a la verdad, la obediencia a la ley o la veneración de lo sagrado.
¡Qué misterio y qué enigma, pues, que la risa sea lo más peligroso que existe cuando se dirige contra el orden establecido! Y esto tanto en la política como en la ciencia como en la religión o en la moral o como en las relaciones sociales. Porque derrumba las pretensiones de absolutos y de sagrados con que se nos presentan las leyes, las costumbres, las verdades, los principios, las creencias o los usos. La burla los descompone. Deshace aquello a lo que se dirige al mostrar el lado ridículo que siempre oculta lo sublime y lo grande, pues todo lo grande tiene siempre un lado por el que se acerca extrañamente a lo pequeño. Decía Maquiavelo: “Se mata mejor con la risa que con la cólera”.
Se comprende, entonces, por qué ningún totalitarismo soporta la risa y la diversión. La estrategia de la dominación política es siempre la estrategia del miedo, y el humor es el mejor arma para disolver este miedo. Esta es, seguramente, la reflexión que suscita lo que dice Jorge de Burgos -el monje ciego de la obra de Umberto Eco, El nombre de la rosa-, para justificar el asesinato de todos los que habían leído el segundo libro de la Poética de Aristóteles, perdido desde la Antigüedad y encontrado por azar en la biblioteca de su viejo monasterio. Se trataba de un libro sumamente peligroso, porque su tema, desarrollado nada menos que por el filósofo más grande y sabio hasta entonces conocido, era justamente la comedia y la risa:
“Cuando ríe el aldeano se siente amo, porque ha invertido las relaciones de dominación. La risa acaba con su miedo, con el miedo cuyo verdadero nombre es temor de Dios. Hay, pues, que destruir ese libro que presenta la comedia como una medicina y una liberación, porque induce a socavar el orden que sólo se mantiene con el miedo”.
Lo dogmático, lo indiscutible, lo absoluto, lo irreplicable, aquello que pesa sobre nosotros y dirige inexorablemente nuestras vidas: sólo cuando la ironía y la risa nos muestran su lado ridículo dejan de aprisionarnos con sus cadenas. Pero por eso se paga habitualmente un alto precio... Todavía hoy puede uno ser perseguido, o incluso morir, si es irreverente y bromea con Mahoma. Y es que sigue sin estarnos permitido bromear con lo que para algunos sigue siendo lo sagrado, lo perfecto y lo serio.
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- Escrito por Marina Valcárcel
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Vi tus ojos clavándose en mi respuesta. "SI". Salió de una parte oscura e insospechada de dentro de mi.
Recordé exactamente esa sensación y la necesidad de respirar aire puro. De sudar y sentir la velocidad, un pulso extremo. Apreté las piernas sobre el sudor grisáceo y espeso de la capa blanca del caballo. "Imperioso", recordé. Palpé, a través de las riendas y mis manos, el hierro del bocado envuelto en espuma, oí su ruido, su sufrimiento y aún así, clavé las espuelas exigiendo la furia.
Levanté los ojos de mis guantes para mirar al frente y tragarme todo lo que cabía en aquella tarde tan fría y, en seguida, vi el brazo de esa encina convertido en una lanza. Supongo que me derribó como en aquellas afrentas de caballeros medievales, de escudos, princesas y ballestas.
Abrí los ojos, comprobé el ángulo en el que me encontraba, la horizontal. Mi ojo derecho, más aplastado, intuía a su distancia inmediata, una masa de tomillo leñoso y un hormiguero; el ojo derecho, más capaz de calcular la lejanía, informaba de un camino estrecho casi a la distancia de mi mano, la superficie de un charco de lluvia reciente y un bosque espeso del otro lado. La mirada sólo abarcaba hasta la mitad de las copas. Me concentré en sentir algo más, alguna respuesta de mi cuerpo. Sentí el dolor intenso en el brazo aplastado por mis costillas y, mi mano fría. No sentí nada más. Salvó la temperatura muy caliente de mi pecho hasta la cabeza y la sensación de un peso imposible. También mi mejilla aplastada contra una piedra, notaba su relieve, sus oquedades y su frío adaptado a mi piel. Respiré, muy superficialmente un olor a humedad y a musgo. Entonces noté como una hormiga empezaba a trepar por mi frente, tan simple y absolutamente poderosa sobre mi inmobilismo. Me acordé de las tardes leyendo Gulliver a las niñas. E intenté gritar tu nombre, pedir auxilio, pero una bola de sangre me lleno la boca y pareció inundar mi nariz. Entonces fui consciente de la muerte. Quise cerrarme más aún dentro de mi, adoptar forma de concha, no tuve miedo, busqué la intimidad, me concentré en recuperar tu sonrisa, en ese SI y en la ilusión de toda una vida nueva por delante. Y me limité a notar el dolor. La presión casi roja en los ojos.
El tiempo perdió su medida. Y se volvió todo oscuro.
Sin saber a qué mundo pertenecía, acabé notando una mano áspera que me abría un ojo. Un aliento caliente a hombre sucio y a bar.
Oí, "Tié las pupilas dilatás y un hilo de sangre que sale por la nariz".