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- Escrito por Marta Sánchez
Francis Bacon es, sin duda, una figura a contracorriente. Tanto en su vida como su obra: sin ir más lejos, sus cuadros hicieron que Margaret Tatcher le definiese como “ese horrible artista que pinta asquerosos trozos de carne”. Una visión tan simplista como incorrecta: la obra de Bacon es deslumbrante, profunda, cambiante y magnífica.
El arte como reflejo de los sentimientos más crudos
Francis Bacon. Fotografía de John Deakin, 1962. En bremser.tumblr.com
Francis Bacon es, sin duda, una figura a contracorriente. Tanto en su vida como su obra: sin ir más lejos, sus cuadros hicieron que Margaret Tatcher le definiese como “ese horrible artista que pinta asquerosos trozos de carne”. Una visión tan simplista como incorrecta: la obra de Bacon es deslumbrante, profunda, cambiante y magnífica, con una técnica inspirada en maestros como Velázquez y una capacidad de evocación que desafía a las décadas y las escuelas. Durante sus primeros años como artista, la sociedad rechazó sus pinturas; los surrealistas, por su parte, no le quisieron considerar uno de ellos. Su homosexualidad provocó el alejamiento de su familia desde su adolescencia, definiendo además su personalidad y su vida a través de una serie de relaciones tortuosas, que fueron reflejadas en lienzos inolvidables. Marcado por la figura de un Papa, por el grito de una madre en la película “El Acorazado Potemkin” o en un cuadro de Nicolás Poussin, Bacon vivió una vida a medio camino entre un talento indiscutible y un poderoso afán por amar y sobrevivir.
De Irlanda a Berlín: una adolescencia marcada por el rechazo
Francis Bacon nace en Dublín en 1909. Su padre procede de una familia de linaje aristocrático, si bien su madre desciende de padres acomodados. Durante su infancia, el futuro pintor cambia de residencia varias veces, entre otros motivos por el estallido de la I Guerra Mundial, momento en el que se mudan a Londres. Su adolescencia está marcada por dos circunstancias: el asma que le acompañará toda su vida y su homosexualidad. En 1926, su padre le expulsa de casa tras encontrarle probándose la ropa de su madre; Bacon se traslada a Londres, donde vive unos meses gracias al escaso dinero que le envía su madre. Durante esta época sobrevive realizando trabajos ocasionales, a los que añade el dinero obtenido de encuentros sexuales con hombres mayores y de pequeños hurtos. En 1927, su padre le propone acompañar a un amigo de la familia a Berlín. La capital alemana supone un descubrimiento social, cultural y sexual para el joven Francis, que empieza a interesarse por el cine, la pintura y la arquitectura. Es posible que fuera en Berlín donde ve por primera vez El Acorazado Potemkin (1925) de Sergei Eisenstein, una película que le influenciará durante toda su vida. De hecho, la expresión de la madre que ve cómo cae el cochecito de su niño aparecerá de forma recurrente en su obra, pasando a formar parte de pinturas inmortales como las inspiradas en el Retrato del Papa Inocencio X de Velázquez.
Masacre de los inocentes. Nicolás Poussin, S. XVIII. En descubrirelarte.es
Berlín acoge al pintor en ciernes durante dos meses, transcurridos los cuales viaja a París. Su carácter, fuertemente tímido, no le impide relacionarse con personas que serían fundamentales en su vida, capaces de reconocer su talento. Una de ellas, Yvonne Bocquentin, le permite quedarse en su casa de Chantilly, una estancia que se quedará grabada a fuego en la memoria del joven Bacon. Es entonces cuando descubre el cuadro de Nicolás Poussin La masacre de los inocentes: al igual que le sucedió con la película de Eisenstein, la expresión de dolor de la madre que está a punto de perder a su hijo le genera un intenso impacto. “Probablemente sea el grito humano mejor pintado jamás”, comentaría años más tarde. Poussin no será el único artista que le impresione; en la capital francesa descubrirá también a Pablo Picasso, Francis Picabia, Giorgio de Chirico y Chaim Soutine. Todos ellos irán conformando la estructura de sus propias obras, siempre a medio camino entre el expresionismo, la abstracción y el arte figurativo.
La vida en Londres: supervivencia y pintura
Composición, Figura.1.933. En hoyesarte.es
En 1928, Francis Bacon se traslada a Londres y comienza una carrera como decorador y diseñador de muebles. Su talento para ambas disciplinas es innegable, pero aun así su trabajo solo es requerido por conocidos y allegados. Durante esta época, el artista pinta y diseña alfombras; en 1930 organiza su primera exposición en Queensberry Mews, en la cual muestra sus cuadros y sus alfombras junto con obras de otros artistas. Es entonces cuando conoce a uno de sus primeros mecenas y amantes, Eric Hall, un hombre casado con quien mantendrá una aventura secreta durante más de 15 años. A pesar del apoyo de artistas y protectores, son años difíciles para el joven artista; en 1933 se marcha a vivir con su antigua niñera, Jessie Lightfoot, con quien compartirá distintos alojamientos a lo largo de dos décadas. Durante esos años, Francis y Jessie sobreviven gracias a las escasas ventas de sus obras y sus muebles, y a ocasionales estafas, hurtos y robos.
Crucifixión. 1933. En jaquealarte.com
Ese mismo año, Bacon pinta su primera obra totalmente original. Hablamos de Crucifxión, una obra en blanco y negro que revela claras influencias del arte de Pablo Picasso, pero también deja ver por primera vez la personalidad única del artista. El cuadro lo compra Sir Michael Sadler; este prometedor inicio, sin embargo, se ve truncado por la dificultad para seguir vendiendo cuadros. En 1936 presenta una obra para la Exposición Internacional Surrealista de Londres, que es rechazada por no ser lo “suficientemente surreal”. El joven artista cae en una época autodestructiva (que durará aproximadamente hasta 1943) y se dedica a pintar y repintar encima de sus propios cuadros, causando su total destrucción.
Primeros éxitos. El despegue de una carrera fulgurante
Tres estudios para figuras en la base de una Crucifixión. 1944. En museodelprado.es
La II Guerra Mundial estalla en Europa. Francis sigue sufriendo de asma y es declarado no apto para el servicio. En 1943 se traslada a un apartamento que perteneció en su día al pintor John Everett Millais, junto con Jessie Lightfoot. Ese año empieza a pintar Tres estudios para figuras en la base de una Crucifixión, el cuadro que supondría su descubrimiento como pintor por parte del público especializado. En 1944, el lienzo fue expuesto en la Galería Lefevre y fue adquirido por Eric Hall, quien después lo llevaría a la Tate Gallery. Son años fructíferos para el artista, cuyo talento ha estallado y adquiere nuevas formas e intensidades. Su ambición extrema queda patente en su obra Pintura (1946), un impresionante lienzo lleno de sugerencias, conceptos y profundidad. La obra es adquirida por la marchante y coleccionista Erica Brausen, y más adelante pasa a pertenecer al MoMA de Nueva York.
Pintura. 1946. En historia-arte.com
En pleno éxito y con dinero en el bolsillo, Francis Bacon se traslada a Montecarlo, donde disfruta de la vida nocturna y entabla sucesivas relaciones. En 1949 regresa a Londres para organizar una exposición en solitario; las prisas para crear obra hacen que desarrolle un nuevo estilo artístico, trabajando solo con blancos, negros y grises y creando lienzos más simples, plenos de detalles inquietantes y simbólicos. En esa época, el pintor comienza a trabajar sobre el reverso de los lienzos, en lugar de pintar en la cara imprimada. El resultado le satisface: se acerca a su carácter crudo, a sus imágenes destructivas y diseccionadoras. Bacon continuará pintando por la cara sin imprimar durante toda su vida, hasta su fallecimiento. En la exposición, una pintura destaca por encima del resto de las composiciones monocromáticas: Cabeza VI. Se trata de una versión de la cabeza del Retrato del Papa Inocencio X, pintado por Velázquez en 1650. En la obra, Bacon combina la cara del papa con el gesto del grito de la mujer que aparece en El Acorazado Potemkin, así como con la influencia de la obra de Poussin. Al año siguiente pintará otra versión de este cuadro, Estudio según Velázquez; y de nuevo, retomará el tema en su Estudio del Retrato del Papa Inocencio X de 1953.
Estudio según Velázquez. 1950. En arsmagazine.com
África, la Bienal y el estudio de Reece Mews
Estudio de figura en un paisaje. 1952. En atlasofplaces.com.
A principios de la década de los 50, Francis Bacon viaja a África a visitar a su madre y a sus hermanas. Empieza a interesarse por la vida salvaje y las impresionantes imágenes del continente, al tiempo que trabaja también en obras cuyo tema principal es el desnudo. Son años duros para el pintor: rompe definitivamente con Eric Hall y Jessie, su compañera y amiga, fallece en 1951. Al año siguiente comienza una relación destructiva con el luchador y piloto Peter Lacy; cuando este se muda a Tanger, Bacon le acompaña. Durante los años siguientes, el pintor vivirá a caballo entre Marruecos y Londres. A su agitada vida personal le acompaña un éxito que no deja de crecer, y se ve refrendado con su participación en el Pabellón Británico de la Bienal de Venecia, cuya obra acompaña a la de Lucian Freud y Ben Nicholson. Durante estos años expone en solitario en Nueva York y París, al tiempo que su arte se transforma: la pincelada se hace gruesa y empastada, y los colores, más intensos y puros. En 1958, Bacon firma un contrato con Marlborough Fine Art tras conseguir que la galería cubra una deuda que el pintor tenía pendiente. Será un punto de inflexión en su vida y su obra.
