Alejandra de Argos por Elena Cue

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La obra de Francisco de Goya goza de fama universal por su espectacular calidad, su modernidad y su compromiso. El maestro de Fuendetodos fue un pionero en técnica y temática; un inconformista en una sociedad en la que nunca llegó a encajar, pero que se rendió a su arte deslumbrante.

 

"El tiempo también pinta"

 

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“El pintor Francisco de Goya”. 1826. Óleo de Vicente López Portaña. Museo del Prado

 

El Museo del Prado es una de las mejores pinacotecas del mundo. Y si hay unas salas que atraen a los visitantes como un imán, esas son las que albergan las obras de Francisco de Goya: uno de los pintores más importantes, carismáticos e iconoclastas de la historia de la pintura, a nivel mundial. Sus Pinturas Negras y sus series de grabados despiertan admiración por su sorprendente modernidad y su ruptura con los cánones; sus lienzos costumbristas, sus retratos y sus pinturas religiosas deslumbran por la luz que emiten y por la contemporaneidad de su pincelada, que las convierte casi en obras preimpresionistas. Su concepto del arte trascendió el del mero reflejo de lo que le rodeaba, interpretando su obra como algo en constante evolución: “el tiempo también pinta”, dijo en más de una ocasión.

El caso de Goya es casi único en la historia del arte, equiparable solo al de maestros como el Greco o William Turner. Es la historia de aquellos artistas que huyeron de las escuelas de su época, en pos de un arte que no sería comprendido hasta muchas décadas después. Porque las intenciones de su arte eran otras, muy distintas a las de sus coetáneos. En sus propias palabras: “sus cualidades excepcionales las malogran esos maestros amanerados, que siempre ven líneas y jamás cuerpos. Pero, ¿dónde encuentran líneas en la naturaleza? Yo no distingo más que cuerpos luminosos y cuerpos oscuros, planos que avanzan y planos que se alejan, relieves y concavidades”. Palabras que podrían suscribir muchos artistas de las vanguardias del siglo XX, escritas más de ciento cincuenta años antes.

 

Un aprendizaje precoz y un temprano viaje a Italia

 

Francisco de Goya nace en Fuendetodos (Zaragoza) el 10 de marzo de 1746. El arte corre por las venas del pequeño, hijo de un maestro dorador y una infanzona de casa noble. A mediados del siglo XVIII, Zaragoza es una ciudad rica y poderosa donde la construcción de iglesias y conventos es un negocio floreciente. Los retablos, imágenes y tablas que adornan los templos necesitan de artesanos que los nutran, motivo por el cual el padre de Francisco cuenta con un trabajo estable y decide impulsar las aspiraciones de sus hijos por el mismo camino. El futuro pintor de la Corte dará sus primeros pasos frente al papel y el lienzo de la mano de José Luzán Martínez, quien le tomará como alumno a los 13 años. La influencia de este maestro, formado con pintores napolitanos, será decisiva en la atracción que sentirá Goya por los pintores italianos. De Luzán pasa a seguir su aprendizaje con Francisco Bayeu; a los 17 años se presenta a un concurso para obtener una Pensión de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que le es negada. En 1766 se presenta a otra oposición de la Academia, viéndose de nuevo rechazado.

 

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“El motín de Esquilache" (Ca. 1766). En Fundaciongoyaenaragon.es

 

Las obras atribuidas a Francisco de Goya de esa época son escasas; se conservan algunas pinturas de temática religiosa, pero sobre todas destaca el lienzo "El motín de Esquilache" (ca. 1766). Una pintura coral, que refleja un momento real de gran intensidad y relevancia social y despliega algunas de las futuras constantes de su obra: uso teatral de las luces y las sombras, pincelada suelta, colores vibrantes, movimiento y un evidente interés por el equilibrio y laa composición. En 1770 el joven artista viaja a Italia, donde nace su pasión por las máscaras, las costumbres populares y el teatro callejero: una pasión que entronca con su atracción por los rostros y las figuras grotescas. Durante el viaje, Goya decide pintar un cuadro con el título "Aníbal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes" (1770), para presentarlo al concurso promovido por la Academia de Parma. Si bien la obra obtuvo buenas críticas, la potencia y el “escaso realismo” de los colores no convenció al jurado. El estilo arriesgado, personal y vibrante del arte de Francisco de Goya destaca ya por su modernidad, frente al evidente academicismo de sus colegas.

 

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“Aníbal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes". 1770. Fundación Selgas-Fagalde.

 

Primeros pasos hacia el éxito. Frescos y cartones

 

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Detalle de la decoración de la Capilla del Palacio del Conde de Sobradiel, en Zaragoza (1.770). En Archivo Barboza Grasa – Barbozagrasa.es

 

A su vuelta de Italia y con solo 25 años de edad, el joven pintor asume su primer gran encargo: pintar un fresco en una de las bóvedas de la Basílica del Pilar de Zaragoza, aplicando las técnicas aprendidas durante su viaje. Esta obra le consigue más contratos: frescos para iglesias y palacios y retratos de la aristocracia aragonesa, sobre todo. Es durante esa época cuando pinta los lienzos que decoran la capilla del Palacio del Conde de Sobradiel. Su trabajo le gana una cierta fama y una posición estable, factores que consiguen que su antiguo maestro, Francisco Bayeu, le permita contraer matrimonio con su hermana Josefa. De los siete hijos del matrimonio solo el más joven, Francisco Javier Pedro, sobrevivirá hasta convertirse en adulto. El alma atormentada del artista, que más adelanta aflorará en las Pinturas Negras, los "Caprichos" y los "Disparates", se ve alimentada por este hecho.

 

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"El cacharrero” (1779). Cartón para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara.

 

En 1775 tiene lugar un hecho crucial que cambiará la vida de Francisco de Goya. El primer pintor del rey Carlos III, Anton Raphael Mengs (que también triunfó pintando en otras cortes europeas), le llama para que diseñe y pinte cartones para los tapices de la Real Fábrica de Santa Bárbara. Los primeros los entrega ese mismo año: un total de nueve obras, que servirán como guía para sendos tapices cuyo destino será San Lorenzo del Escorial. Goya prosigue con su producción, y al año siguiente comienza otra serie de cartones, en este caso con imágenes para la colección de tapices del Palacio del Pardo. Entre 1778 y 1780 el artista trabaja y reside en la corte, lo que le proporciona la oportunidad de entablar amistad con el Conde de Floridablanca (entonces secretario de Estado). Esta y otras relaciones, junto su innegable talento y la originalidad de sus obras, le garantizan un trabajo estable: Goya dará entonces los primeros pasos para convertirse en el futuro Pintor de la Corte. En 1780 presenta su lienzo "Cristo en la Cruz" como aval para entrar en la Real Academia de San Fernando y es admitido por unanimidad.

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"Cristo en la Cruz” (1.780). Museo del Prado.

