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- Escrito por Alejandra de Argos
Autor: Elena Cué
La Fundación Cartier para el arte contemporáneo celebra este año su 30 aniversario. Este centro de arte es un proyecto de mecenazgo pionero en Francia, gracias al entusiasmo y esfuerzo de su presidente y fundador, Alain Dominique Perrin.
La característica fundamental de la Fundación es haber conseguido abarcar todos los ámbitos creativos de nuestro tiempo, desde la fotografía, video arte, diseño, moda, pintura y escultura, música, arte popular, cine, cómic e incluso ciencias. Todo ello con una especial relación con todos los artistas que ya forman parte de esta gran familia. Se les ha apoyado, se les ha dado libertad para la realización de sus obras y exposiciones y su trabajo ha ido conformando poco a poco la colección de la Fundación. Ha comisionado más de 1200 piezas y organizado más de 150 exposiciones desde su creación.
Alain Dominique Perrin.
El protagonista de esta historia que comienza en 1984 en Jouy-en-Josas es Alain Dominique Perrin, CEO de Must Cartier desde 1976 hasta su fusión con Cartier Jewellers, cuando pasó a ser presidente de Cartier Internacional en 1981. En 1999 preside el grupo Richemont, el segundo grupo más grande de marcas de lujo, incluido Cartier. La Fundación se mudaría 10 años después al boulevard Raspail.
Todo surgió por la iniciativa de Alan Perrin de promover el arte contemporáneo, apoyar a los artistas y exhibir sus obras. En una época en que el mecenazgo empresarial no existía impulsó, con la ayuda del ministro de Cultura François Léotard que en 1987 se promulgara el nacimiento de la ley de mecenazgo en Francia. Así es como Cartier se convirtió en la primera empresa privada en Francia con este propósito.
Su especial amistad con el escultor francés César le llevó a crear la sede de la Fundación Cartier por el arte contemporáneo en el magnífico castillo de Montcel en Jouy-en-Josas, al oeste de París. Un lugar muy adecuado para grandes instalaciones y además se ponía a disposición de los artistas una residencia para que pudieran vivir y trabajar. El principal objetivo era promocionar a artistas reconocidos internacionalmente y contribuir a mostrar facetas desconocidas de ellos para el gran público y apoyar el trabajo de artistas jóvenes prometedores a través de exposiciones y encargos, que posteriormente muchas de sus obras, pasarían a formar parte de la colección de la Fundación. Diez años después se trasladó a la ciudad de París.
Aniversario de la Fundación Cartier para el arte contemporáneo.
El día 8 de Mayo, en el número 261 del boulevard Raspail, edificio de vidrio diseñado por el arquitecto Jean Nouvel, se celebró el 30 Aniversario del compromiso adquirido por la casa francesa con el arte, con la exposición Vivid Memories. La mayoria de los artistas acudieron a la celebración en un ambiente muy afable donde se podía ver una representación de las obras de estos artistas. Su presidente dio un gran discurso con mucho sentido del humor en presencia del Primer Ministro francés, Manuel Valls y el Ministro de cultura Jack Lang.
Mi admiración por el botánico Patrick Blanc y sus jardines verticales es compartida con Jean Nouvel quien me habló de su especial relación y colaboración con él. Su edificio liviano, con las paredes de vidrio transparentes hacen de este edificio algo vivo donde la ilusión hace que lo de dentro se integre con lo de fuera y viveversa. Las plantas tropicales de los jardines de Blanc no hacen sino potenciar ese efecto.
El espacio se convirtió en una multiplicidad cultural con gran diversidad de registros, eclecticismo, marca de la Fundación. El avión Kelvin 40 del diseñador australiano Marc Newson captaba toda la atención con una presencia poderosa, perdiendo todo utilitarismo y desechando todas las reglas del diseño. Este avión de 8 metros, dotado de una alta tecnología industrial es el resultado de hasta que punto la Fundación apoya la realización de los proyectos de sus artistas. La instalación In Ei del diseñador de ropa japonés, Issey Miyake, sorprendió y gustó. Con material reciclado y sus característicos pliegues creó para la ocasión estas delicadas lámparas que daban un toque oriental.