Tres estudios para una Crucifixión. 1962. En icon-icon.com
En 1961 tiene lugar un acontecimiento crucial para Bacon. Ese año, el pintor se hace con unas antiguas caballerizas en Reece Mews y convierte el primer piso en un estudio que se convertirá en el lugar más importante de su vida. Un espacio que se llenará progresivamente de pinturas, objetos, fotografías pegadas en las paredes, papeles y cientos de añadidos, que el pintor reflejará repetidas veces en sus lienzos. En 1962 pinta su primer tríptico a gran escala, Tres estudios para una Crucifixión, que formará parte de una gran retrospectiva que le dedicará la Tate Gallery ese mismo año. De nuevo, la existencia del artista se ve alterada por una nueva pareja: George Dyer, un hombre con tendencias depresivas y con un turbio pasado a sus espaldas. A través de las fotografías de John Deakins, que también retrató al propio Bacon, el pintor empieza a retratar a su amante de forma compulsiva. Son años de plenitud artística: las obras se suceden y reflejan todo tipo de estados de ánimo, desde los más lúdicos y los más amenazantes.
En memoria de George Dyer. 1971. En francis-bacon.com
En 1968 Bacon viaja a Nueva York por primera vez en su vida para inaugurar una exposición organizada por la Galería Marlborough. A su vuelta, la relación con Dyer se hace cada vez más complicada: el artista huye de él y se marcha a vivir fuera de Londres. Despechado, acusa falsamente a su ex amante de posesión de cannabis; el artista es llevado a juicio, donde es declarado inocente. Bacon centra entonces todos sus esfuerzos en la exposición retrospectiva sobre su obra, que organizará a principios de los años 70 el Grand Palais de París: un auténtico honor para un artista vivo. Dos noches antes de la inauguración, Dyer aparece muerto por sobredosis de alcohol y barbitúricos. Si bien Bacon parece no sentirse afectado por su fallecimiento, algunas de sus obras posteriores (como En memoria de George Dyer, 1971) revelarán el auténtico alcance de su duelo. En los años 70, el artista pasa largos períodos en París; al mismo tiempo, el MoMA de Nueva York le dedica una muestra de sus últimas obras. En esa década Bacon conoce a John Edwards, con quien entablará una relación de amistad que le aportará estabilidad y sosiego.
Las últimas décadas. Fama mundial, pasión y muerte
Tres estudios para un retrato de John Edwards. 1984. En invertirenarte.es
“Seguiré hasta que caiga”, dijo Francis Bacon en una ocasión, cuando contaba con 82 años. Una afirmación que cumplió hasta su fallecimiento. Durante los años 80 y 90, el artista continúa pintando y empleando nuevas técnicas, como la pintura en spray. Las exposiciones se suceden en distintos continentes y su reconocimiento alcanza el máximo nivel, al tiempo que ciertas figuras del conservadurismo reniegan de su arte, como fue el caso de Margaret Tatcher. Su obra se expone en Moscú en 1988, siendo la primera retrospectiva de un artista occidental celebrada en la Unión Soviética.
Estudio para retrato. Marzo. 1991. En nationalgalleries.org
La pintura de Bacon alcanza en esos años una cualidad nueva: la calma, largamente esquivada por el artista y que parece acompañarle en sus últimos años. Sin embargo, nunca renunció a la pasión: en 1987 inicia una relación con su último amante, un joven intelectual español llamado José Capelo. En 1992 Bacon viaja a España, contraviniendo los deseos de su médico, y fallece en Madrid de un ataque al corazón. Sus cenizas son devueltas a Inglaterra; anteriormente, el artista había designado a John Edwards como único heredero de todos sus bienes. Su última obra queda inacabada y es encontrada por su hermana en el estudio de Reece Mews: un retrato que parece combinar los rasgos del propio artista y los de George Dyer, su pasión más profunda y destructiva.
Exposiciones
Francis Bacon (1985)
En 1985, la Tage Gallery de Londes organizó una exposición retrospectiva sobre Francis Bacon. Este magnífico documental, con guion de Richard Francis basado en sus conversaciones con el artista y narrado por el actor John Hurt, realiza un recorrido por las obras más importantes de la muestra.
Francis Bacon. A terrible beauty (2009-2010)
La muestra celebrada en la Hugh Lane Gallery de Dublín (Irlanda) sirvió para conmemorar el centenario del nacimiento del pintor, que nació en la capital irlandesa. La muestra reunió para la ocasión distintas pinturas, dibujos, fotografías y lienzos cortados, con el objetivo de ofrecer una nueva y sorprendente visión de la obra de Francis Bacon.
Francis Bacon: de Picasso a Velázquez (2016)
El Museo Guggenheim de Bilbao abrió sus puertas y sus espectaculares salas a la obra de Francis Bacon en 2016, con una gran exposición formada por ochenta obras originales. De dichas obras, cerca de la mitad nunca habían sido mostradas en nuestro país. La exposición se centró en las influencias de artistas como Pablo Picasso o Diego de Velázquez en la pintura de Bacon, que actuaron como hilo conductor para descubrir el alma de su pintura.
Francis Bacon. La cuestión del dibujo (2017)
Con la intención de rebatir la creencia general de que “Bacon no dibujaba”, el Círculo de Bellas Artes de Madrid organizó esta exposición de más de 50 obras a lápiz, pastel y collage. Las obras, fechadas entre 1977 y 1992, pertenecían a la Francis Bacon Foundation. En su día fueron regaladas por el propio artista a su íntimo amigo (y pareja durante años) Cristiano Lovatelli Ravarino.
All too human: Bacon, Freud and a Century of Painting Life (2018)
La Tate Gallery homenajeó en la exposición “All too human” a dos de los más grandes artistas figurativos del siglo XX, ambos obsesionados con la representación de la figura humana y sus diversos grados de degradación. Además de las obras más representativas de Francis Bacon y Lucian Freud, en el museo se pudieron ver obras raramente expuestas de otros artistas que vivieron y pintaron en su misma época.
Francis Bacon. Libros y Pinturas (2020)
La última exposición organizada por el Centro Pompidou de París antes del cierre causado por la pandemia del COVID reunió una magnífica selección de obras de Francis Bacon, realizadas entre 1971 (año en el que tuvo lugar la gran retrospectiva que dedicó al pintor el Grand Palais) y 1992, cuando pintó sus últimos trabajos. La muestra, con más de 60 piezas, se inspiró en la influencia de la literatura en la obra de Bacon.
Libros
Francis Bacon, Anatomía de un enigma. Michael Peppiatt. Editorial Gedisa, 1999
Muchos fueron los periodistas, críticos y escritores que conversaron y entablaron amistad con Francis Bacon, y posteriormente reflejaron sus palabras sobre el papel. Es el caso del libro escrito por Peppiat, quien conoció al pintor en 1963, cuando empezaba a disfrutar del éxito y la aclamación por parte de la crítica. La amista entre ambos duró treinta años, hasta la muerte de Bacon. Años después, el escritor y crítico de arte construyó este libro imprescindible, a la vez galería y radiografía de la obra del artista.
Francis Bacon: de Picasso a Velázquez. Manuela B. Mena y Sarah Whitfield. Editorial Turner, 2017
Creado para registrar la gran exposición organizada por el Museo Guggenheim Bilbao, este magnífico catálogo refleja las cincuenta grandes obras que la institución bilbaína seleccionó para el evento. Las obras van acompañadas de treinta imágenes de lienzos creados por otros maestros, clásicos y modernos, que en su día ejercieron una poderosa influencia en el artista. Lejos de ser una mera recopilación de cuadros, el catálogo también profundiza en la huella indeleble que culturas como la española o la francesa dejaron marcada en el alma del artista británico.
Entrevista con Francis Bacon. David Sylvester. Ed. DeBolsillo, 1003
A lo largo de doce años (entre 1962 y 1974), Francis Bacon y el crítico de arte David Sylvester conversaron en numerosas ocasiones. Las conversaciones, plasmadas a través de distintas entrevistas, proporcionaron a Sylvester un material invaluable con el cual redactó este libro. Una obra esencial para cualquier amante del arte y de la pintura, pero también para todo aquel interesado en conocer los entresijos del alma humana. La fascinación que la figura y la obra de Bacon causaron en el crítico y escritor convierte al libro en un auténtico placer para los lectores.
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- Escrito por Marta Sánchez
Aparentemente lúdico y banal, el arte de Brian Donnelly (AKA KAWS) se expande como sus obras de realidad aumentada y llega al corazón de público y crítica. Desde sus orígenes en el grafiti hasta las millonarias cifras alcanzadas por sus figuras de edición limitada, sus obras recrean un mundo inspirado en iconos de la animación, que se subvierte para crear punzantes reflexiones sobre el consumismo y la soledad.
La soledad en medio de las masas
KAWS con su escultura Gone. En hypebeast.com
Cuatro letras mayúsculas que forman la firma de un grafitero. Las escogió porque, según sus propias palabras, “me gustaba el aspecto que tenían al juntarlas”. Tras este enigmático nombre se encuentra Brian Donnelly (Nueva York, 1974), uno de los artistas más cotizados e influyentes de la actualidad. Sus obras alcanzan en las subastas precios desorbitados, y sus “juguetes” se venden por miles de dólares en ediciones limitadas que se agotan minutos después de su lanzamiento. Pero los orígenes de KAWS están muy lejos de este mundo en el que las ganancias parecen ser lo único que importa: sus primeras obras fueron grafitis pintados en muros, sorteando a las fuerzas de seguridad y “tuneando” anuncios de grandes firmas de ropa en las marquesinas de los autobuses. Desde entonces hasta ahora, KAWS ha evolucionado hacia un arte donde la aparente banalidad entronca con una reflexión sobre la angustia inherente a la existencia. Sus obras expresan la cualidad alienante de una sociedad donde la necesidad de parecer siempre “feliz” esconde serios problemas de depresión y ansiedad. Detrás del mundo de color, plástico, dinero y cultura milenial de sus obras, el arte de KAWS esconde una esencia desasosegante y crítica que interpela directamente al espectador.