 

Una carrera en alza: Jovellanos, Ceán Bermúdez y la Ilustración 

En aquellos tiempos, el arte y la pintura se caracterizan por su férreo academicismo. La larga sombra neoclásica planea sobre los artistas, que deben ceñirse a corsés inamovibles y estereotipados basados en reglas con siglos de antigüedad. Francisco de Goya se rebela contra estas imposiciones y elige su propio camino, algo que caracterizará su obra y su actitud durante casi toda su vida. La década de 1780 le trae fracasos y éxitos; desde el rechazo de público y académicos a los frescos sobre la Virgen para la Basílica del Pilar, hasta la acogida sin ambages del lienzo "La predicación de San Bernardino de Siena" (1873), creado para un altar de San Francisco el Grande. Con su fama ya bien asentada, Goya se dedica a retratar a importantes familias e integrantes de las clases altas como el Duque de Osuna o el Conde de Floridablanca. De hecho, la protección de los duques de Osuna le granjea numerosos encargos.

 

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"San Bernardino de Siena predicando ante Alfonso V de Aragón” (1.781-83) Basílica de San Francisco el Grande.

 

El espíritu inquieto de Goya le arrastra hacia determinados ambientes, personajes e ideas que se convertirían en fundamentales durante toda su vida. En esa época entabla amistad con Gaspar Melchor de Jovellanos y con el coleccionista de arte Juan Agustín Ceán Bermúdez. A través estas relaciones su carrera como pintor continúa en ascenso, gracias a los numerosos encargos que le consiguen. Sin embargo, estos encargos no son en absoluto lo más importante que recibe de sus amistades: ellos le abren las puertas de los círculos de intelectuales y reformistas, que en aquellos tiempos abogaban por traer la Ilustración a España. Es un descubrimiento que marcará al artista, que se identifica de inmediato con los nuevos puntos de vista sobre la educación y la política. Son momentos críticos y reveladores, que también afectan a su pintura; sus lienzos empiezan a abandonar los conceptos ideales y perfeccionistas en busca del expresionismo, representado por lo desmesurado y lo grotesco. Sin saberlo, Francisco de Goya se convierte en uno de los precursores de un movimiento que no tardaría en despertar en Europa: el romanticismo.

 

Enfermedad, desnudos y guerra. Tiempos de realismo

 

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"La maja vestida"(1.800-1.807). Museo del Prado.

 

1792 es un año negro en la vida de Francisco de Goya. Durante un viaje por Andalucía, sufre una terrible enfermedad que le deja sordo. La sordera le acompañará hasta su muerte e inundará de negro muchos de sus pensamientos y lienzos. El pintor se vuelca en el arte y realiza una serie de cuadros de tamaño pequeño, con fuerte presencia de la tragedia y el crimen. Sin embargo, como el Ave Fénix Goya vuelve a renacer de sus cenizas y en 1795 se convierte en Director de Pintura de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Prosigue con su actividad como retratista de la nobleza; tras quedarse viuda, la Duquesa de Alba se convierte en una de sus protectoras más poderosas. El artista sigue desarrollando su atracción por lo grotesco, lo popular y la crítica social en sus grabados, lo que queda patente en los "Caprichos" (1799). En esa época pinta también sus famosísimas obras "La Maja Vestida" y "La Maja Desnuda", que posteriormente le acarreará las iras de la Inquisición.

  

09. El Tres de Mayoby Francisco de Goya 

“Los fusilamientos del 3 de mayo” (1813-14). Museo del Prado.

 

El estallido de la Guerra de la Independencia (1808-1814) obliga a Goya a posicionarse de lado del gobierno, si bien continúa su producción crítica con series como "Desastres de la Guerra". En 1812 fallece su mujer, Josefa, y se cree que es entonces cuando comienza una relación con Leocadia Zorrilla. Terminada la guerra, mantiene su trabajo como pintor del rey y de la nobleza, llegando a retratar a Fernando VII, un monarca al que no quería ni respetaba. A pesar de su rechazo frontal al absolutismo del “rey felón”, Goya solo muestra sus dibujos y estampas críticas con el régimen a sus amigos de mayor confianza. Su prudencia termina por no ser suficiente para protegerse: en 1815, la Inquisición abre un proceso contra él por su obra La Maja Desnuda. Incansable, prosigue con su producción de aguafuertes con dos series emblemáticas: la "Tauromaquia" y los inacabados "Disparates".

 

10. Disparate de carnaval

“Disparate de Carnaval”. Aguafuerte Nº 14 de la serie “Disparates” (1.815). Museo del Prado.

 

Últimos años. La Quinta del Sordo y muerte en Burdeos

 

11. Francisco de Goya Saturno devorando a su hijo 1819 1823

“Saturno devorando a su hijo" (1819-23). Museo del Prado.

 

En 1819 Goya tiene ya 73 años. La enfermedad, la sordera y su decepción con el gobierno absolutista, sumado a los problemas con la Inquisición, han hecho mella en su cuerpo y su espíritu. Ese año adquiere una propiedad en Madrid que será conocida como La Quinta del Sordo, de la que se enamora por sus vistas y su amplio terreno. La enfermedad vuelve a atacar al anciano pintor, que vuelve a revivir para dejar su canto del cisne en las paredes de la quinta. Hablamos de las famosísimas Pinturas Negras, donde vuelve a incidir sobre los temas que siempre anidaron en lo más fondo de su arte: la muerte, la destrucción del hombre por el hombre, la degradación por el paso del tiempo y el mal que se esconde en el alma humana. En 1824, Goya se exilia voluntariamente a Burdeos en un intento de alejarse del gobierno absolutista, al que despreciaba y temía. En su exilio le acompañan su pareja, Leocadia Zorrilla, y sus dos hijos: el viejo pintor considera a Rosario como su propia hija y le instruye en el arte de la pintura.

 

12. la lechera de burdeo

“La lechera de Burdeos” (1827). Museo del Prado. 

En 1826 logra obtener la jubilación y vive sus últimos años tranquilo y acomodado, entregado a su obra gráfica, que enriquece con series como los "Nuevos Caprichos", y otras de grabados de temática taurina. De entre su producción final destaca la pintura "La lechera de Burdeos", realizada en 1827, un año de su muerte, una obra que deslumbra por el libre uso de la pincelada, el encuadre, la composición y la temática. El lienzo despliega una sorprendente libertad creativa y pictórica, que prefigura el impresionismo de maestros como Renoir o Manet. Hay que decir también que hoy día, el cuadro despierta cierta polémica; algunos expertos dudan de la autoría del pintor español y sugieren la posibilidad de que fuera realizado en realidad por Rosario, su alumna. En 1828 Francisco de Goya muere en Burdeos, dejando a las generaciones posteriores una obra única en el mundo, plena de libertad creativa, modernidad, compromiso social y belleza.

 

Exposiciones

Goya en Madrid (2014-15)

 

Los cartones que Goya pintó para realizar tapices se consideraban hace tiempo como “obras menores”. Sin embargo, se trata de magníficas pinturas que revelan la mano indómita del maestro, prefigurando movimientos que llegarían décadas después. El Museo del Prado realizó una completa exposición de estos cartones, mostrándolos con los de otros artistas de la época junto con las pinturas y esculturas que le sirvieron como modelo e inspiración.