Cabe destacar la obra del artista de origen chino, Cai Guo-Qiang (sexo+explosivos=arte en Paris) que tuvo gran presencia en la planta baja con sus famosas pinturas realizadas con explosivos. Su trabajo se inspira en la medicina china, la filosofía milenaria y la tradición religiosa. Cai fue uno de los artistas que estuvo residiendo en Jouy-en-Josas en 1993. Mundialmente conocido por sus performance explosivas y la utilización de este material tanto en lienzo como en papel, sorprendía con una serie de cuadros realizados en su estancia en Francia con una técnica muy alejada de la actual.
Las esculturas hiperrealistas de Ron Mueck han batido records de visitas en las dos muestras que se han presentado en la Fundación. Estos personajes hablan de nosotros, de nuestros sentimientos, reflejan el ciclo vital sin pudor, transmiten fragilidad, preocupación, miedo, tristeza, son como pequeñas historias que establecen una intensa conexión con el espectador que se imbuye en sus propios sentimientos. La pieza In Bed expuesta en el sótano es otra de la obras que conforman la colección. La obra y la vida crean vivencias de un presente continuo.
También se podían contemplar obras de las artistas brasileñas Beatriz Milhazes o Adriana Varejão, del conocido director de cine americano David Lynch, abierto a cualquier tipo de enfoque artístico creativo. La proyección del mundo fantasmagórico de Mathew Barney con su video Cremaster 4 desconcertó y desagradó pero no dejó indiferente a nadie. Kinshasa: Proyect for the third Millenium del artista Bodys Isek Kingelez es, entre otras, una de las piezas de la colección que se podrán ver en La Fundación Cartier para el arte contemporáneo a lo largo de este año de celebración.
La exposición Vivid Memories permanecerá abierta durante cinco meses en continua transformación, presentando las obras más emblemáticas de la colección a lo largo de estos 30 años. Irá acompañada de conciertos y eventos. Sin duda una visita imprescindible si se viaja a la ciudad de París.
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- Escrito por Marina Valcárcel
¿Y si acerco la silla vacía de la mesa de al lado? Sí, así. Las piernas en alto y los pies cómodos, libres. Un pie saca al otro del encierro de su sandalia que cae libremente sobre un adoquín, un sampietrini. La falda resbala a un lado y el sol entra por mis piernas. Cierro los ojos, detrás de mis gafas de sol. Dejo caer mi cuello hacia atrás, respiro. Largo. Estoy aquí, en Roma, sola, todavía con cinco días por delante... Me da igual que esa bocanada de aire, que aspiro sin poner límites, no resulte muy limpia. Llega con restos de humedad putrefacta de las orillas de Tíber y, también, con olor a tubo de escape de algún motorino en manos de un trasteverino de piel morena y ojos rasgados. Pero el aire llega al fondo. Muy al fondo de mis pulmones que se abren y se expanden en una sensación de felicidad sostenida, casi total, efimerísima y, por tanto, convertida en un tesoro.
Abro los ojos, remango aún más mi falda en un gesto de reto y descaro total. De dominio.
Todo empezó aquí. ¡Y he vuelto! A esta mesa de la esquina, con mi novela bajo el brazo. Al caffe en el que decidí intentar dedicar mi vida a la escritura. Después, todo ha sido algo distinto, como un matrimonio secreto de bastantes años. Escribo en las mañanas, robando el tiempo a mi otra vida, cuando nadie me ve, en silencio, generalmente encerrada, contra una ventana. Es como la pequeña pila de libros junto a mi mesa de escribir. Pasa desapercibida para todos, salvo para mi. Es mi ilusión. Y ahora he vuelto a Roma, sola, en un claro homenaje a mi misma.
