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- Escrito por Marina Valcárcel
Vi tus ojos clavándose en mi respuesta. "SI". Salió de una parte oscura e insospechada de dentro de mi.
Recordé exactamente esa sensación y la necesidad de respirar aire puro. De sudar y sentir la velocidad, un pulso extremo. Apreté las piernas sobre el sudor grisáceo y espeso de la capa blanca del caballo. "Imperioso", recordé. Palpé, a través de las riendas y mis manos, el hierro del bocado envuelto en espuma, oí su ruido, su sufrimiento y aún así, clavé las espuelas exigiendo la furia.
Levanté los ojos de mis guantes para mirar al frente y tragarme todo lo que cabía en aquella tarde tan fría y, en seguida, vi el brazo de esa encina convertido en una lanza. Supongo que me derribó como en aquellas afrentas de caballeros medievales, de escudos, princesas y ballestas.
Abrí los ojos, comprobé el ángulo en el que me encontraba, la horizontal. Mi ojo derecho, más aplastado, intuía a su distancia inmediata, una masa de tomillo leñoso y un hormiguero; el ojo derecho, más capaz de calcular la lejanía, informaba de un camino estrecho casi a la distancia de mi mano, la superficie de un charco de lluvia reciente y un bosque espeso del otro lado. La mirada sólo abarcaba hasta la mitad de las copas. Me concentré en sentir algo más, alguna respuesta de mi cuerpo. Sentí el dolor intenso en el brazo aplastado por mis costillas y, mi mano fría. No sentí nada más. Salvó la temperatura muy caliente de mi pecho hasta la cabeza y la sensación de un peso imposible. También mi mejilla aplastada contra una piedra, notaba su relieve, sus oquedades y su frío adaptado a mi piel. Respiré, muy superficialmente un olor a humedad y a musgo. Entonces noté como una hormiga empezaba a trepar por mi frente, tan simple y absolutamente poderosa sobre mi inmobilismo. Me acordé de las tardes leyendo Gulliver a las niñas. E intenté gritar tu nombre, pedir auxilio, pero una bola de sangre me lleno la boca y pareció inundar mi nariz. Entonces fui consciente de la muerte. Quise cerrarme más aún dentro de mi, adoptar forma de concha, no tuve miedo, busqué la intimidad, me concentré en recuperar tu sonrisa, en ese SI y en la ilusión de toda una vida nueva por delante. Y me limité a notar el dolor. La presión casi roja en los ojos.
El tiempo perdió su medida. Y se volvió todo oscuro.
Sin saber a qué mundo pertenecía, acabé notando una mano áspera que me abría un ojo. Un aliento caliente a hombre sucio y a bar.
Oí, "Tié las pupilas dilatás y un hilo de sangre que sale por la nariz".
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- Escrito por Maira Herrero
Woody Allen nunca deja de sorprender. En su última cinta, Blue Jasmine presenta un enfoque completamente nuevo sobre la crisis económica de la que tanto y también ha hablado el cine en los últimos años. Inside Job, Margin Call, The Company Men, El Capital, son algunas de las películas que cuentan desde distintos puntos de vista, siempre masculinos, la realidad del mundo económico que nos esta tocando vivir.
Ahora la protagonista es un ama de casa, joven, guapa y neurótica, víctima de sí misma y del mundo del dinero que le rodea. Woody Allen crea personajes de carne y hueso que representan destinos humanos que reflejan sobre el espectador lo que, en un principio, se representa como materia ajena. ¿Cual es el papel de la mujer que disfruta de los beneficios económicos de su marido sin hacer preguntas y justificando de manera ingenua que no sabe nada?. Este es el drama de muchas mujeres que miran para otro lado, cierran los ojos y se autoengañan pensando que la vida es así. El ¡atrévete a pensar!, no tiene cabida en las mujeres a las que representa Cate Blanchett de forma magistral, que es incapaz de aceptar su destino, que ella misma ha contribuido a crear, y que se deja llevar por el alcohol y las pastillas.
Woody Allen es un gran conocedor del alma femenina y una vez mas carga su atención sobre una realidad que nos hace reflexionar sobre el papel de la mujer pasiva y autocomplaciente, ante una crisis que afecta a todos y a todo lo que nos rodea. Al mismo tiempo nos muestra el otro lado de la realidad, la de otra mujer, su hermana adoptiva, que vive en un mundo real, donde a las cosas se les llaman por su nombre, y donde se asumen las limitaciones.