 

Goya: The Portraits (Los Retratos) (2015)

 

La National Gallery de Londres se rindió en 2015 a la deslumbrante obra del maestro de Fuendetodos. La exposición que organizó entonces mostró al público setenta retratos pintados por Francisco de Goya. Retratos que, en palabras de la institución, “demuestran su valiente y poco convencional punto de vista, así como su increíble habilidad a la hora de captar la psicología de sus modelos”. La muestra incluyó pinturas, dibujos y miniaturas, muchas veces nunca vistas antes en la capital británica.

 

Goya y la Corte Ilustrada (2017)

 

El Museo de Bellas Artes de Bilbao organizó esta muestra, en colaboración con el Museo del Prado y la Fundación La Caixa. La selección incluyó noventa y seis obras que reflejan la actividad del maestro de Fuendetodos, durante sus años de pintor de corte. La exposición permitió al público admirar obras tan célebres como La gallina ciega o El pelele, dentro de la primera muestra dedicada al pintor aragonés en la capital vizcaína.

 

Masters of Spain: Goya & Picasso (2018)

 

La obra de Francisco de Goya compartió espacio con otro grande del arte español, Pablo Picasso, en esta exposición organizada por el Polk Museum of Art de Florida (EEUU). En las salas del museo norteamericano se pudieron ver más de 50 obras de arte del pintor, incluyendo la famosa serie Tauromaquia. Estas piezas se expusieron en compañía de varias piezas creadas por Picasso sobre distintos soportes: desde cerámica hasta cartón. Las obras fueron cedidas en su mayoría por la institución The Art Company, situada en Pesaro (Italia).

 

Dibujos de Goya. “Solo la voluntad me sobra” (2019)

 

De nuevo, en 2019 el Museo del Prado dedicó una parte de su calendario expositivo a la obra de Francisco de Goya. En este caso, la muestra partió de los trabajos de investigación y documentación realizados para el nuevo Catálogo razonado que el museo tenía intención de publicar, a partir de un convenio firmado por el Prado y la Fundación Botín. Fue la primera vez en la que se reunieron más de 300 dibujos realizados por Goya, procedentes del propio museo y de colecciones de todo el mundo.

  

Libros

 

Goya y sus críticos. Nigel Glendinning. Ediciones Complutense, 2017.

Nigel Glendinning fue un reconocido estudioso de la obra de Francisco de Goya. Este libro, escrito en 1977 y vuelto a publicar en 2017, constituye el primer documento que estudia al artista y a su creación a través de la contextualización de su obra en la época. El autor, fallecido en 2013, fue un pionero a la hora de reflejar distintos análisis y estudios, realizados sobre la obra del pintor a lo largo de las décadas. El libro suma otros estudios posteriores del propio autor, así como textos de otros expertos. En general, este libro está considerado el estudio más completo realizado hasta la fecha sobre la obra del artista.

  

Francisco Goya. Vida y obras. Valeriano Bozal. TF Editores. Madrid, 2005

Valeriano Bozal es un reconocido experto en la obra de Francisco de Goya, cuya contribución podemos encontrar en libros de referencia, como la nueva edición de estudio de Nigel Glendinning (sobre estas líneas). Su libro Francisco de Goya. Vida y obras es un texto relevante, entre otras cosas por el innovador y original punto de vista que aporta sobre las pasiones y obsesiones del pintor. El estudioso comienza el libro con la frase: “Goya no nos presta sus ojos, abre los nuestros. Hacia el pasado, hacia el presente”. Articulada en dos volúmenes, es una obra imprescindible para adentrarnos en el mundo personal y en la convulsa época de un artista irrepetible.

Goya en las literaturas. Leonardo Romero Tobar. Ed. Marcial Pons, 2016

El profesor de arte Leonardo Romero Tobar ha realizado un gran trabajo con este estudio, una monografía bien organizada y comentada que arroja nueva luz sobre la obra de Francisco de Goya. El texto constituye una extensa colección de referencias bibliográficas comentadas, una magnífica contribución para cualquier estudioso sobre la obra del artista. Lejos de tratarse de una colección de citas y textos del maestro, el libro constituye una compilación de referencias que añade un interesante análisis de la obra, los intereses y el contexto del pintor.

 

- Francisco de Goya. Biografía, obras y exposiciones -                        - Alejandra de Argos -

Tamara de Lempicka nunca renunció a su independiencia y su libertad. Ambas estuvieron a su alcance gracias a su talento para la pintura, que le dio fama y fortuna en su época. A día de hoy está considerada la Reina del Art Déco, y sus pinturas forman parte de las mejores colecciones públicas y privadas de todo el mundo.

 

Una artista en constante reinvención

 

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Tamara de Lempicka pintando “Susana en el baño” (1938). En crfashionbook.com

 

Tamara de Lempicka no siempre fue una artista reconocida. Durante su juventud y parte de su madurez, sus pinturas alcanzaron un gran reconocimiento; de hecho, fue una de las pocas mujeres que consiguió vivir de su trabajo como artista. Pero en sus últimos años, su obra perdió el interés de la crítica frente al auge del expresionismo abstracto norteamericano, ajeno a cualquier acercamiento a lo figurativo. Sin embargo, en décadas posteriores la obra de Lempicka ha sido reivindicada y recuperada, siendo en la actualidad una de las artistas más cotizadas del siglo XX. Su vida y su personalidad son una incógnita en parte: la mitomanía inherente a su carácter le empujó a crearse una historia propia, en la que la realidad convive con la invención.

Pero lo que sí es real es la potencia, la solidez y la innovación que sus pinturas aportaron a la escena pictórica de la primera mitad del siglo XX. Sobre todo, sus retratos y sus desnudos femeninos se han convertido en el paradigma iconográfico del movimiento Art Déco, siendo hoy día objeto de deseo por parte de celebridades y coleccionistas. Porque Tamara de Lempicka tenía muy claro quién era. Y sobre todo, quién aspiraba a ser. “Fui la primera mujer que hizo pinturas claras y evidentes; y ese fue el secreto del éxito de mi arte. Entre cien cuadros, es posible distinguir los míos. Y las galerías comenzaron a ponerme en sus mejores salas, siempre en el centro, porque mi arte atraía al público”. Algo que sigue siendo cierto: hoy, las obras de Tamara de Lempicka atraen a miles de visitantes en museos y exposiciones por su sorprendente modernidad, su armonía y su cualidad atemporal.

 

Infancia en Rusia: primer contacto con los clásicos

 

Es complicado establecer la fecha concreta del nacimiento de Tamara de Lempicka. Su afán de reinventarse su propia historia le empujó a difuminar sus datos biográficos, hasta el extremo de confundir a los expertos. Sin embargo, son muchos los biógrafos que coinciden en indicar que nació en 1898 en Varsovia, Polonia; mientras que según la artista, su nacimiento tuvo lugar en Moscú, Rusia en 1907. Lo que sí es cierto es que su padre, un abogado ruso bien situado, se mudó con su familia a San Petersburgo cuando la artista era aún una niña.

 

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La Sagrada Familia (1527-1528), Agnolo Bronzino. La Polonaise (1933),Tamara de Lempicka. En artsy.net.