101 Dálmatas y los grafitis neoyorquinos
Brian Donnelly siempre tuvo claro que lo suyo era el arte. Desde el momento en el que tuvo que escoger, dirigió su formación hacia las artes plásticas y se matriculó en la Escuela de Artes Visuales de Nueva York, en la especialidad de ilustración. Esta formación le permitió desarrollar una incipiente carrera como dibujante de fondos para series animadas, algunas tan relevantes e icónicas como la serie 101 Dálmatas de la productora Disney (1997), o producciones de animación de culto como Daria o Doug. Pero las inquietudes artísticas del joven KAWS no se podían encerrar en un trabajo que solo le permitía ilustrar fotogramas. Desde muy joven, los muros de Mahattan y Nueva Jersey fueron el mejor de los lienzos para mostrar su imaginario interior. Es entonces cuando su firma, KAWS, empieza a aparecer en distintos rincones de la ciudad.
Untitled (Calvin Klein), 1997. En bonhams.com
Sin embargo, no fueron los grafitis los que dieron a KAWS el impulso que le llevaría a lo más alto. Al mismo tiempo que deja su impronta de spray en paredes abandonadas, el joven artista empieza a trabajar sobre vallas publicitarias y anuncios en marquesinas. Su objetivo: subvertir fotos de modelos de ropa, siguiendo los pasos de artistas de vanguardia como Max Ernst o Kurt Schwitters (padres del fotomontaje) o del propio Andy Warhol. El enorme impacto que tuvieron estas intervenciones hizo que tanto el público como los medios de comunicación dirigieran su atención al enigmático KAWS, en un fenómeno similar (en principio) al del célebre grafitero británico Banksy. Posteriormente, Donnelly decidió recuperar algunas de sus obras más emblemáticas (como el anuncio “tuneado” de Calvin Klein, o la valla publicitaria donde su icónico Companion da un inquietante abrazo a la supermodelo Christie Turlington). Unas intervenciones que recibieron entonces el nombre de “subvertions” (suversiones), apodo que han mantenido décadas después.
Companion. Despegue del éxito comercial
Figura de vinilo Companion producida por Bounty Hounter. En hypeclothinga.com
El alcance cada vez mayor de sus obras de Street art convierte a KAWS en una figura cada vez más mediática. Lejos de esconderse, Brian Donnelly no duda en hacer pública la identidad del artista que trabaja y crea detrás de las cuatro mayúsculas. Su reconocimiento, cada vez mayor, le permite trabajar en distintos lugares del mundo y se mueve de París a Londres, de Alemania a Japón. EN 1998 recibe el Premio Pernod Liquid Art, que incluye una importante beca para artistas emergentes. Al año siguiente, KAWS extiende su creatividad al mundo comercial y empieza a diseñar y producir figuras de vinilo en ediciones limitadas. El protagonista de estos “juguetes” es su célebre Companion (1999), un inquietante personaje inspirado en el clásico Mickey Mouse y la estética cartoon. La figura se produce y comercializa a través de la firma japonesa Bounty Hunter, en una edición de quinientas unidades que se agotaron casi de inmediato. Desde entonces, diferentes versiones de Companion se han seguido produciéndose en distintas tiradas, a veces en colaboración con firmas de alta costura y ropa deportiva. Lejos de tratarse de un mero objeto comercial, las esculturas son también obras de arte sujetas a las fluctuaciones del mercado: hay una reflexión sobre el consumismo desaforado y la sociedad en la que vivimos, intrínsecamente enlazada a cada una de ellas.
Apropiación y expropiación. Un arte que absorbe y transforma
The KAWS Album (2005). En widewalls.ch
KAWS es un hijo de su tiempo, como artista y probablemente como persona. Durante su adolescencia, la famosísima serie de animación Los Simpson generó un fenómeno de masas global que alcanzó a todos los rincones del mundo. Los personajes animados pasaron de ser exclusivos para el público infantil, alcanzando de lleno a los jóvenes y los adultos. Donnelly interioriza esta tendencia y la mezcla con las influencias de Disney y del pop de los años 60, tan bien expresadas en su figura Companion. El artista va asentando algunas de sus señas distintivas: los ojos con cruces (que simbolizan la muerte), los huesos a ambos lados de la cabeza y la manipulación de personajes aparentemente inocentes y felices, mostrados en procesos de sufrimiento y depresión: desde Mickey Mouse hasta los protagonistas de Sesame Street. En el año 2005 crea The KAWS Album (2005), que en 2019 se venderá en una subasta por un millón de dólares. El lienzo supone una apropiación sobre una apropiación: los personajes de Los Simpsons, retocados con las características cruces en los ojos y otros rasgos característicos del artista, posan recreando la portada del disco Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, de The Beatles. En origen, esta portada fue utilizada por los creadores de la serie para ilustra un CD producido en 1998 con canciones de la serie; KAWS se limitó a tunearla con sus rasgos identitarios, dando una vuelta más a la tuerca de sus subversiones.
Recreaciones y cambio de escala: instalaciones
Companion (Passing through). Figura ubicada en la entrada de la exposición KAWS: Where the end stars. Modern Art Museum of Fort Worth, 2010. En themodern.org
A partir del 2005, la obra de KAWS parece experimentar un estancamiento en el proceso creativo. En lugar de “crear”, el artista prefiere “recrear”. Continúa trabajando sobre sus figuras icónicas, en especial el recurrente Companion y las figuras inspiradas en The Muppets o Sesame Street. Las figuras empiezan a experimentar un cambio de escala, volviéndose cada vez más grandes y abandonando su original esencia coleccionista. Una tendencia que se pudo apreciar en la exposición retrospectiva realizada por el Modern Art Museum of Fort Worth en 2010 bajo el nombre KAWS: Where the end stars, que mostraba a la entrada del museo una enorme figura en blanco y negro de Companion con la cara hundida entre las manos. El demoledor efecto que genera un personaje lúdico sumido en plena depresión aumenta exponencialmente en una escala monumental. De nuevo, el artista consigue su objetivo y no abandona su línea experimental, que continúa girando alrededor de las mismas referencias.
Instalación de la exposición KAWS: Where the end stars. Modern Art Museum of Fort Worth, 2010. © Matt Hawthorne Photography.
Los premios y las intervenciones arquitectónicas
Born to Bend (2013). En twitter.com/NGVMelbourne
Al mismo tiempo, el artista mantiene parte de su esencia original y continúa realizando lienzos inspirados en la cultura urbana, la ciudad y el grafiti. Obras como Silent City (2011) se alejan de su trabajo sobre los iconos televisivos y culturales, para adentrarse en escuelas más cercanas al pop, la abstracción o artistas de los años 90 como Keith Haring. Sin embargo, KAWS no abandona a su personaje Companion, que sigue transformándose en busca de ocupar nuevos espacios. Encontramos de nuevo su perturbadora figura en esculturas como Born to Blend (2013), donde recupera el aspecto reptiliano que el artista empleó en sus acciones originales sobre vallas publicitarias. La investigación del artista prosigue en el campo de la escala, tal y como demuestra la instalación KAWS: HOLIDAY, que en 2019 se ubicó en Victoria Harbour (Hong Kong). Una enorme figura inerte de 37 metros de longitud flota en las aguas del puerto con los brazos extendidos, invitando a visualizarla desde el aire.
Los últimos trabajos de KAWS exploran nuevos campos de trabajo, más en lo que se refiere a tecnología y escala que en lo que a creatividad se refiere. El artista ha lanzado una nueva serie de obras protagonizadas por Companion y ubicadas en la Realidad Aumentada (AR), de la mano de la app Acute Art. Bajo el nombre de Expanded Holiday, la aplicación permite ver doce esculturas monumentales con el personaje flotando en el aire en distintas ubicaciones. Las imágenes forman parte de una gran exposición, KAWS Companion (Expanded), que se realizará de forma conjunta en diferentes ciudades de África, Europa, Asia y América. En este sentido, Donnelly comenta: “Llevo toda mi carrera creando objetos y exponiendo obra en espacios públicos; en este sentido, [la realidad aumentada] me permite expandir mi obra en un área completamente nueva. Las opciones en cuanto a ubicación y escala son infinitas. Estoy encantado de comenzar un nuevo diálogo en este medio”. Por supuesto, el artista no olvida nunca su objetivo comercial: la app permite adquirir una edición limitada de 25 figuras AR y compartirlas después por las redes.
KAWS, COMPANION (EXPANDED). Sao Paulo, 2020. En widewalls.ch
A día de hoy, KAWS continúa apareciendo en las listas de los artistas más influyentes de la actualidad, y sus obras se cotizan por millones. Su polémica obra, denostada y admirada a partes iguales por los expertos, sigue cuestionando a la sociedad acerca de temas esenciales como el imperio de la imagen, la sociedad de consumo y la banalidad.
Exposiciones
KAWS. Galería Emmanuel Perrotin, París (2013)
La galería parisina organizó una completa exposición del artista, con grandes lienzos inspirados en personajes de animación y esculturas de vinilo a gran escala. Todas las obras habían sido realizadas por KAWS en el año anterior, siendo la primera vez que se mostraban en la capital francesa.
KAWS. Longside Gallery, Parque de Esculturas de Yorkshire (2016)
“Hay algo hipnóticamente convincente en estas esculturas monumentales de personajes de animación, ubicadas en el histórico y bucólico Parque de Esculturas de Yorkshire”. Este fue uno de los comentarios de los críticos acerca de la primera exposición con obra de KAWS, realizada por un museo británico. La muestra incluyó todo tipo de obra: pintura, escultura, diseño gráfico, juguetes y grabados.