Con un dominio de la puesta en escena insuperable, deja claro cuales son los signos externos que marcan la diferencia entre esos dos mundos de las hermanas adoptivas, y que solo el cine, sin necesidad de la palabra, coloca al espectador en situación y nos recuerda del valor que tiene en nuestra sociedad el envoltorio para reconocerse dentro de una manada.
Allen vuelve a realizar una obra maestra donde se reconoce al ser humano como un universal y no como un sujeto individual. La película adquiere vida propia y las intenciones de su autor pasan a un segundo plano para que el espectador comparta y se compadezca desde distintos puntos de vista lo que la película muestra.
Esperemos que el próximo 1 de marzo Blue Jasmine reciba el reconocimiento de Hollywood y que Cate Blanchett suba la alfombra roja como premio a su trabajo, que como ya he dicho, es sencillamente magistral.
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- Escrito por Alejandra de Argos
La gran pregunta: ¿Qué sentido tiene la vida para el ser humano?
Según Viktor Frankl (1905-1997), autor del libro El hombre en busca de sentido , la respuesta sería que no hay un sentido de la vida, sino muchos, tantos como personas habitan la Tierra. No hay que buscar un sentido abstracto de la vida, sino el sentido que cada uno de nosotros le demos a la vida en cada una de las etapas de nuestro desarrollo personal; estarán determinadas por una misión, un cometido que llevar a cabo en cada momento.
El autor intenta ayudar a responder a ésta y otras preguntas existenciales a través de sus conocimientos y su experiencia en los campos de concentración nazis. Al lector le provoca una continúa y profunda reflexión.
Viktor Frankl, ( 1905-1997) fue un neurólogo y psiquiatra judío austriaco, fundador de la logoterapia; una psicoterapia centrada en el sentido. A diferencia del psicoanálisis, más introspectivo y retrospectivo, la logoterapia mira menos hacia nuestro pasado y más hacia nuestro futuro, a los valores y al sentido de la vida intentando descubrirlos en nosotros mismos.
Para Viktor Frankl "ser hombre implica dirigirse hacia algo o alguien distinto de uno mismo, bien sea realizar un valor, alcanzar un sentido o encontrar a otro ser humano"
Otra faceta muy interesante y pragmática de la logoterapia es una técnica a la que llama, "intención paradójica". A través de ella, el autor ayuda a sus pacientes a luchar contra los miedos, ya que estos pueden ser la causa, a veces, de aquello que tememos. También trata de controlar la hiperintención, que es precisamente lo contrario: el excesivo deseo de algo perjudicaría, en cierta manera, su realización final. La "intención paradójica" consistiría en inducir al paciente a realizar lo que teme como método de sanación.
Todos estos conocimientos llevan implícitos su experiencia en cuatro campos de concentración nazis, hecho que Viktor Frankl comparte con nosotros en la primera parte del libro, y en la que hace un análisis en primera persona de cómo afecta psicológicamente al ser humano estar sometido a unas situaciones tan extremas y dramáticas.
Todo esto es muy estimulante en la época actual dominada por un vacío existencial y marcada por un nihilismo que afecta a parte de la sociedad de nuestro tiempo. Especialmente en lo que se refiere a la perdida de valores, tradiciones y escepticismo hacia los dogmas religiosos y hacia todo lo preestablecido.
El hombre en busca de sentido ayuda a una introspección sobre nuestra experiencia vital; nuestras capacidades, aspiraciones, deseos, limitaciones… Propone proyectarla de manera pragmática y positiva, y para así dirigirla a un proceso de desarrollo personal hacia el futuro. Y con el mismo proceder en lo relativo a los miedos e inseguridades, y tras un proceso etiológico y de aceptación, enfrentarse mejor a ellos, minimizandolos, controlandolos y transformandolos hacia un mayor crecimiento individual.