 

Durante su infancia, el primer contacto que mantuvo con el arte supuso un fuerte impacto en la joven personalidad de la pintora en ciernes: su abuela, perteneciente a la aristocracia, se la llevó de viaje por Italia en 1911, cuando solo tenía 13 años. La artista lo contaba así en años posteriores: “De repente, me encontré con obras pintadas en el siglo XV por artistas italianos. ¿Por qué me gustaron tanto? Porque eran tan claras, tan nítidas…”. Las líneas limpias y las superficies saturadas características de los manieristas italianos ejercieron una poderosa influencia en su arte. Una influencia que, de hecho, Tamara de Lempicka nunca dejó atrás.

  

La huída a París y los años de formación artística

 

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“Retrato de Irena Kleinman” (1915) y “Retrato de un jugador de polo” (1922). En widewalls.ch

 

A pesar de su evidente pasión por el arte, la futura pintora no dio sus primeros pasos en la pintura durante su adolescencia. Como era habitual en la época y en la clase social acomodada a la que pertenecía, con apenas 18 años se casa con el abogado ruso Tadeusz Lempicki y tiene una hija, Kizette. Es un año de lujo y glamour: la pareja triunfa en salones y recepciones poco antes de la irrupción de la Revolución Rusa, en 1917. Entonces, las cosas cambian de manera radical: Lempicki es encarcelado y consigue su libertad gracias a la insistencia de su joven esposa, que no duda en recorrer instancia tras instancia, oficina tras oficina, para conseguir su excarcelación. La familia vuela a Dinamarca y después a París, donde Tamara de Lempicka se enfrenta con nuevos enemigos: la falta de ese dinero y esos lujos a los que ambos estaban acostumbrados. Su hermana Adrienne, que vivía en París por entonces y estaba plenamente integrada en la modernidad de la ciudad (que abogaba por la liberación de la mujer y su equiparación con el hombre en derechos y obligaciones) le da el mejor consejo de su vida: “haz una carrera y no tendrás que depender de tu marido”.

Posteriormente, de Lempicka se definiría en varias ocasiones como una artista autodidacta. Sin embargo, durante su juventud estudió en varias instituciones parisinas, desde la Académie de la Grande Chaumière (donde se formó con el simbolista Maurice Denis) hasta la Académie Ranson, fundada por el fauvista Paul Ranson. También pasó largas jornadas en el Museo del Louvre, empapándose de la obra de los maestros. Pero sin duda su mayor mentor fue el fauvista André Llhote, de quien absorbió e interiorizó la habilidad para plasmar volumen solidez en las formas, al tiempo que aplicaba algunos de los fundamentos del cubismo (sobre todo, la fractura de los planos y la distorsión de la forma).

 

En los límites de la sociedad: los años 20

 

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“El beso” (1922). En Artenea.

 

“Vivo en los límites de la sociedad, y las reglas de la sociedad no se aplican a aquellos que viven en el límite”, comentó Tamara de Lempicka en una ocasión. Siempre se consideró un ser especial, privilegiado, y se preocupó de crear y mantener una relación estrecha con los círculos más aristocráticos de la vanguardia de su época. Es en 1922 cuando añade el “de” a su nombre, y cuando empieza a modificar y a construir su nueva biografía. De Lempicka era habitual en los salones literarios, donde la cocaína, el hachís y el alcohol corrían por doquier. Como comentó en su día Jean Cocteau, la artista adoraba “el arte y la alta sociedad en igual medida”. La bisexualidad de la propia artista, ampliamente tolerada en los círculos en los que se movía, queda fielmente reflejada en muchas de sus obras. Los cuadros de la artista no dejan lugar a dudas en la celebración del cuerpo femenino en toda su potencia y su solidez, y en las demostraciones de amor y atracción sexual entre mujeres.

 

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“La Bella Rafaela” (1927). En christies.com 

 

Obras como "Grupo de Cuatro Desnudos" (1925) o "La bella Rafaela" (1927) muestran superficies totalmente ocupadas por primeros planos de desnudos femeninos, en posiciones abiertamente sexuales y con ese estilo plano, geométrico y delineado que ha convertido al arte de Tamara de Lempicka en el paradigma del Art Déco. La incluencia de los maestros del siglo XIX queda patente en estas obras, claramente relacionadas con la pintura de Ingres o de Manet: al igual que su "Olympia", Rafaela era una prostituta de Marsella (que fue también amante de la artista). Pero a diferencia de la mujer retratada por Manet, en la obra de Lempicka Rafaela se muestra viril y voluptuosa, totalmente ajena a la mirada masculina y a su juicio. Al mismo tiempo, la artista realizó un gran número de retratos de personajes de la aristocracia, gracias a la venta de los cuales pudo mantener su exclusivo nivel de vida.

 

Éxito, separación y guerra: la húida a EEUU

 

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“Autorretrato en un Bugatti verde” (1929) En grada.es.

 

En los años 20, las pinturas de Tamara de Lempicka vam haciéndose con el favor de una gran parte de la aristocracia y la alta sociedad. Pero es a finales de esta década y a principios de los años 30 cuando alcanza su mayor éxito. En 1929 pinta uno de sus cuadros más famosos, “Autorretrato en un Bugatti verde”, obra que se ha convertido en el icono más famoso y reconocible de la pintura Art Déco. En el lienzo, la pintora mira desafiante a la cámara y se muestra a sí misma en una posición habitualmente ocupada por hombres. El cuadro fue un encargo para la portada de la revista de moda alemana Die Dame y es un compendio del estilo único y personal de la artista: superficie totalmente cubierta, zonas geométricas y delineadas, reflejos metálicos que hacen casi imposible distinguir entre el metal y los tejidos, y un desafío evidente a la mirada masculina. El éxito va seguido de una época oscura para Tamara de Lempicka: ese mismo año se divorcia de su marido, y en 1933 sus encargos empiezan a escasear por causa de la crisis económica derivada de la Depresión.

  

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"La sagesse" (1940-41). En artnet

 

En 1939, de Lempicka contrae matrimonio con el barón Raoul Kuffner. La pareja se muda a los Estados Unidos, con la II Guerra Mundial a punto de estallar. La artista escoge un destino acorde a sus aspiraciones y modo de vida: Hollywood. Sin embargo, la recepción que los Estados Unidos deparan a la artista no es la que ella esperaba; en su nuevo hogar se la consiera una pintora “de fin de semana”, que usa el arte como entretenimiento. En 1949 vuelven a mudarse, esta vez a Nueva York; allí, la artista sigue pintando en un estilo más inspirado en los antiguos maestros que el que reflejan sus obras de los años 30. También se dedica al interiorismo, creando proyectos para las casas de algunos personajes de la alta sociedad.

 

Últimos años en México

En 1962, la galería Lola's Gallery de Nueva York inaugura una exposición con la obra de Tamara de Lempicka. La crítica acoge la muestra con frialdad, pero la artista sigue no deja de trabajar. Ese mismo año, su marido fallece repentinamente y ella se desplaza a Houston para estar más cerca de su hija, que tiene su residencia en la ciudad. En sus últimos años de Lempicka decide trasladarse a México, país que se convirtió en su último hogar y que siempre llevó en su corazón.