KAWS: Where the end starts. Modern Art Museum of Fort Worth (2017)
El Museo de Arte Moderno de Fort Worth organizó en 2017 una gran retrospectiva sobre la obra de KAWS, que posteriormente viajaría a China. Comisariada por Andrea Karnes y el propio artista, la selección de obra incluyó pinturas fundamentales para comprender su trayectoria junto con dibujos, juguetes de colección, esculturas e intervenciones de arte urbano.
KAWS: Blackout. Skarstedt Gallery, Londres (2019)
En 2019, la galería Skarsted abrió las puertas de la que fue la primera exposición en solitario de KAWS en Londres. La muestra permitió al público londinense admirar el último trabajo del artista, formado por una serie de diez pinturas y dos esculturas. Los lienzos reflejan un mundo abstracto y lleno de color, con elementos que aprecen sugerir caminos, puentes, trampas y límites. Este imaginario se relaciona con la preocupación, siempre subyacente en la obra de KAWS, sobre de las divisiones en y entre las sociedades.
Libros
KAWS. Mónica Rámirez-Montagut. Ed. Rizzoli, 2010.
Este fascinante libro permite abarcar en una sola publicación la trayectoria del artista y diseñador multidisciplinar. Desde sus tiempos en los que creaba grafitis en los muros de Nueva York e intervenía con sus “subversiones” las valla publicitarias, hasta sus codiciadas esculturas coleccionables. La experta Mónica Ramírez-Montagut, comisaria de Aldrich Contemporary Art Museum, ha contado con la colaboración de Germano Celant para completar el libro. Celant es historiador de arte y director de la Fondazione Prada de Milán.
KAWS: Where the End Starts. Andrea Karnes. Ed. Distributed Art Publisher, 2017
A través de la apropiación de personajes, imágenes e iconos de la cultura popular del siglo XXI, la obra de KAWS difumina las fronteras entre “arte superior e inferior”, y entre arte y moda. El artista secuestra eficazmente a los protagonistas de las series y películas de animación más exitosas, y los utiliza para dar forma a sus juguetes, sus esculturas monumentales y sus pinturas abstractas y vibrantes. Su obra utiliza los colores y formas típicos del entretenimiento popular, y los reinventa en términos punzantemente humanos. Este libro explora la prolífica carrea del artista en profundidad, recopilando de manera integral gran parte de sus pinturas, esculturas, dibujos, figuras coleccionables e intervenciones en vallas publicitarias.
Kaws, he eats alone! Germano Celant. Catálogo de la Exposición en Doha, Oriente Medio. Ed. Silvana, 2020
El catálogo publicado para la primera exposición sobre la obra de KAWS en Doha recupera el nombre de la misma: He eats alone! (¡Él come solo!). En sus páginas el historiador de arte Germano Celant documenta la gran retrospectiva, que reunió pinturas, esculturas y grandes instalaciones monumentales. También hace un repaso a las colaboraciones con distintas marcas comerciales que el artista ha realizado en los últimos años. El libro incluye un extenso ensayo por parte del especialista, así como documentación bibliográfica.
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- Escrito por Marta Sánchez
La obra de Francisco de Goya goza de fama universal por su espectacular calidad, su modernidad y su compromiso. El maestro de Fuendetodos fue un pionero en técnica y temática; un inconformista en una sociedad en la que nunca llegó a encajar, pero que se rendió a su arte deslumbrante.
"El tiempo también pinta"
“El pintor Francisco de Goya”. 1826. Óleo de Vicente López Portaña. Museo del Prado
El Museo del Prado es una de las mejores pinacotecas del mundo. Y si hay unas salas que atraen a los visitantes como un imán, esas son las que albergan las obras de Francisco de Goya: uno de los pintores más importantes, carismáticos e iconoclastas de la historia de la pintura, a nivel mundial. Sus Pinturas Negras y sus series de grabados despiertan admiración por su sorprendente modernidad y su ruptura con los cánones; sus lienzos costumbristas, sus retratos y sus pinturas religiosas deslumbran por la luz que emiten y por la contemporaneidad de su pincelada, que las convierte casi en obras preimpresionistas. Su concepto del arte trascendió el del mero reflejo de lo que le rodeaba, interpretando su obra como algo en constante evolución: “el tiempo también pinta”, dijo en más de una ocasión.
El caso de Goya es casi único en la historia del arte, equiparable solo al de maestros como el Greco o William Turner. Es la historia de aquellos artistas que huyeron de las escuelas de su época, en pos de un arte que no sería comprendido hasta muchas décadas después. Porque las intenciones de su arte eran otras, muy distintas a las de sus coetáneos. En sus propias palabras: “sus cualidades excepcionales las malogran esos maestros amanerados, que siempre ven líneas y jamás cuerpos. Pero, ¿dónde encuentran líneas en la naturaleza? Yo no distingo más que cuerpos luminosos y cuerpos oscuros, planos que avanzan y planos que se alejan, relieves y concavidades”. Palabras que podrían suscribir muchos artistas de las vanguardias del siglo XX, escritas más de ciento cincuenta años antes.
Un aprendizaje precoz y un temprano viaje a Italia
Francisco de Goya nace en Fuendetodos (Zaragoza) el 10 de marzo de 1746. El arte corre por las venas del pequeño, hijo de un maestro dorador y una infanzona de casa noble. A mediados del siglo XVIII, Zaragoza es una ciudad rica y poderosa donde la construcción de iglesias y conventos es un negocio floreciente. Los retablos, imágenes y tablas que adornan los templos necesitan de artesanos que los nutran, motivo por el cual el padre de Francisco cuenta con un trabajo estable y decide impulsar las aspiraciones de sus hijos por el mismo camino. El futuro pintor de la Corte dará sus primeros pasos frente al papel y el lienzo de la mano de José Luzán Martínez, quien le tomará como alumno a los 13 años. La influencia de este maestro, formado con pintores napolitanos, será decisiva en la atracción que sentirá Goya por los pintores italianos. De Luzán pasa a seguir su aprendizaje con Francisco Bayeu; a los 17 años se presenta a un concurso para obtener una Pensión de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que le es negada. En 1766 se presenta a otra oposición de la Academia, viéndose de nuevo rechazado.
“El motín de Esquilache" (Ca. 1766). En Fundaciongoyaenaragon.es
Las obras atribuidas a Francisco de Goya de esa época son escasas; se conservan algunas pinturas de temática religiosa, pero sobre todas destaca el lienzo "El motín de Esquilache" (ca. 1766). Una pintura coral, que refleja un momento real de gran intensidad y relevancia social y despliega algunas de las futuras constantes de su obra: uso teatral de las luces y las sombras, pincelada suelta, colores vibrantes, movimiento y un evidente interés por el equilibrio y laa composición. En 1770 el joven artista viaja a Italia, donde nace su pasión por las máscaras, las costumbres populares y el teatro callejero: una pasión que entronca con su atracción por los rostros y las figuras grotescas. Durante el viaje, Goya decide pintar un cuadro con el título "Aníbal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes" (1770), para presentarlo al concurso promovido por la Academia de Parma. Si bien la obra obtuvo buenas críticas, la potencia y el “escaso realismo” de los colores no convenció al jurado. El estilo arriesgado, personal y vibrante del arte de Francisco de Goya destaca ya por su modernidad, frente al evidente academicismo de sus colegas.
“Aníbal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes". 1770. Fundación Selgas-Fagalde.
Primeros pasos hacia el éxito. Frescos y cartones
Detalle de la decoración de la Capilla del Palacio del Conde de Sobradiel, en Zaragoza (1.770). En Archivo Barboza Grasa – Barbozagrasa.es
A su vuelta de Italia y con solo 25 años de edad, el joven pintor asume su primer gran encargo: pintar un fresco en una de las bóvedas de la Basílica del Pilar de Zaragoza, aplicando las técnicas aprendidas durante su viaje. Esta obra le consigue más contratos: frescos para iglesias y palacios y retratos de la aristocracia aragonesa, sobre todo. Es durante esa época cuando pinta los lienzos que decoran la capilla del Palacio del Conde de Sobradiel. Su trabajo le gana una cierta fama y una posición estable, factores que consiguen que su antiguo maestro, Francisco Bayeu, le permita contraer matrimonio con su hermana Josefa. De los siete hijos del matrimonio solo el más joven, Francisco Javier Pedro, sobrevivirá hasta convertirse en adulto. El alma atormentada del artista, que más adelanta aflorará en las Pinturas Negras, los "Caprichos" y los "Disparates", se ve alimentada por este hecho.
"El cacharrero” (1779). Cartón para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara.
En 1775 tiene lugar un hecho crucial que cambiará la vida de Francisco de Goya. El primer pintor del rey Carlos III, Anton Raphael Mengs (que también triunfó pintando en otras cortes europeas), le llama para que diseñe y pinte cartones para los tapices de la Real Fábrica de Santa Bárbara. Los primeros los entrega ese mismo año: un total de nueve obras, que servirán como guía para sendos tapices cuyo destino será San Lorenzo del Escorial. Goya prosigue con su producción, y al año siguiente comienza otra serie de cartones, en este caso con imágenes para la colección de tapices del Palacio del Pardo. Entre 1778 y 1780 el artista trabaja y reside en la corte, lo que le proporciona la oportunidad de entablar amistad con el Conde de Floridablanca (entonces secretario de Estado). Esta y otras relaciones, junto su innegable talento y la originalidad de sus obras, le garantizan un trabajo estable: Goya dará entonces los primeros pasos para convertirse en el futuro Pintor de la Corte. En 1780 presenta su lienzo "Cristo en la Cruz" como aval para entrar en la Real Academia de San Fernando y es admitido por unanimidad.
"Cristo en la Cruz” (1.780). Museo del Prado.