Aplasto mi pequeño tenedor contra la tarta, entra suave, rompiendo las manzanas caramelizadas y descuartiza en mil pedazos su base descomponiendo todo el orden del plato y pulverizando de proyectiles tostados la blancura de la pequeña montaña de nata espesa. Lleno mi boca de un sabor dulce y ácido que me entusiasma; tiene un resto de canela. Vuelvo a respirar, pienso de nuevo en los sabores, miro a mi alrededor: esta extraña belleza de una esquina romana. La analizo. Las paredes que me rodean color Siena, desconchadas y engullidas por una hiedra diminuta que se ha hecho fuerte e independiente de su pared y ha emprendido su conquista sobre las lonas de las sombrillas que protegen las mesas del caffe formando enormes paraguas vegetales. Nada es categóricamente bonito aquí. Me reafirmo, o me pregunto, mientras sigo desentrañando los secretos de su gancho: los Fiat aparcados en batería en la acera de enfrente, los jóvenes romanos que se apoyan relajadamente contra ellos de conversación, con sus camisas blancas al aire, libres del orden de un cinturón. La Vespa azul que pasa y el gato espabilado, y más urbano que la moto, que salta casi bajo su rueda. Todo tiene una gracia distinta y espontánea. La música del dialecto romanaccio tan cantarín, tan alegre; el puesto de tomates, calabacines, girasoles y botes de agua mineral partidos por la mitad y transformados en jarrones de mazos de albahaca; todo tan apretado, su olor, su color.
Y un poco más adelante sereno e impertérrito, el atrio barroco y blanquísimo de Santa María della Pace, así, dejado a la improvisación de un escenario cualquiera y cotidiano.
Trago, acompaño mi trozo de tarta y mi divagación sensorial con un nuevo y amplio sorbo de capuccino, vuelvo a notar la canela y la espuma que disfraza mis labios. Sigo observando. Ahora toca la señora elegante que se ha sentado en la mesita de al lado, dentro de poco empezaré a inventar una vida entorno a ella. Miro mi ejemplar de "Helena", de Evelyn Waugh, dado la vuelta sobre la mesa y, mi lápiz. Tengo toda la tarde por delante. Para mi. Vuelvo a dejar que el capuccino resbale por mi garganta. Lo hace despacio y a pequeños empujones. Como las hojas de los plátanos que navegan por el cauce del Tíber. Entre los puentes.
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- Escrito por Alejandra de Argos
Constantin Brancusi (Rumania 1876-1957) llegó a París en 1904 donde realizó la mayor parte de su trabajo en dos estudios cerca de Montparnasse. En 1956 cedió el estudio y su contenido al Estado Francés, con la condición de que se mantuviera como lo dejara a su muerte.
Atelier Brancusi. Foto: Alejandra de Argos. | Atelier Brancusi. Foto: Alejandra de Argos. |
El arquitecto italiano Renzo Piano ha sido el encargado de crear el espacio para contener y reconstruir el estudio, tratando de llevar a cabo el espíritu del Atelier y el deseo del artista. Para Brancusi, era esencial la precisión en la colocación de sus esculturas con el espacio alrededor de ellas. Eso se puede apreciar en la visita, ya que todo encaja a la perfección, como una unidad. En 1920, el estudio se convierte para Brancusi en el mejor modo para hacer entender el significado de su obra.
Atelier Brancusi. Foto: Alejandra de Argos. |
La colocación de una obra de arte en el espacio adecuado es fundamental para su comprensión y aquí lo que se percibe, es que estéticamente todo funcionaba con una precisión y armonía excelente. Para entender hasta que punto esto era primordial para Brancusi, si vendía una pieza, la reemplazaba por otra de escayola para que no desapareciera el equilibrio que había creado entre ellas y el todo.
“Constantin Brancusi and Richard Serra” at the Fondation Beyeler,
© 2011, ProLitteris, Zurich. Photo: © 2011, Tom Fecht
Recuerdo la exposición que se llevó a cabo en Basilea, fue en la Fundación Beyeler (2011). Allí las esculturas de Richard Serra convivían con las de Brancusi en un mismo dialogo; buscar la esencialidad en las formas, hasta alcanzar una simplicidad, interpretada por Serra como base del minimalismo. Serra estuvo visitando su estudio en Paris en los últimos años de vida del artista y se impregnó de sus principios fundamentales, como era la importancia del equilibrio entre el volumen y el espacio.