En 1972, el Museo de Luxemburgo de París organiza una exposición con su obra que vuelve a despertar el interés del público, haciendo que la artista se reconcilie con la crítica. En 1980, Tamara de Lempicka fallece; y por deseo propio, su cuerpo es incinerado y las cenizas esparcidas en las faldas del volcán Popocatepetl.

  

Exposiciones

Tamara de Lempicka (2015)

 

En el año 2015, la ciudad italiana de Turín recibió en préstamo el célebre retrato "Muchacha en verde" por parte del Centro Pompidou de París. Fue el detonante de una gran exposición retrospectiva de la obra de Tamara de Lempicka, que ocupó los espacios del Polo Reale y el Palazzo Chiablese.

 

The many faces of Tamara de Lempicka (2019)

 

“Los muchos rostros de Tamara de Lempicka” es el nombre que la Kosciusko Foundation de Nueva York escogió para su retrospectiva sobre la artista. La muestra permitió al público admirar una amplia selección de pinturas y dibujos, que documentaban la vida de la artista durante los casis seis años que pasó en la capital estadounidense.

 

Tamara de Lempicka: Reina del Art Déco (2015)

 

El Palacio de Gaviria de Madrid organizó en 2019 una gran exposición sobre la “Reina del Art Déco”, con el objeto de despertar de nuevo el interés del público de la capital por la pintura de la artista. La retrospectiva reunió más de 200 obras en total, prestadas por cerca de 40 colecciones públicas y privadas y ambientadas con magníficos objetos de diseño de la época.

  

Libros

 

“De Lempicka”. Giles Néret. Ed. Taschen.

La editorial alemana Taschen realiza una excelente labor recopilatoria en este imprescindible manual sobre la obra de Tamara de Lempicka. En él, historiador, periodista y conservado de arte Gilles Néret enmarca la obra de la pintura en la memoria colectiva de los años 20 y en la historia general de las mujeres artistas.

 

“Passion by Design. The art and times of Tamara de Lempicka (Revised)”. Kizette de Lempicka-Foxhall. Ed. Abbeville Press.

Nadie como su propia hija, Kizette de Lempicka, para hacer un fascinante análisis de la personalidad de la artista: a día de hoy, este libro sigue siendo la mejor recopilación de la vida y la obra de Tamara de Lempicka. La nueva edición está ilustrada con excelentes reproducciones de sus obras más famosas e incluye documentos excepcionales sobre la artista; entre ellos, fotografías privadas de los álbumes familiares. La introducción corre a cargo de Marisa de Lempicka, bisnieta de la pintora.

 

“Tamara de Lempicka”. Virginie Greiner y Daphné Collignon. Ed. Planeta Cómic.

Nada mejor que el arte para ilustrar (o recrear) parte de la vida de Tamara de Lempicka. En este caso, es el arte de V. Greiner y D. Collignon, creadoras de una novela gráfica llena de belleza y pasión. Un libro que refleja el talento, la libertad y la poderosa personalidad de la artista en forma de ficción.

 

 

- Tamara de Lempicka: Biografía, obras y exposiciones -                        - Alejandra de Argos -

Mucho después de su fallecimiento, Frida Kahlo ha terminado por trascender su propia realidad. De pintora revolucionaria, creadora de mundos íntimos y mujer torturada y engañada (pero también abierta al amor), la imagen de la pintora ha pasado a convertirse en un auténtico icono.Puede ser que incluso hasta el punto de caer en una peligrosa banalidad.

 

Un arte con alas para volar

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Frida Kahlo pintando “Retrato de la familia de Frida”. Foto: Juan Guzmán,1950-51. En historia.nationalgeographic.com.es

 

Mucho después de su fallecimiento, Frida Kahlo ha terminado por trascender su propia realidad. De pintora revolucionaria, creadora de mundos íntimos y mujer torturada y engañada (pero también abierta al amor), la imagen de la pintora ha pasado a convertirse en un auténtico icono. Puede ser que incluso hasta el punto de caer en una peligrosa banalidad. Pero los millones de imágenes de la artista que se han convertido en merchandising no anulan en absoluto el enorme poder de sus obras. El potencial y el talento de Frida Kahlo florecieron a través de la enfermedad, el sufrimiento y la postración. Suyas son las palabras “todo puede tener belleza, aún lo más horrible”. Además, fue capaz de convertirse a sí misma en una obra de arte con entidad propia, siguiendo la estela de otros artistas como Salvador Dalí.

Enraizada en su propia cultura y amante de la belleza (propia y ajena), su imagen y su persona experimentan un auténtico culto en la sociedad mexicana, donde su retrato incluso preside altares dedicados a los santos.  En vida, Frida Kahlo se enfrentó a una realidad terrible y empleó el arte para mostrar su sufrimiento: para superarlo y para aprender a vivir con él. Y no tuvo que ir muy lejos para crear su imaginario personal, admirado por artistas como André Bretón: en sus propias palabras, “nunca pinto sueños o pesadillas. Pinto mi propia realidad”.

 

Infancia, aprendizaje y tragedia. Los primeros años 

Magdalena del Carmen Frida nació en la célebre Casa Azul de Coyoacán, Ciudad de México, en 1907. Su padre, Guilermo Kahlo, había emigrado a México desde Alemania en 1890, a los 19 años. La madre de Frida, Matilde Calderón, fue la segunda esposa de Guillermo; con la primera, fallecida en 1884, tuvo otras dos hijas. Frida fue la tercera de los cuatro hijos que tuvo con Matilde. En su primera infancia la futura artista vivió en un ambiente de bonanza económica, fruto del ejercicio de su padre como joyero de la alta sociedad mexicana de la época y de su labor como fotógrafo, que emprendería tras su segundo matrimonio. Sin embargo, tras el fin del gobierno de Porfirio Díaz (conocido como “el porfiriato”), la familia comenzó a experimentar serios problemas económicos.

 

Casa Azul Frida Kahlo

La Casa Azul, actual Museo Frida Kahlo. En wikipedia.

 

En 1913 y a la edad de seis años, Frida enferma de poliomelitis y se ve obligada a guardar cama durante 13 meses; sería el primer contacto de la artista con la enfermedad, que se convertirá en una sombra permanente durante toda su vida. Aunque consigue recuperarse, su pierna derecha queda seriamente deformada. Sin embargo, la artista en ciernes comienza a demostrar su capacidad de superación desde muy joven y empieza a ayudar a su padre en su trabajo. La pequeña participa en tareas como el revelado o los retoques, y le asiste en la captura de imágenes: esta colaboración supone su primer (y fundamental) contacto con el arte.

En 1922 Frida Kahlo ingresa en la Escuela Nacional Preparatoria, donde entra en contacto con las ideas más progresistas de la época. Su inteligencia y su talento fueron su mejor defensa frente a las burlas ocasionadas por su cojera; su personalidad arrolladora se impuso y pasó a formar parte del grupo Los cachuchas, donde conoció a su primera pareja, Alejandro Gómez Arias. En 1925 el autobús en el que ambos viajan es arrollado por un tranvía: el accidente ocasiona a Frida múltiples fracturas en todo el cuerpo y agrava considerablemente los problemas ocasionados por la poliomelitis en su pierna derecha.