Una carrera en alza: Jovellanos, Ceán Bermúdez y la Ilustración
En aquellos tiempos, el arte y la pintura se caracterizan por su férreo academicismo. La larga sombra neoclásica planea sobre los artistas, que deben ceñirse a corsés inamovibles y estereotipados basados en reglas con siglos de antigüedad. Francisco de Goya se rebela contra estas imposiciones y elige su propio camino, algo que caracterizará su obra y su actitud durante casi toda su vida. La década de 1780 le trae fracasos y éxitos; desde el rechazo de público y académicos a los frescos sobre la Virgen para la Basílica del Pilar, hasta la acogida sin ambages del lienzo "La predicación de San Bernardino de Siena" (1873), creado para un altar de San Francisco el Grande. Con su fama ya bien asentada, Goya se dedica a retratar a importantes familias e integrantes de las clases altas como el Duque de Osuna o el Conde de Floridablanca. De hecho, la protección de los duques de Osuna le granjea numerosos encargos.
"San Bernardino de Siena predicando ante Alfonso V de Aragón” (1.781-83) Basílica de San Francisco el Grande.
El espíritu inquieto de Goya le arrastra hacia determinados ambientes, personajes e ideas que se convertirían en fundamentales durante toda su vida. En esa época entabla amistad con Gaspar Melchor de Jovellanos y con el coleccionista de arte Juan Agustín Ceán Bermúdez. A través estas relaciones su carrera como pintor continúa en ascenso, gracias a los numerosos encargos que le consiguen. Sin embargo, estos encargos no son en absoluto lo más importante que recibe de sus amistades: ellos le abren las puertas de los círculos de intelectuales y reformistas, que en aquellos tiempos abogaban por traer la Ilustración a España. Es un descubrimiento que marcará al artista, que se identifica de inmediato con los nuevos puntos de vista sobre la educación y la política. Son momentos críticos y reveladores, que también afectan a su pintura; sus lienzos empiezan a abandonar los conceptos ideales y perfeccionistas en busca del expresionismo, representado por lo desmesurado y lo grotesco. Sin saberlo, Francisco de Goya se convierte en uno de los precursores de un movimiento que no tardaría en despertar en Europa: el romanticismo.
Enfermedad, desnudos y guerra. Tiempos de realismo
"La maja vestida"(1.800-1.807). Museo del Prado.
1792 es un año negro en la vida de Francisco de Goya. Durante un viaje por Andalucía, sufre una terrible enfermedad que le deja sordo. La sordera le acompañará hasta su muerte e inundará de negro muchos de sus pensamientos y lienzos. El pintor se vuelca en el arte y realiza una serie de cuadros de tamaño pequeño, con fuerte presencia de la tragedia y el crimen. Sin embargo, como el Ave Fénix Goya vuelve a renacer de sus cenizas y en 1795 se convierte en Director de Pintura de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Prosigue con su actividad como retratista de la nobleza; tras quedarse viuda, la Duquesa de Alba se convierte en una de sus protectoras más poderosas. El artista sigue desarrollando su atracción por lo grotesco, lo popular y la crítica social en sus grabados, lo que queda patente en los "Caprichos" (1799). En esa época pinta también sus famosísimas obras "La Maja Vestida" y "La Maja Desnuda", que posteriormente le acarreará las iras de la Inquisición.
“Los fusilamientos del 3 de mayo” (1813-14). Museo del Prado.
El estallido de la Guerra de la Independencia (1808-1814) obliga a Goya a posicionarse de lado del gobierno, si bien continúa su producción crítica con series como "Desastres de la Guerra". En 1812 fallece su mujer, Josefa, y se cree que es entonces cuando comienza una relación con Leocadia Zorrilla. Terminada la guerra, mantiene su trabajo como pintor del rey y de la nobleza, llegando a retratar a Fernando VII, un monarca al que no quería ni respetaba. A pesar de su rechazo frontal al absolutismo del “rey felón”, Goya solo muestra sus dibujos y estampas críticas con el régimen a sus amigos de mayor confianza. Su prudencia termina por no ser suficiente para protegerse: en 1815, la Inquisición abre un proceso contra él por su obra La Maja Desnuda. Incansable, prosigue con su producción de aguafuertes con dos series emblemáticas: la "Tauromaquia" y los inacabados "Disparates".
“Disparate de Carnaval”. Aguafuerte Nº 14 de la serie “Disparates” (1.815). Museo del Prado.
Últimos años. La Quinta del Sordo y muerte en Burdeos
“Saturno devorando a su hijo" (1819-23). Museo del Prado.
En 1819 Goya tiene ya 73 años. La enfermedad, la sordera y su decepción con el gobierno absolutista, sumado a los problemas con la Inquisición, han hecho mella en su cuerpo y su espíritu. Ese año adquiere una propiedad en Madrid que será conocida como La Quinta del Sordo, de la que se enamora por sus vistas y su amplio terreno. La enfermedad vuelve a atacar al anciano pintor, que vuelve a revivir para dejar su canto del cisne en las paredes de la quinta. Hablamos de las famosísimas Pinturas Negras, donde vuelve a incidir sobre los temas que siempre anidaron en lo más fondo de su arte: la muerte, la destrucción del hombre por el hombre, la degradación por el paso del tiempo y el mal que se esconde en el alma humana. En 1824, Goya se exilia voluntariamente a Burdeos en un intento de alejarse del gobierno absolutista, al que despreciaba y temía. En su exilio le acompañan su pareja, Leocadia Zorrilla, y sus dos hijos: el viejo pintor considera a Rosario como su propia hija y le instruye en el arte de la pintura.
“La lechera de Burdeos” (1827). Museo del Prado.
En 1826 logra obtener la jubilación y vive sus últimos años tranquilo y acomodado, entregado a su obra gráfica, que enriquece con series como los "Nuevos Caprichos", y otras de grabados de temática taurina. De entre su producción final destaca la pintura "La lechera de Burdeos", realizada en 1827, un año de su muerte, una obra que deslumbra por el libre uso de la pincelada, el encuadre, la composición y la temática. El lienzo despliega una sorprendente libertad creativa y pictórica, que prefigura el impresionismo de maestros como Renoir o Manet. Hay que decir también que hoy día, el cuadro despierta cierta polémica; algunos expertos dudan de la autoría del pintor español y sugieren la posibilidad de que fuera realizado en realidad por Rosario, su alumna. En 1828 Francisco de Goya muere en Burdeos, dejando a las generaciones posteriores una obra única en el mundo, plena de libertad creativa, modernidad, compromiso social y belleza.
Exposiciones
Goya en Madrid (2014-15)
Los cartones que Goya pintó para realizar tapices se consideraban hace tiempo como “obras menores”. Sin embargo, se trata de magníficas pinturas que revelan la mano indómita del maestro, prefigurando movimientos que llegarían décadas después. El Museo del Prado realizó una completa exposición de estos cartones, mostrándolos con los de otros artistas de la época junto con las pinturas y esculturas que le sirvieron como modelo e inspiración.
Goya: The Portraits (Los Retratos) (2015)
La National Gallery de Londres se rindió en 2015 a la deslumbrante obra del maestro de Fuendetodos. La exposición que organizó entonces mostró al público setenta retratos pintados por Francisco de Goya. Retratos que, en palabras de la institución, “demuestran su valiente y poco convencional punto de vista, así como su increíble habilidad a la hora de captar la psicología de sus modelos”. La muestra incluyó pinturas, dibujos y miniaturas, muchas veces nunca vistas antes en la capital británica.
Goya y la Corte Ilustrada (2017)
El Museo de Bellas Artes de Bilbao organizó esta muestra, en colaboración con el Museo del Prado y la Fundación La Caixa. La selección incluyó noventa y seis obras que reflejan la actividad del maestro de Fuendetodos, durante sus años de pintor de corte. La exposición permitió al público admirar obras tan célebres como La gallina ciega o El pelele, dentro de la primera muestra dedicada al pintor aragonés en la capital vizcaína.
Masters of Spain: Goya & Picasso (2018)
La obra de Francisco de Goya compartió espacio con otro grande del arte español, Pablo Picasso, en esta exposición organizada por el Polk Museum of Art de Florida (EEUU). En las salas del museo norteamericano se pudieron ver más de 50 obras de arte del pintor, incluyendo la famosa serie Tauromaquia. Estas piezas se expusieron en compañía de varias piezas creadas por Picasso sobre distintos soportes: desde cerámica hasta cartón. Las obras fueron cedidas en su mayoría por la institución The Art Company, situada en Pesaro (Italia).
Dibujos de Goya. “Solo la voluntad me sobra” (2019)
De nuevo, en 2019 el Museo del Prado dedicó una parte de su calendario expositivo a la obra de Francisco de Goya. En este caso, la muestra partió de los trabajos de investigación y documentación realizados para el nuevo Catálogo razonado que el museo tenía intención de publicar, a partir de un convenio firmado por el Prado y la Fundación Botín. Fue la primera vez en la que se reunieron más de 300 dibujos realizados por Goya, procedentes del propio museo y de colecciones de todo el mundo.
Libros
Goya y sus críticos. Nigel Glendinning. Ediciones Complutense, 2017.
Nigel Glendinning fue un reconocido estudioso de la obra de Francisco de Goya. Este libro, escrito en 1977 y vuelto a publicar en 2017, constituye el primer documento que estudia al artista y a su creación a través de la contextualización de su obra en la época. El autor, fallecido en 2013, fue un pionero a la hora de reflejar distintos análisis y estudios, realizados sobre la obra del pintor a lo largo de las décadas. El libro suma otros estudios posteriores del propio autor, así como textos de otros expertos. En general, este libro está considerado el estudio más completo realizado hasta la fecha sobre la obra del artista.