Atelier Brancusi. Foto: Alejandra de Argos. |
El estudio también incluía fotografías, algunas en unos marcos de madera probablemente también hechas por Brancusi. La fotografía (1700 aprox.) cobró mucha importancia para Constantine Brancusi que comenzó utilizándola como documentación de sus obras y llegó a ser esencial coincidiendo con su relación con Man Ray. La colocación de la obra en el espacio con la luz adecuada creaban una nueva forma de percibir la obra.
La visita al Atelier es fundamental para captar los principios artísticos de una figura importantísima como pionero de la escultura moderna. En sus comienzos su obra se ve influenciada por Cézanne, el impresionismo o el trabajo escultórico de Rodin hasta que comienza a evolucionar hacia la abstracción y la simplicidad en las formas que recuerdan al arte primitivo africano y prehistórico.
Me despedí soñando con las cabezas ovales de Brancusi reposando dormidas en un equilibrio armonioso...
Atelier Brancusi. Foto: Alejandra de Argos. |
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- Escrito por Alejandra de Argos
El Garage Center for Contemporary Culture, es un centro no lucrativo inaugurado por la coleccionista Dasha Zhukova en el año 2008 y localizado en una antigua estación de autobuses.
Desde el pasado 1 de Mayo han cambiado su nombre y ubicación a The Garage Museum of Contemporary Art en el Gorky Park, con el objetivo de convertirse en una referencia en el mundo del arte contemporáneo. "Do it Moscow" es la primera exposición que se presenta en el Garage después de su traslado.
Para esta muestra, el museo se transforma en un espacio interactivo donde los artistas aportan el concepto y las instrucciones para llevarlo a cabo. Se ha contado con cientos de personas que viven y trabajan en la ciudad e interpretan las instrucciones que fueron creadas por 80 artistas de todas partes del mundo. Los visitantes también forman parte activa, tanto como espectadores como participantes. Y el personal de la exposición va explicando cada una de las instalaciones para que el observador se involucre en las que le interese. Resultó una experiencia muy enriquecedora y amena por la singularidad de cada una de ellas. Grupos de estudiantes llenaban el espacio.
Esta iniciativa comenzó en Enero de 2014 y están involucradas, además de Garage, otras instituciones y museos de la ciudad de Moscú así como estudiantes y artistas creando nuevas propuestas. El público aporta las miles de interpretaciones con su participación en cada una de las actividades.
El primer contacto llega con una habitación caótica donde camisetas, almohadas, ropa interior o botas acampaban esparcidas por el suelo como sí acabara de ocurrir algo dramático. Todo ello acorde a las instrucciones del artista John Chamberlain e interpretado por Lawrence Weiner. El público, por nuestra parte, éramos invitados a cambiar el curso del evento variando la composición.
Otra de las instalaciones eran unas estructuras tejidas en punto de colores en respuesta a la proposición de la arquitecta Sejima Kazuyo de construir arquitectura para los perros. Mientras, un alumno del Moscú Art Lyceum tomaba fotos siguiendo las instrucciones de Christian Boltanski. La monitora insistía en que los perros debían llevar bozal.
El artista chino Cao Fei había dispuesto un púlpito donde los participantes asumíamos el supuesto rol de presidentes recien elegidos para asumir el gobierno de nuestra nación. Desde ahí, pudimos dar un speech presidencial de 20 minutos, grabándose nuestro discurso.
Erwin Wurms por su parte, nos invita con sus instrucciones a introducir nuestras piernas en las mangas de un jersey y permanecer como esculturas en esta posición durante 20 segundos.
Otra sorprendente proposición consistía en un cartel que decía " alquila" y por 20$ te podías llevar a casa por un día un cuadro del controvertido artista guatemalteco, Aníbal López. El dinero recaudado, dice Lopez, ayudará a otros artistas a crear un nuevo trabajo.