 

La pintura como salvación y medio de expresión

 

Paisaje Urbano Arquine

“Paisaje urbano”, Circa 1925. En arquine.com

 

Postrada en la cama, la joven recibe de su padre una caja de pinturas y pinceles. Es el comienzo de una pasión desenfrenada por el arte, que acompañará a la artista durante sus incontables épocas de postración y atenuará psicológicamente sus constantes dolores, que no le abandonarán hasta la muerte. En palabras de la propia Frida, empezó a pintar la cama “con un corsé de yeso que iba desde la clavícula a la pelvis”, con la ayuda de “un dispositivo muy chistoso”: un artilugio ideado por su madre que sostenía una tabla donde se colocaban los papeles.

En una de sus primeras obras, Paisaje urbano (circa 1925), es posible distinguir ya algunas de las constantes de la trayectoria pictórica de la artista. La pintura no es un fin en sí misma, si no un medio para explorar la realidad y mostrar una serie de sensaciones. El paisaje, anodino y austero, no es lo importante: según la escritora y biógrafa Araceli Rico, la obra muestra un espacio “estrecho, reducido a dimensiones inconcebibles […], un pequeño teatro donde se pusiera en escena su propia vida”.

 

La exploración de la identidad propia. Autorretratos

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“Autorretrato” (1930). En westwing.es

 

La obligada postración de Frida Kahlo le induce a investigar su propia persona, su cuerpo y su identidad. Un dispositivo de espejos colocado sobre la cama le permite comenzar su famosísima serie de autorretratos, realizados a lo largo de toda su vida. En principio, las obras muestran el retrato austero de una mujer de intensa mirada; con el tiempo, los autorretratos reflejarían también emociones descarnadas, sufrimientos, pasiones y deseos. Estas obras convertirían a Frida Kahlo en un “objeto de deseo” por parte del movimiento surrealista liderado por André Breton. Sin embargo, ella nunca se vio como una pintora surrealista: en sus propias palabras, “el Surrealismo no corresponde a mi arte. Yo no pinto sueños o pesadillas sino mi realidad, mi propia vida”.

 

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“Las dos Fridas” (1939). En inbal.gob.mx

 

A lo largo de su vida, la exploración de la identidad propia fue una constante en la obra de Frida Kahlo. Además de los autorretratos, el tema más habitual en su trayectoria, la pintora reflejó también su ascendencia familiar y a sus amigos, parejas y allegados. En todos ellos se combinan los colores potentes y primarios, característicos de la cultura plástica y estética de México, con la expresión de sus emociones a través de metáforas visuales: collares de espinas, animales, sangre, lágrimas, corsés… Su primer autorretrato se lo dedicó a su pareja, Gómez Arias, quien se distanció de ella tras el accidente. Aunque Frida sufrió intensamente con la ruptura (mientras el joven abogado quitaba importancia a su relación), nunca dejó de mantener contacto con él.

 

Diego Rivera. El amor y el despecho

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“Diego y yo” (1949). En i.pinimig.comm

 

El accidente que destruyó el esqueleto de la pintora nunca fue un obstáculo para su actividad social y cultural. Frida frecuentó desde su juventud los círculos artísticos y políticos de Ciudad de México; a través de la fotógrafa Tina Modotti entra en contacto con el pintor muralista Diego Rivera, que sería el amor de su vida y con quien mantendría una relación caracterizada por la pasión, el desencanto, los celos y las infidelidades. La artista retrató a su pareja en distintas ocasiones y escribió sus sentimientos hacia él en su diario. Frases como “Siento que desde nuestro lugar de origen hemos estado juntos, que somos de la misma materia, de las mismas ondas, que llevamos dentro el mismo sentido”, dejan clara la intensidad del amor que Frida sentía por Diego. Un amor poderoso, pero también destructivo.

 

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“Autorretrato con collar de espinas” (1940). En matadornetwork.com

 

En 1929 y a la edad de 22 años, Frida Kahlo se casa con Diego Rivera, que entonces tenía 43. Fue “la boda entre un elefante y una paloma”, en palabras de la artista. Durante los años siguientes ambos residen en La Casa Azul y pasan temporadas en los EEUU. En esta residencia, y más adelante en la actual Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, la pareja mantiene una intensa vida cultural y social caracterizada por su compromiso político con los ideales de izquierdas. De hecho, entre 1937 y 1939 darían asilo a León Trotski y a su esposa, perseguidos por Stalin. La relación de Frida y Diego pasa por innumerables altibajos a causa de las infidelidades del muralista, a las que la artista decide responder con sus propias aventuras. Se divorcian el 1939 para volver a casarse en 1940, esta vez con el compromiso de mantener vidas sexuales abiertas.

 

Últimos años. Una década de actividad, pasión y sufrimiento

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“Sin esperanza” (1945) En es.blastingnews.com

 

Los años 40 fueron para Frida Kahlo una década de intensa actividad artística. Durante mucho tiempo se pensó que su figura había quedado eclipsada en vida por la poderosa presencia de Diego Rivera; si bien la pintora no alcanzó entonces la fama de su esposo, lo cierto es que su obra fue reconocida por artistas como André Bretón, Picasso o Kandinsky, entre otros. En 1938, la Galería Julien Levy de Nueva York organiza su primera exposición individual y empieza a participar en muestras colectivas. Su obra se expone en México, París, Nueva York, Boston y otras capitales norteamericanas. En 1942 entra a formar parte del Seminario de Cultura Mexicana en calidad de miembra fundadora, y en 1943 se incorpora como maestra a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda. En 1953, año previo a su fallecimiento, la Galería Lola Álvarez Bravo un exposición individual de su obra en Ciudad de México: será la única que se celebrará en el país en vida de la artista.

 

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“Los ojos de Frida” (1948) En bodegonconteclado.wordpress.com

 

Los problemas físicos y de salud de Frida Kahlo la mantienen postrada durante largas temporadas. La artista sigue su actividad pictórica y crea magníficos retratos, llenos de simbolismo profundidad y personalidad. Es el caso de Los ojos de Frida (1948), obra que refleja dos de las constantes de su pintura: el sufrimiento y la pasión por la tradición mexicana. El dolor y la cercanía de la muerte, que la artista siente cercana, son temas recurrentes en sus lienzos. En 1950 su salud empeora, a causa de una intervención en la columna que le causa importantes problemas; en 1954 la artista intenta suicidarse en dos ocasiones, incapaz de seguir aguantando el dolor. Ese mismo año, Frida Kahlo fallece a los 47 años de edad y es velada en el Palacio de Bellas Artes de la capital por los artistas e intelectuales mexicanos más importantes del momento, en un ataúd cubierto por la bandera comunista.