Francisco Goya. Vida y obras. Valeriano Bozal. TF Editores. Madrid, 2005
Valeriano Bozal es un reconocido experto en la obra de Francisco de Goya, cuya contribución podemos encontrar en libros de referencia, como la nueva edición de estudio de Nigel Glendinning (sobre estas líneas). Su libro Francisco de Goya. Vida y obras es un texto relevante, entre otras cosas por el innovador y original punto de vista que aporta sobre las pasiones y obsesiones del pintor. El estudioso comienza el libro con la frase: “Goya no nos presta sus ojos, abre los nuestros. Hacia el pasado, hacia el presente”. Articulada en dos volúmenes, es una obra imprescindible para adentrarnos en el mundo personal y en la convulsa época de un artista irrepetible.
Goya en las literaturas. Leonardo Romero Tobar. Ed. Marcial Pons, 2016
El profesor de arte Leonardo Romero Tobar ha realizado un gran trabajo con este estudio, una monografía bien organizada y comentada que arroja nueva luz sobre la obra de Francisco de Goya. El texto constituye una extensa colección de referencias bibliográficas comentadas, una magnífica contribución para cualquier estudioso sobre la obra del artista. Lejos de tratarse de una colección de citas y textos del maestro, el libro constituye una compilación de referencias que añade un interesante análisis de la obra, los intereses y el contexto del pintor.
- Francisco de Goya. Biografía, obras y exposiciones - - Alejandra de Argos -
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- Escrito por Marta Sánchez
Dotado de una energía inagotable y un afán experimentar infinito, el polifacético Miquel Barceló lleva cuarenta años sorprendiendo con su obra. En continuo movimiento, como un trashumante, hace suyos todos los lugares en los que planta su estudio y en ellos recoge la inspiración: luz, polvo, mar, cuevas o la influencia de otros artistas en cualquier ámbito conforman el poso de su trayectoria.
Un arte de grutas, mar y alma
Miquel Barceló. Foto: Jaime García
“Soy el especialista de la vida en crisis permanente”. Así se define a sí mismo Miquel Barceló, uno de los artistas españoles contemporáneos más cotizados y reconocidos internacionalmente. Su capacidad de comunicación va pareja a la proyección y variedad de su obra: enormes lienzos, pequeños dibujos, murales, grabados, ilustraciones para libros, cerámica, escultura, escenificaciones para óperas, portadas de discos, carteles, programas de televisión… En todas estas facetas imprime su carácter, esa energía y esa “agresividad” que distinguen a su obra, así como su interés por la naturaleza. Tanto en lo que respecta a los espacios, como a la vida que contienen; y siempre, con un trasfondo mediterráneo o africano que entronca su arte directamente con la tierra y con el mar. Su obra es personal, original y compleja, imposible de encasillar en ningún contexto o escuela creativa.
Adolescencia, naturaleza y arraigo
"El Diluvio" (1.990). Museo Guggehneim Bilbao. En guggenheim-bilbao.es
Miquel Barceló nace en Mallorca en 1957. La isla, “su isla”, fue donde el jovencísimo artista experimentó por vez primera con el arte. Pudiera ser que la influencia de su madre, que se dedicó a pintar durante un tiempo, tuviera algo que ver con su deseo de crear; pero sin duda, el arte corría ya por sus venas. En Mallorca aprendió a amar las grutas y el mar. Allí entró en contacto con Joan Miró, que ejerció una gran influencia en sus primeras obras (con temas de animales, una constante en toda su trayectoria, y un estilo marcadamente expresionista). En su adolescencia estudia en la Escuela de Artes y Oficios de Palma de Mallorca; con tan solo 16 años participa en su primera exposición colectiva, Art Jovenívol, y con 17 organiza su primera individual en la Galería d’Art Picarol (Cala d’Or, Mallorca). En los 70, Barceló también viaja a París y descubre la obra de Paul Klee y Dubuffet. Entra en contacto con el Art Brut, una escuela con la que se siente íntimamente relacionado y que constituye un nuevo punto de partida desde el que recorrer nuevos territorios
Imagen: Cadaverina 15 (1976). En pinterest.es/vickimuns
Al listado de sus influencias tempranas se unen nombres como los de Mark Rothko, Jackson Pollock, Willem De Kooning o Lucio Fontana. Y por supuestos, sin olvidar a clásicos como Velázquez, Tintoretto y Rembrandt, que mantuvieron las raíces de su obra bien asentada en el terreno de la excelencia y el clasicismo. Durante estos años sigue mostrando su enorme inquietud, que abarca tanto el arte como el activismo por el medioambiente: compagina la organización de distintas exposiciones con actos como la ocupación de la isla Sa Dragonera en 1977, con el objetivo de evitar su urbanización. Es entonces cuando conoce y entabla amistad con el artista Javier Mariscal. Desde sus primeros años como artista, Barceló deja clara su enorme inquietud: siempre experimentando, valiéndose de la naturaleza y de elementos orgánicos, algunas de sus obras tienen su propio recorrido y evolucionan con el paso del tiempo. El artista somete a la intemperie, provocando el cuarteamiento o la oxidación de la pintura; o recurre a materias orgánicas. cuya degradación es parte de su significado artístico. Como su exposición Cadaverina 15, celebrada en Mallorca en 1976, en la que 225 cajas con productos orgánicos e inorgánicos se mostraban en proceso de descomposición.
Despegue en París: el comienzo de la vida nómada
"Venus Bruta Sentada" (1982). En danielcardani.com
A pesar de su arraigo en la isla de Mallorca, el espíritu inquieto y curioso de Miquel Barceló le empuja a volar y buscar nuevas localizaciones para su arte. En 1980 se marcha a Barcelona y establece allí su estudio. Ese año, su trayectoria experimenta un impulso que será clave en su futura carrera artística: es el único artista español seleccionado para participar en la prestigiosa Documenta de Kassel, en su 7ª edición. Barceló tiene solo 23 años, pero muestra un talento, una capacidad de trabajo y una madurez que le ponen a la altura de los creadores internacionales más importantes del momento. De hecho, solo dos años más tarde consigue exponer en París, capital mundial del arte, en la galería Yvon Lambert. El éxito no consigue que el jovencísimo artista se acomode; en los años siguientes, Miquel Barceló cambiará a menudo de residencia y participará en distintos proyectos situados en otras ciudades europeas. Esta necesidad de pisar otras tierras y conocer otras realidades se convertirá casi en un estilo de vida para el artista, e influirá poderosamente en su trabajo.
"Novelo Mojada" (1985). En invertirenarte.es
Durante sus viajes y en la ejecución de los distintos proyectos, Barceló entra en contacto con algunas de las figuras más importantes del mundillo del arte de la época. Entre ellos destaca el galerista suizo Bruno Bischofberger, que tendrá una influencia decisiva en su trayectoria y se convertirá en su marchante a nivel internacional. También conoce a su futura esposa, la francesa Cécile Franken. El año 1986 supone el salto al otro lado del Atlántico. El joven artista vuela a Nueva York y expone en la galería Leo Castelli. La ciudad le conquista y establece allí un estudio temporal, en el que trabajará y residirá durante varios meses. Son años de reconocimiento para Miquel Barceló, un artista que siempre fue profeta en su tierra: recibe el Premio Nacional de Artes Plásticas en la modalidad de Pintura. Pronto, la llamada de la tierra natal y del Mediterráneo empiezan a ser más fuertes y Barceló regresa a Mallorca.
Viaje a Mali. El inicio de la pasión por África
"In Mali" (1989). En macba.cat
No pasa un año sin que el espíritu inquieto que habita en Miquel Barceló exija un nuevo cambio. En 1987 viaja a París y se establece en la ciudad, convirtiéndola en una de sus residencias intermitentes (que conserva hasta el día de hoy). El año siguiente supone un punto de inflexión en la vida y la obra de Barceló: es entonces cuando viaja a África con otros artistas. En lugar de regresar, decide quedarse en Mali y viajar también por Senegal y Burkina-Fasso. Una experiencia que retrata en sus Cuadernos de África, escritos en francés y catalán y que descubren al escritor que convive con el creador.
""Mali" Gouache sobre papel (1991). En esp.dolorsjunyent.com
Barceló desarrolla entonces un intenso amor y una conexión muy especial por estos territorios y sus habitantes, que también quedan plasmados en los magníficos dibujos que realiza durante su estancia. El contacto con su gente y la vida del desierto, marcan su temática y su metodología. Empieza a mostrar preocupación por la naturaleza, el paso del tiempo y los orígenes en escenas cotidianas y paisajes africanos de tamaño reducido, dibujos más detallados, empastes densos y oscuros que logran efectos de relieve, y para los que recurre al barro y los pigmentos naturales que tiene a su alcance. Estas obras forman parte hoy de distintas colecciones públicas y privadas de todo el mundo, y se han mostrado en varias exposiciones, como la organizada en 2008 por el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga. Pero Miquel Barceló no se limita a visitar África; es entonces cuando añade el último punto a su triángulo vital, sumando su taller de Mali a los de París y Mallorca.
Los premios y las intervenciones arquitectónicas
Capilla de Sant Pere o del Santísimo en la Catedral de Palma de Mallorca. En sorayaestefana.com
En 1986 comienza sus experiencias sobre elementos arquitectónicos pintando la cúpula del vestíbulo del teatro Mercat de las Flors en Barcelona. Al mismo tiempo, en su pintura aparecen veladuras, y superposiciones de materiales que buscan las transparencias. Barceló no deja de trabajar, y en 1995 es seleccionado para participar en la Bienal de Venecia; tres años después será testigo de la primera gran exposición retrospectiva organizada sobre su obra, a cargo del Museu d’Art Contemporany de Barcelona. Los galardones se suceden a lo largo de las décadas, hasta que en el año 2003 se le otorga el Premio Príncipe de Asturias de las Artes. El año siguiente, el artista acomete uno de sus proyectos de mayor envergadura: decoración de la Capilla de Sant Pere o del Santísimo en la Catedral de Palma de Mallorca, finalizada en 2007. El espectacular espacio renueva los elementos litúrgicos de piedra, las vidrieras, el mobiliario y añade un mural cerámico de 300 metros cuadrados que representa el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. La obra muestra una serie de constantes en la obra de Barceló: el mar, la fauna, las grutas.