Las proposiciones eran muy variadas; una pared de Carlos Cruz Diez, una esquina con las montañas de caramelos del artista Félix Gónzalez-Torres, estanterías con las portadas dibujadas por niños de los libros que les gustaría leer, cuadros pintados por estudiantes del British School of Desing of Moscow, garabatos.... Todo ello conforma esta exposición, reafirmando la dedicación de la institución por involucrar al creador con la audiencia. El artista y arquitecto de origen griego Andreas Angelidakis es el encargado de crear este ambiente único. Por su parte, las obras e instalaciones serán destruidas al finalizar esta efímera exposición.
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Judd Foundation. Photo Paul Katz/ © Paul Katz/Courtesy; Judd Foundation Archive |
Hace años quise visitar en Nueva York la Donald Judd Foundation, la que fuera casa y estudio desde 1968 del máximo representante del minimalismo. Aquella vez no pudo ser ya que transcurrieron tres años hasta que finalizó la restauración.
En la calle 101 Spring street, en pleno Soho, se levanta un maravilloso edificio de hierro fundido del s XIX. Se divide en cinco plantas tipo loft donde se distribuía la casa-estudio de Judd. "Una planta, una actividad" como decía en sus textos sobre el edificio. Y así lo distribuyó. En la planta de arriba se encontraba su dormitorio, con obras de amigos como Dan Flavin, quien instaló una espectacular escultura de fluorescentes imitando un muro de ventanas, o una escultura de metal prensado de chatarra de Chamberlain colgando de la pared. En la cuarta plantaestán el salón de entretenimiento y el comedor. La tercera está dedicada a su estudio de trabajo y exposición, en el cual destacaba un Fank Stella de grandes dimensiones y muebles de diseño.
La segunda planta es un espacio reservado a la cocina y closet para los niños con un teatro para entretener a las visitas. La entrada sirve también de exposición, allí destacaba una escultura de Carl André y obras del propio Judd.
Su filosofía de la instalación permanente es que el lugar de trabajo del artista es crucial para entender su propia obra. Por ello, pidió a sus hijos, Flavin y Rainer, copresidentes de la Fundación que mantuvieran exactamente la casa como él la dejó. En ella, además de sus propias obras, también destacan las de Larry Bell, ClaesOldenburg, un fresco de David Novros o muebles diseñados por Alvar Aalto.
Otra de sus famosas instalaciones permanentes es la que se encuentra en Marfa, Texas donde se fue a vivir en 1971. Allí, en medio del campo, pudo llevar a cabo sus principios sobre la instalación permanente y, además, acometerlos a gran escala colocando en el paisaje desértico quince cajas vacías gigantes. También se puede encontrar la Chinati Foundation creada por él y que cuenta también con obras de amigos como John Chamberlain, Dan Flavin, Claes Oldenburg o Roni Horn que siguen sus principios estéticos y de permanencia.
Donald Judd, un artista que aunque no participaba de su encasillamiento como minimalista, siempre buscaba la simplicidad de la forma y la relación de los objetos en el espacio. Lo que parece evidente es que cuanto más simple es la obra, más complejo es su significado.
Básicamente se centró en la escultura. Para Donald Judd, "el espacio real es intrínsecamente más poderoso y específico que la pintura en una superficie plana. Lo tridimensional puede adoptar cualquier forma regular o irregular, y puede establecer todo tipo de relación con el entorno o no establecer ninguna en absoluto"
La Donald Judd Foundation es un edificio amplio, de grandes ventanales que lo impregnan todo de luz y donde el suelo y las escaleras de madera antiguas le dan un toque muy decadente. La arquitectura del edificio, las esculturas, sus pinturas y diseño se unen en el espacio creando un ambiente muy especial que nos transporta a una época pasada. Es un lugar que hay que visitar más de una vez para impregnarse de todo lo que el artista quería transmitirnos.
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