  

 

Exposiciones

Frida Kahlo (2010)

 

El Kunstforum de Viena organizó en el año 2010 una de las mayores exposiciones retrospectivas de la obra de la artista mexicana. En total, la muestra incluyó cerca de ciento cincuenta obras, entre ellas muchos de sus célebres autorretratos.

 

Frida Kahlo. Pinturas y dibujos de la colección de México (2016)

 

La conexión de Frida Kahlo con la Unión Soviética se remonta a su juventud. La artista siempre manifestó su compromiso con el comunismo, el trabajo social y los sectores más débiles de la sociedad. En 2016, la actual Rusia organizó una exposición en su honor en el Museo Fabergé de San Petersburgo: fue la primera vez en la que se mostró su obra en el país. La muestra incluyó cerca de 34 piezas, entre pinturas, dibujos y fotografías.

 

Frida Kahlo: "Me pinto a mí misma” (2017)

 

“Me pinto a mí misma porque es lo que mejor conozco”. Son las palabras con las que la artista justificaba su obsesión por el autorretrato. La muestra realizada en el Museo Dolores Olmedo de Ciudad de México reunió 26 obras pertenecientes a la colección del propio museo, que volvieron a su ciudad de origen aunque por tiempo limitado (ya que permanecen en constante cesión, formando parte de exposiciones en todo el mundo).

 

Frida Kahlo: Las apariencias engañan (2019)

 

El estilo único e inimitable de Frida Kahlo era, sin duda, una parte indisoluble de su propia identidad. Un estilo que la ha convertido en un icono plástico y estético omnipresente en el siglo XXI. La artista se definía en sus pinturas y su persona a través de la enfermedad, el compromiso político y la pertenencia a su cultura. La muestra organizada en el Museo de Brooklin fue la mayor inaugurada en los EEUU en los últimos diez años; además de pinturas, la selección incluía objetos personales, ropas y tesoros íntimos de la pintura, encontrados en el año 2004.

 

Libros

Frida Kahlo. Una biografía (Lumen Gráfica)

Esta biografía esta profusamente ilustrada con las evocadoras imágenes de María Hesse, ganadora del Premio de la Fundación Nacional del Libro Infantil y Juvenil de Brasil. Ha recibido críticas muy positivas y es el número uno en ventas en Amazon de su categoría.

 

“El diario de Frida Kahlo: un íntimo autorretrato”. Ed. La Vaca Independiente.

La vida y la personalidad de Frida Kahlo, así como su obra, no se pueden comprender en toda su magnitud sin leer su diario. Escrito durante los últimos diez años de su vida y encerrado bajo llave durante cerca de 50 años, es un testimonio crudo de los sentimientos privados de la pintora. Ilustrado por la artista con fantásticas acuarelas e impregnado de la pasión desenfrenada y destructiva que sentía por Diego Rivera, el diario está prologado por el escritor Carlos Fuentes y va acompañado de un ensayo de Sarah M. Lowe. 170 páginas de arte, emoción e intimidad.

 

“Frida Kahlo: detrás del espejo”. Gerry Souter. Ed. Numen.

Frida Kahlo se utilizó a sí misma como modelo de excepción para decenas de autorretratos. Precisamente son estas obras las que esconden y destilan la esencia de su vida, su historia y sus sentimientos. Son, sin duda, el mejor testimonio autobiográfico que podemos tener de la artista. La biografía redactada por Gerry Souter emplea estas obras y otros lienzos de la pintora mexicana para articular su historia. El escritor escribió posteriormente un segundo tomo, dedicado al pintor Diego Rivera.

 

“Frida Kahlo: fantasía de un cuerpo herido”. Araceli Rico. Ed. Plaza y Valdéss

La escritora Araceli Rico fue una de las que primero supieron ver la enorme importancia de la obra de Frida Kahlo en el arte mundial. Laas páginas de este libro desvelan palabra por palabra la tensión interna que siempre vivió la artista, la simbiosis que experimentó entre arte y vida; cuerpo y pintura. Un libro esencial para conocer a la persona y a la pintora, ambas atrapadas en un mismo cuerpo, amado y torturado.

 

“Frida en París, 1939”. Jaime Moreno Villareal. Ed. Turner

Interesante y determinante periodo en la trayectoria de la artista definida por André Bretón como "un listón alrededor de una bomba". Reconsruido a través de su propio testimonio.

 

 

 

- Frida Kahlo: biografía, obras y exposiciones -                        - Alejandra de Argos -

Joaquín Sorolla reflejó como ningún otro artista la luz del Mediterráneo, los jardines valencianos, la realidad social de la España de finales del siglo XIX y los retratos de la élite y la intelectualidad de la época. Con una obra tan prolífica como deslumbrante, sus lienzos hacen suyas las consignas del impresionismo, sin renunciar a una identidad personal que destaca en cada pincelada.

 

A la vida a través de la luz

 

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Joaquín Sorolla retratado por Gertrude Käsebier, 1908. En historia.nationalgeographic.com.es

 

“El arte no tiene relación con la fealdad o la tristeza. La luz es la vida de todo lo que toca; así que cuanta más luz haya en la pintura, más vida, más verdad, más belleza tendrá”. No es casualidad que Joaquín Sorolla sea conocido como “el pintor de la luz”. Los espectaculares efectos que el maestro valenciano imprimió a sus lienzos no han sido igualados aún por ningún otro artista. La búsqueda de la vida a través de la luz fue una constante en su trabajo, a menudo impregnado del brillo de las playas y paisajes de su tierra valenciana. Sin embargo, la obra de Sorolla no se limita a marinas, playas o figuras al borde del mar. Como pintor fue también un magnífico retratista y un singular captador de escenas costumbristas.

La magnitud de su producción es difícilmente igualable; su obra abarca casi tres mil pinturas, además de los más de veinte mil dibujos y bocetos que realizó a lo largo de su vida. Su prodigiosa memoria visual le permitió adoptar una de las consignas del impresionismo: captar instantes y exteriores efímeros y convertirlos en obras de arte. Sorolla era capaz de recordar la luz y el movimiento de una escena a partir de un solo instante, y de plasmar después dicha escena en su estudio. A día de hoy, las pinturas de Joaquín Sorolla atesoran toda la luz del mediterráneo en cada pincelada. Por su impresionante calidad y sus innovaciones, a día de hoy ocupan un lugar especial en las colecciones y pinacotecas más importantes del mundo.

 

La pintura, una vocación innata

 

Joaquín Sorolla y Bastida nace en Valencia en 1863. Cuando el futuro artista cuenta tan con dos años de edad, él y su hermana Eugenia pierden a sus padres, víctimas de la epidemia de cólera que asoló la ciudad. Los huérfanos son acogidos por sus tíos, que asumen su educación. Desde sus primeros años Joaquín muestra una pasión innata por el arte, el dibujo y la pintura. Su tío intenta inculcarle la afición por el oficio de la cerrajería, sin éxito; es el director de la escuela secundaria a la que acude quien se da cuenta de sus dotes, y quien sugiere que se forme en la Escuela de Artesanos de Valencia. Joaquín entra en la institución a los 13 años y dos años más tarde pasa a la Escuela Superior de Bellas Artes de Valencia. Ya entonces muestra unas aptitudes extraordinarias para el manejo de los pinceles y la plasmación de imágenes realistas, fuertemente influenciadas por los pintores valencianos de marinas (como Rafael Monleón y Torres, entre otros).