La Cúpula de la Sala XX o Sala de los Derechos Humanos y de la Alianza de Civilizaciones en la sede de la ONU en Ginebra en aestirgaburlona.com
La Cúpula de la Sala XX o Sala de los Derechos Humanos y de la Alianza de Civilizaciones en la sede de la ONU en Ginebra es uno de sus trabajos con mayor proyección internacional, no exenta de polémica (por el uso de los fondos destinados a la obra, establecidos en principios para la cooperación para el desarrollo). Una inmensa cúpula de 1400 metros cuadrados de la que cuelgan treinta y cinco toneladas de pintura en forma de estalactitas de colores, hecha con pigmentos traídos de todo el mundo. Sobre la técnica, Barceló comentó: “he querido llevar al extremo pintar contra la gravedad”. “En un día de mucho calor en pleno desierto del Sahel, recuerdo con viveza el espejismo de una imagen del mundo goteando hacia el cielo”, explica el artista. “La cueva es una metáfora del ágora, el primer lugar de reunión del ser humano, el gran árbol africano bajo el que sentarse a hablar y el único futuro posible: diálogo, derechos humanos”.
Una obra que se ramifica y crece en distintos terrenos
"Cala Gran" (2018). en elviragonzalez.es
Miquel Barceló continúa desarrollando su enorme corpus de obra en sus tres estudios de Mallorca, Mali y París. Su actividad incensante e inquieta busca salidas en todo tipo de soportes: desde libros ilustrados como El libro del Océano, un poema de Enric Juncosa, hasta los textos de sus propios catálogos y cuadernos; libros de fotografías como La catedral bajo el mar; un libro para ciegos, Las tiendas desmontadas o el mundo desconocido de las percepciones, con un texto en braille ; o los tres volúmenes de La Divina Comedia de Dante Alighieri, que posteriormente fueron objeto de una exposición en el Museo del Louvre de París.
Performance celebrada en la inauguración de la exposición "El arca de Noé" (2017). Unviersidad de Salamanca.
En su afán de experimentar en todos los campos, el artista también ha realizado escenografías para óperas. En El retablo de Maese Pedro, representada en el Théâtre National de l'Opéra-Comique de París, creó los decorados, el vestuario y títeres de grandes dimensiones; y para El rapto en el Serrallo, representada en el Festival d’Aix-en-Provence e 2003, se encargó de diseñar los decorados. En los últimos años, Barceló ha dado muestras de su versatilidad y su pasión por el arte a través de grandes exposiciones o intervenciones personales, como la Performance que realizó en 2017 para inaugurar la exposición El arca de Noé, celebrada en la Universidad de Salamanca.
Entrevista a Miquél Barceló. Por Elena Cué
Exposiciones
Miquel Barceló. Pabellón Español de la Bienal de Venecia, 2009
Miquel Barceló volvió a representar a España en la 53 edición de la Bienal de Venecia de 2009. El pabellón expuso una serie de grandes lienzos, realizados por el artista en los nueve años anteriores. La muestra incluyó también trabajos en cerámica y trabajos recientes, realizados durante los trabajos de decoración de la Cúpula de las Naciones Unidas de Ginebra.
“Miquel Barceló. 1983-2009” (2010)
“Mi vida se parece a la superficie de mis cuadros”. Esta frase es el punto de partida de la muestra que organizó la Obra Social La Caixa y que se pudo visitar en sus dos sedes, de Madrid y Barcelona. La muestra constituyó en una selección de ciento ochenta piezas realizadas entre 1893 y 2010, incluyendo algunos de sus grandes lienzos y su escultura El gran elefante.
"Sol y Sombra" (2016)
Esta exposición se presentó en París en 2016, en un edificio emblemático de la capital. La BnF y el Museo Nacional Picasso de París se asociaron para proponer un doble acontecimiento, consagrado a la obra e Miquel Barceló. En la muestra, los visitantes pudieron ver piezas inéditas en dos exposiciones, abiertas al público en ambos centros y que permitieron experimentar autentica inmersión en el universo del artista mallorquín.
“El arca de Noé” (2017)
El octavo centenario de la Universidad de Salamanca incluyó entre sus celebraciones la organización de una gran muestra con obra de Miquel Barceló. El propio artista participó en la muestra, realizando una performance durante su inauguración. La exposición ocupó cuatro espacios de la universidad, así como la Plaza Mayor de la ciudad, con obras de distintas disciplinas: escultura, cerámica, dibujo y la propia performance.
"Miquel Barceló. Metamorfosis" (2021)
El año 2021 ha comenzado en Málaga con una exposición celebrada en el Museo Picasso, que incluye cerca de un centenar de obras creadas por Barceló entre 2015 y 2020. La muestra toma el nombre de la famosa novela de Franz Kafka, y está formada por una selección de piezas sobre lienzo y papel, así como cerámicas, cuadernos y bronces.
Libros
Cuadernos de África. Galaxia Gutenberg Círculo de Lectores, 2008
Los cuadernos que Miquel Barceló escribió durante sus estancias entre 1988 y 2000 en África se han convertido en una obra de referencia, dentro de su trayectoria. Estos textos se combinan con dibujos, acuarelas y gouaches realizados en Mali, Senegal y Burkina-Fasso, y han sido recopilados en esta publicación. Los escritos, redactados en origen en francés y catalán, conviven con dieciséis láminas e incluyen listas de la compra, cartas a amigos, temores y deseos, datos sobre los procesos de creación… Notas vivas y deslumbrantes, perfectas para acompañar a las creaciones artísticas que inmortalizaron los años africanos del artista.
Aurea Dicta. La Casa dels Clàssics, 2018,
Una auténtica obra de arte, premiada y con vocación de eternidad. El proyecto Aurea Dicta comenzó en 1992, cuando un grupo de intelectuales catalanes se propuso, en sus propias palabras, “traducir por primera vez al catalán moderno los clásicos griegos y latinos en ediciones rigurosas, amenas y bilingües, para democratizar y elevar la lengua y la cultura catalanas”. El libro es una edición ilustrada por Miquel Barceló, donde la creación plástica dialoga en un proceso directo con el pensamiento clásico.
Le grand verre de terre. Ed. La Fábrica, 2020
De nuevo, un cuaderno de artista que fusiona la obra plástica de Miquel Barceló con el relato experiencial del artista. El libro muestra magníficas imágenes del lucernario diseñado para la Biblioteca Naciona de Francia en 2016. Las imágenes son especialmente importantes al tratarse de una obra de arte efímera: el fresco, creado en arcilla, fue eliminado por el propio artista al término del tiempo de exposición que le fue destinado. El cuaderno describe el proceso, las sensaciones y el resultado de la obra desde el punto de vista de su creador. Tal y como indica la editorial, “una obra viva, concebida para ser observada desde el interior y el exterior del edificio, que introducía al visitante en una exposición extraordinaria”.
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- Escrito por Marta Sánchez
Tamara de Lempicka nunca renunció a su independiencia y su libertad. Ambas estuvieron a su alcance gracias a su talento para la pintura, que le dio fama y fortuna en su época. A día de hoy está considerada la Reina del Art Déco, y sus pinturas forman parte de las mejores colecciones públicas y privadas de todo el mundo.
Una artista en constante reinvención
Tamara de Lempicka pintando “Susana en el baño” (1938). En crfashionbook.com
Tamara de Lempicka no siempre fue una artista reconocida. Durante su juventud y parte de su madurez, sus pinturas alcanzaron un gran reconocimiento; de hecho, fue una de las pocas mujeres que consiguió vivir de su trabajo como artista. Pero en sus últimos años, su obra perdió el interés de la crítica frente al auge del expresionismo abstracto norteamericano, ajeno a cualquier acercamiento a lo figurativo. Sin embargo, en décadas posteriores la obra de Lempicka ha sido reivindicada y recuperada, siendo en la actualidad una de las artistas más cotizadas del siglo XX. Su vida y su personalidad son una incógnita en parte: la mitomanía inherente a su carácter le empujó a crearse una historia propia, en la que la realidad convive con la invención.
Pero lo que sí es real es la potencia, la solidez y la innovación que sus pinturas aportaron a la escena pictórica de la primera mitad del siglo XX. Sobre todo, sus retratos y sus desnudos femeninos se han convertido en el paradigma iconográfico del movimiento Art Déco, siendo hoy día objeto de deseo por parte de celebridades y coleccionistas. Porque Tamara de Lempicka tenía muy claro quién era. Y sobre todo, quién aspiraba a ser. “Fui la primera mujer que hizo pinturas claras y evidentes; y ese fue el secreto del éxito de mi arte. Entre cien cuadros, es posible distinguir los míos. Y las galerías comenzaron a ponerme en sus mejores salas, siempre en el centro, porque mi arte atraía al público”. Algo que sigue siendo cierto: hoy, las obras de Tamara de Lempicka atraen a miles de visitantes en museos y exposiciones por su sorprendente modernidad, su armonía y su cualidad atemporal.
Infancia en Rusia: primer contacto con los clásicos
Es complicado establecer la fecha concreta del nacimiento de Tamara de Lempicka. Su afán de reinventarse su propia historia le empujó a difuminar sus datos biográficos, hasta el extremo de confundir a los expertos. Sin embargo, son muchos los biógrafos que coinciden en indicar que nació en 1898 en Varsovia, Polonia; mientras que según la artista, su nacimiento tuvo lugar en Moscú, Rusia en 1907. Lo que sí es cierto es que su padre, un abogado ruso bien situado, se mudó con su familia a San Petersburgo cuando la artista era aún una niña.