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- Escrito por Dr. Diego Sánchez Meca
Fue Hermann Hesse, junto con algunos otros autores más, quien me enseñó desde muy joven una idea de la literatura como ese refinamiento y perfeccionamiento de la vida que se consigue mediante un determinado uso del tipo de interiorización que es propio del buen arte. Interiorizar no significa, para mí, reducir a un mínimo los acontecimientos externos que se pueden contar, sino hacer coincidir el microcosmos de una serie de sucesos con el contrapunto de un determinado mensaje de la narración, y lograrlo en esa aparente detención del tiempo del mundo de lo cotidiano como sólo lo logra el buen arte.
Por eso, las novelas o cuentos de Hesse no son, en su mayoría, relatos que simplemente desgranan o reconstruyen determinados acontecimientos, sino todo un laboratorio de mediaciones alegóricas, de arqueología mítica con la que se va dando forma y modelando artísticamente un haz de significados que iluminan la existencia humana como tal.
En muchas de sus obras se ve otro mundo, incluso épocas que parecen no haber sucedido nunca. Sus antihéroes son el símbolo errante de la desdicha, arrojados a la ignominia de la historia desde donde nos miran hasta hacer doler los ojos de quienes los miramos. Y de este modo parece Hesse querer salir al paso del optimismo metafísico-retórico del humanismo clásico, europeo y occidental, para defender, en cambio, la indisoluble e inexorable unión entre pesimismo y humanidad. Esto es lo que, a mi modo de ver, expresan muchas de sus alegorías, que apuntan al germen de una felicidad que no es de este mundo, pero sólo porque requiere un peregrinar inquieto hacia un tipo de transformación interior que hace acrecentarse la experiencia del espíritu. Esta es una de las posibles claves para extraer de sus libros la riqueza espiritual que contienen, y para interpretar las mediaciones plástico-expresivas -y, al mismo tiempo, autorreflexivas- de su escritura como formas originales de entender y de practicar el arte.
Es cierto que hoy muchas de las novelas de Hesse se presentan “a distancia” respecto de nuestra sensibilidad moderna, como símbolos que "representan", en el sentido que tiene la noción schopenhaueriana de representación. Pero es que esa distancia poética de novelas como Demian, Bajo las ruedas, Narcis y Golmund, Roshalde, El lobo estepario o Sidharta es, en realidad, una distancia irónica que expresa una crítica muy atendible a ese dogma indiscutido para nosotros según el cual no debería haber dolor en el mundo de la representación.
Es decir, la ironía que resulta de ese cierto anacronismo de Hesse en nuestro mundo de hoy se debe a que donde él se quiso situar fue justamente a medio camino entre un relato alegórico del alma del europeo moderno y una fenomenología de la conciencia desdichada del ser humano en general, que recurre al arte más alto y seductor como parodia secretamente vuelta contra sí misma. Y en este sentido, matizando la exageración y el extremismo que puede ser propio en ocasiones del espiritualismo de Hesse, esta idea tiene, sin duda, un fondo profundo de verdad, porque refleja el talante intelectual de quien aprieta los dientes con orgulloso pudor mientras busca apasionadamente la verdad en la belleza, como lo han hecho tantos filósofos y tantos artistas a lo largo de los tiempos.
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- Escrito por Alejandra de Argos
¡¡El horror!! ¡¡El horror!! Terroríficas y enigmáticas palabras pronunciadas por Kurtz antes de morir, después de haber descendido a los infiernos de la degradación moral, en la obra de Joseph Conrad El corazón de las tinieblas. El colonialismo que se dio en el Estado Independiente del Congo, que fue administrado privadamente por el Rey Leopoldo II de Bélgica entre 1885 a 1908, guarda similitud con el totalitarismo de Hitler. Durante este periodo alrededor de diez millones de africanos fueron exterminados. La población congoleña fue sometida a una extrema explotación bajo una esclavitud salvaje. La extracción de recursos naturales como caucho, marfil y resina enriquecieron descomunalmente a este responsable de una de las mayores tragedias de la humanidad.
¡¡El horror!! ¡¡El horror!! Terroríficas y enigmáticas palabras pronunciadas por Kurtz antes de morir, después de haber descendido a los infiernos de la degradación moral, en la obra de Joseph Conrad El corazón de las tinieblas.