La Sagrada Familia (1527-1528), Agnolo Bronzino. La Polonaise (1933),Tamara de Lempicka. En artsy.net.
Durante su infancia, el primer contacto que mantuvo con el arte supuso un fuerte impacto en la joven personalidad de la pintora en ciernes: su abuela, perteneciente a la aristocracia, se la llevó de viaje por Italia en 1911, cuando solo tenía 13 años. La artista lo contaba así en años posteriores: “De repente, me encontré con obras pintadas en el siglo XV por artistas italianos. ¿Por qué me gustaron tanto? Porque eran tan claras, tan nítidas…”. Las líneas limpias y las superficies saturadas características de los manieristas italianos ejercieron una poderosa influencia en su arte. Una influencia que, de hecho, Tamara de Lempicka nunca dejó atrás.
La huída a París y los años de formación artística
“Retrato de Irena Kleinman” (1915) y “Retrato de un jugador de polo” (1922). En widewalls.ch
A pesar de su evidente pasión por el arte, la futura pintora no dio sus primeros pasos en la pintura durante su adolescencia. Como era habitual en la época y en la clase social acomodada a la que pertenecía, con apenas 18 años se casa con el abogado ruso Tadeusz Lempicki y tiene una hija, Kizette. Es un año de lujo y glamour: la pareja triunfa en salones y recepciones poco antes de la irrupción de la Revolución Rusa, en 1917. Entonces, las cosas cambian de manera radical: Lempicki es encarcelado y consigue su libertad gracias a la insistencia de su joven esposa, que no duda en recorrer instancia tras instancia, oficina tras oficina, para conseguir su excarcelación. La familia vuela a Dinamarca y después a París, donde Tamara de Lempicka se enfrenta con nuevos enemigos: la falta de ese dinero y esos lujos a los que ambos estaban acostumbrados. Su hermana Adrienne, que vivía en París por entonces y estaba plenamente integrada en la modernidad de la ciudad (que abogaba por la liberación de la mujer y su equiparación con el hombre en derechos y obligaciones) le da el mejor consejo de su vida: “haz una carrera y no tendrás que depender de tu marido”.
Posteriormente, de Lempicka se definiría en varias ocasiones como una artista autodidacta. Sin embargo, durante su juventud estudió en varias instituciones parisinas, desde la Académie de la Grande Chaumière (donde se formó con el simbolista Maurice Denis) hasta la Académie Ranson, fundada por el fauvista Paul Ranson. También pasó largas jornadas en el Museo del Louvre, empapándose de la obra de los maestros. Pero sin duda su mayor mentor fue el fauvista André Llhote, de quien absorbió e interiorizó la habilidad para plasmar volumen solidez en las formas, al tiempo que aplicaba algunos de los fundamentos del cubismo (sobre todo, la fractura de los planos y la distorsión de la forma).
En los límites de la sociedad: los años 20
“El beso” (1922). En Artenea.
“Vivo en los límites de la sociedad, y las reglas de la sociedad no se aplican a aquellos que viven en el límite”, comentó Tamara de Lempicka en una ocasión. Siempre se consideró un ser especial, privilegiado, y se preocupó de crear y mantener una relación estrecha con los círculos más aristocráticos de la vanguardia de su época. Es en 1922 cuando añade el “de” a su nombre, y cuando empieza a modificar y a construir su nueva biografía. De Lempicka era habitual en los salones literarios, donde la cocaína, el hachís y el alcohol corrían por doquier. Como comentó en su día Jean Cocteau, la artista adoraba “el arte y la alta sociedad en igual medida”. La bisexualidad de la propia artista, ampliamente tolerada en los círculos en los que se movía, queda fielmente reflejada en muchas de sus obras. Los cuadros de la artista no dejan lugar a dudas en la celebración del cuerpo femenino en toda su potencia y su solidez, y en las demostraciones de amor y atracción sexual entre mujeres.
“La Bella Rafaela” (1927). En christies.com
Obras como "Grupo de Cuatro Desnudos" (1925) o "La bella Rafaela" (1927) muestran superficies totalmente ocupadas por primeros planos de desnudos femeninos, en posiciones abiertamente sexuales y con ese estilo plano, geométrico y delineado que ha convertido al arte de Tamara de Lempicka en el paradigma del Art Déco. La incluencia de los maestros del siglo XIX queda patente en estas obras, claramente relacionadas con la pintura de Ingres o de Manet: al igual que su "Olympia", Rafaela era una prostituta de Marsella (que fue también amante de la artista). Pero a diferencia de la mujer retratada por Manet, en la obra de Lempicka Rafaela se muestra viril y voluptuosa, totalmente ajena a la mirada masculina y a su juicio. Al mismo tiempo, la artista realizó un gran número de retratos de personajes de la aristocracia, gracias a la venta de los cuales pudo mantener su exclusivo nivel de vida.
Éxito, separación y guerra: la húida a EEUU
“Autorretrato en un Bugatti verde” (1929) En grada.es.
En los años 20, las pinturas de Tamara de Lempicka vam haciéndose con el favor de una gran parte de la aristocracia y la alta sociedad. Pero es a finales de esta década y a principios de los años 30 cuando alcanza su mayor éxito. En 1929 pinta uno de sus cuadros más famosos, “Autorretrato en un Bugatti verde”, obra que se ha convertido en el icono más famoso y reconocible de la pintura Art Déco. En el lienzo, la pintora mira desafiante a la cámara y se muestra a sí misma en una posición habitualmente ocupada por hombres. El cuadro fue un encargo para la portada de la revista de moda alemana Die Dame y es un compendio del estilo único y personal de la artista: superficie totalmente cubierta, zonas geométricas y delineadas, reflejos metálicos que hacen casi imposible distinguir entre el metal y los tejidos, y un desafío evidente a la mirada masculina. El éxito va seguido de una época oscura para Tamara de Lempicka: ese mismo año se divorcia de su marido, y en 1933 sus encargos empiezan a escasear por causa de la crisis económica derivada de la Depresión.
"La sagesse" (1940-41). En artnet
En 1939, de Lempicka contrae matrimonio con el barón Raoul Kuffner. La pareja se muda a los Estados Unidos, con la II Guerra Mundial a punto de estallar. La artista escoge un destino acorde a sus aspiraciones y modo de vida: Hollywood. Sin embargo, la recepción que los Estados Unidos deparan a la artista no es la que ella esperaba; en su nuevo hogar se la consiera una pintora “de fin de semana”, que usa el arte como entretenimiento. En 1949 vuelven a mudarse, esta vez a Nueva York; allí, la artista sigue pintando en un estilo más inspirado en los antiguos maestros que el que reflejan sus obras de los años 30. También se dedica al interiorismo, creando proyectos para las casas de algunos personajes de la alta sociedad.
Últimos años en México
En 1962, la galería Lola's Gallery de Nueva York inaugura una exposición con la obra de Tamara de Lempicka. La crítica acoge la muestra con frialdad, pero la artista sigue no deja de trabajar. Ese mismo año, su marido fallece repentinamente y ella se desplaza a Houston para estar más cerca de su hija, que tiene su residencia en la ciudad. En sus últimos años de Lempicka decide trasladarse a México, país que se convirtió en su último hogar y que siempre llevó en su corazón.
En 1972, el Museo de Luxemburgo de París organiza una exposición con su obra que vuelve a despertar el interés del público, haciendo que la artista se reconcilie con la crítica. En 1980, Tamara de Lempicka fallece; y por deseo propio, su cuerpo es incinerado y las cenizas esparcidas en las faldas del volcán Popocatepetl.
Exposiciones
The many faces of Tamara de Lempicka (2019)
“Los muchos rostros de Tamara de Lempicka” es el nombre que la Kosciusko Foundation de Nueva York escogió para su retrospectiva sobre la artista. La muestra permitió al público admirar una amplia selección de pinturas y dibujos, que documentaban la vida de la artista durante los casis seis años que pasó en la capital estadounidense.
Tamara de Lempicka: Reina del Art Déco (2015)
El Palacio de Gaviria de Madrid organizó en 2019 una gran exposición sobre la “Reina del Art Déco”, con el objeto de despertar de nuevo el interés del público de la capital por la pintura de la artista. La retrospectiva reunió más de 200 obras en total, prestadas por cerca de 40 colecciones públicas y privadas y ambientadas con magníficos objetos de diseño de la época.
Libros
“De Lempicka”. Giles Néret. Ed. Taschen.
La editorial alemana Taschen realiza una excelente labor recopilatoria en este imprescindible manual sobre la obra de Tamara de Lempicka. En él, historiador, periodista y conservado de arte Gilles Néret enmarca la obra de la pintura en la memoria colectiva de los años 20 y en la historia general de las mujeres artistas.
“Passion by Design. The art and times of Tamara de Lempicka (Revised)”. Kizette de Lempicka-Foxhall. Ed. Abbeville Press.
Nadie como su propia hija, Kizette de Lempicka, para hacer un fascinante análisis de la personalidad de la artista: a día de hoy, este libro sigue siendo la mejor recopilación de la vida y la obra de Tamara de Lempicka. La nueva edición está ilustrada con excelentes reproducciones de sus obras más famosas e incluye documentos excepcionales sobre la artista; entre ellos, fotografías privadas de los álbumes familiares. La introducción corre a cargo de Marisa de Lempicka, bisnieta de la pintora.
“Tamara de Lempicka”. Virginie Greiner y Daphné Collignon. Ed. Planeta Cómic.
Nada mejor que el arte para ilustrar (o recrear) parte de la vida de Tamara de Lempicka. En este caso, es el arte de V. Greiner y D. Collignon, creadoras de una novela gráfica llena de belleza y pasión. Un libro que refleja el talento, la libertad y la poderosa personalidad de la artista en forma de ficción.
- Tamara de Lempicka: Biografía, obras y exposiciones - - Alejandra de Argos -