El colonialismo que se dio en el Estado Independiente del Congo, que fue administrado privadamente por el Rey Leopoldo II de Bélgica entre 1885 a 1908, guarda similitud con el totalitarismo de Hitler. Durante este periodo alrededor de diez millones de africanos fueron exterminados.
La población congoleña fue sometida a una extrema explotación bajo una esclavitud salvaje. La extracción de recursos naturales como caucho, marfil y resina enriquecieron descomunalmente a este responsable de una de las mayores tragedias de la humanidad.
En el caso de Hitler, fue responsable de la muerte de 22 millones de personas de los cuales 6 millones eran judíos. Hombres, mujeres y niños fueron arrebatados de sus núcleos familiares y conducidos a campos de concentración donde los que no eran aptos para trabajar eran enviados a la cámara de gas y el resto eran destinados a la esclavitud, sufriendo la más espantosa degradación física y moral. Cualquiera de los supervivientes del Holocausto quedaron marcados por ¡¡El horror!!
Ese ¡¡horror!! es el eje que subyace en la película donde el personaje de Hannah Arendt es llevado a la pantalla magistralmente por la directora alemana Margarethe Von Trotta y encarnado formidablemente por la actriz Barbara Sukova. La pelicula esta basada en su libro Eichmann en Jerusalén. Resulta muy complicado llevar a la pantalla a una pensadora de esta talla tan creíblemente. Las imágenes originales del juicio a Eichmann son muy potentes y hacen junto con la ambientación que nos sumerjamos de lleno en la época.
Hannah Arendt, filósofa alemana de origen judío, fue una de las teóricas políticas más influyentes del s XX. Huyó de su país cuando se vio en peligro pero no pudo escapar de ser confinada en un campo de concentración en Francia del que más tarde escapó rumbo a Estados Unidos.
Pocos años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, en 1961 la revista The New Yorker quiere cubrir el juicio que se llevará a cabo en Jerusalén a Adolf Eichmann, teniente coronel encargado de llevar a cabo la solución final de los judíos organizando su transporte hacia los campos de concentración para su exterminación. El Mossad lo había secuestrado en Argentina y llevado a Israel para su procesamiento. Arendt desea seguir el proceso y así se lo hace llegar a la revista que acepta encantada la propuesta. La suma de los artículos que escribe para la revista conformaran la edición del libro Eichmann en Jerusalén.
La película nos relata la vida y proceder de Hannah Arendt en ese periodo concreto de tiempo. Fue una mujer de fuerte personalidad e independencia que aprendió a pensar con Martin Heidegger, amante suyo, antes de que éste apoyara al partido nazi.
Lo más interesante es como se enfrentó con este juicio a toda la comunidad judía, a una gran parte de la población, e incluso a muchos amigos, por llevar hasta las últimas consecuencias esa libertad absoluta de pensamiento que siempre la caracterizó.
Se dio por descontado que siendo judía su análisis sería totalmente partidario y que no tendría ninguna fisura, pero si hubo, ya que denunció la parcialidad con que se llevó a cabo el proceso, señaló la importancia que tuvieron algunos líderes judíos que facilitaron listas de sus congregaciones y provocaron deportaciones masivas, o la más importante, que acuño el concepto de "banalidad del mal" como otra forma de culpabilidad irreflexiva llevada a cabo por una cuestión de orden y obediencia.
Leopoldo II, Adolf Eichmann, líder y sirviente, ¿que juicio ético se merecería cada uno? La sentencia en los dos casos sería culpable pero ¿con matices?
“Si es verdad que una cosa, tanto en el mundo de lo histórico-político, como en el de lo sensible, sólo es real cuando se muestra y se percibe desde todas sus facetas, entonces siempre es necesaria una pluralidad de personas o pueblos, y una pluralidad de puntos de vista, para hacer posible la realidad y garantizar su persistencia. Dicho con otras palabras, el mundo sólo surge cuando hay diversas perspectivas (...). Si por el contrario, aconteciera que a causa de una enorme catástrofe, restara un sólo un pueblo sobre la tierra, en que todos vieran y comprendieran todo desde la misma perspectiva, y vieran en completa unanimidad, entonces el mundo, en sentido histórico-político, llegaría a su fin y los supervivientes, que permanecerían sin mundo sobre la tierra, no tendrían más en común con nosotros.” Hannah Arendt.