 

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Marina (1880). En Wikipedia

 

Una vez finalizados sus estudios, Sorolla entra en contacto con el pintor Ignacio Pinazo. Este le descubre una nueva forma de tratar la luz en la pintura, una nueva tendencia que ha conocido durante un viaje a Italia. Es el primer contacto del joven artista con el impresionismo: durante el resto de su vida, su obra se ceñirá a gran parte de sus consignas. Los fundamentos de esta escuela aparecen ya reflejados en sus primeras marinas, tres de las cuales enviará a Madrid para su participación en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1881. En esta época Joaquín Sorolla conoce al fotógrafo Antonio García, quien le daría trabajo en su laboratorio de revelado y con cuya hija, Clotilde García, terminaría casándose.

  

“Para darse a conocer, hay que hacer muertos”

 

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El grito del Palleter (1884). En wikioo.org

 

El encorsetado ambiente artístico de finales del siglo XIX en Valencia no se adapta al inquieto espíritu del joven pintor, que sin embargo se pliega a sus demandas para poder salir adelante. En el año 1884, la Diputación Provincial de Valencia convoca un concurso de pintura premiado con una beca para completar estudios en Roma. El tema de la convocatoria es la Guerra de la Independiencia de 1808. Sorolla se presenta con su obra Le crit del palleter (El grito del Palleter); el lienzo causa una honda impresión en el jurado, que le concede la beca. Sorolla recibe el premio con escepticismo e ironía, confesándole a un amigo y colega: “aquí, para darse a conocer y ganar medallas, hay que hacer muertos”.

La estancia en Roma descubre al artista la obra de los grandes pintores renacentistas italianos. Pero su admiración no se limita a los clásicos; también entra en contacto con el trabajo de Mariano Fortuny, cuyos lienzos ejercen una poderosa influencia en la futura obra de Sorolla. Dicha influencia queda clara en lienzos como Moro con naranjas, realizada en 1887. Desde Italia viaja a París, ciudad en la que adquiere una nueva conciencia social que se verá representada en muchas de sus futuras obras. En su temprana etapa italiana desarrolla la pincelada larga y potente que caracterizará su obra en los siguientes años. La presencia de la luz seguirá ganando importancia en sus lienzos; esto le valdrá serias críticas en España, donde se aún se da preferencia al tema en detrimento de la técnica o la innovación.

 

Luz y realidad social. En busca de un estilo propio

 

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Otra Margarita 1892). En wikipedia

 

En 1889, Joaquín Sorolla finaliza su etapa de becas y aprendizaje y regresa a España acompañado de la que es ya su mujer, Clotilde García del Castillo. Empieza su época de consolidación: el artista prosigue su búsqueda de un estilo propio, que empieza ya a aparecer en sus obras. Su trabajo combina la pasión por el reflejo del instante y la luz, característica del impresionismo, con aportaciones personales (como la pincelada larga y o el uso de tonos tierra y negros). El pintor también apuesta por reflejar temas de índole social y realista, lo que también le distancia del impresionismo que triunfaba en el resto de Europa. Un buen ejemplo es su obra La otra Margarita (1892), cuadro que representa a una reclusa que es llevada a prisión en un vagón de tren tras haber asesinado a su hijo. El título hace referencia al personaje de Margarita, una de las protagonistas de la novela “La historia del Doctor Fausto”, de Goethe. El ambiente opresivo y dramático el lienzo se ve acentuado por el uso de la luz y el reflejo de las expresiones de los personajes. Esta obra obtuvo el primer premio en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1892.

 

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La vuelta de la pesca (1894). En wikipedia

 

En los años siguientes Sorolla sigue ganando reconocimiento, con obras como ¡Y aún dicen que el pescado es caro! o La vuelta de la pesca, ambos pintados en 1894. Concretamente, este último trabajo marca el momento en el que el artista encuentra por fin esa forma de reflejar la luz que buscaba desde el principio, y que adoptará en sus futuras obras. Durante estos años, Sorolla alcanza el éxito y la popularidad: la pintura es adquirida por el Gobierno de Francia, obteniendo además la Medalla de Segunda Clase en el Salón de París de 1895.

 

En la playa. Pinceladas y reflejos sobre el mar

 

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Sol de la tarde (1903). En wikipedia.

 

Por consejo de su amigo Aureliano Beruete, Sorolla empieza entonces a trabajar como retratista. Alcanza un éxito considerable, llegando a pintar a algunas de las figuras más importantes de los ámbitos sociales, intelectuales y políticos del momento. Al mismo tiempo, el pintor y su familia pasan tres veranos en Jávea, donde realiza numerosos paisajes, marinas y escenas de playa. La presencia de bañistas, nadadores, niños en la orilla y barcos de pesca se convierte en una constante, dando lugar a obras como El sol de la tarde, de 1903 (considerada por el propio Sorolla como su mejor pintura).

  

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El bote blanco (1905). En historia-arte.com

 

Estos cuadros reflejan un trato magistral de la luz, el encuadre y el color, tan personal como único. Por una parte, su trabajo entronca con el impresionismo; pero al mismo tiempo se desmarca de él, a través de largas pinceladas y colores mezclados sobre la paleta. En 1905 pinta una de sus obras maestras, El bote blanco; y en los años sucesivos realizará cuadros más célebres y reconocidos, como Chicos en la playa, El baño del caballo o Paseo a la orilla del mar (todos ellos pintados en 1909).

 

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El baño del caballo (1909). En wikipedia 

 

Los paneles de la Hispanic Society: la obra de una vida

 

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Galería Sorolla en la Hispanic Society of America (pared norte). En hispanicsociety.org

 

1911 es un año crucial para Joaquín Sorolla. La Hispanic Society de Nueva York le encarga la realización de catorce paneles para decorar una de las salas de su sede (concretamente, la biblioteca). El pintor asume la ingente tarea con entusiasmo y realiza una serie de pinturas, donde se reflejan escenas que transcurren en distintas provincias españolas. El mismo pintor definirá este trabajo como “la obra de su vida” y le dedicará todo el esfuerzo de sus últimos años. En esta época, Sorolla reside y trabaja en Ayamonte, Huelva; desde allí, en 1919 envía un telegrama a su familia en el que anuncia que ha terminado el último cuadro. Al año siguiente, el pintor sufre un derrame cerebral que le incapacita para viajar a Nueva York, donde tenía pensado asistir al montaje y la inauguración de su obra. Este hecho hace imposible la entrega de los paneles y el cobro del trabajo.

  

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Galería Sorolla en la Hispanic Society of America (detalle de panel). En museothyssen.org

 

La Hispanic Society of America deberá esperar hasta el fallecimiento del artista en 1923 para liquidar el contrato, una vez conocido el testamento del pintor. En 1926 se inaugura por fin la sala, culminando un trabajo que resume a la perfección el estilo y la técnica del maestro. En las décadas siguientes, el advenimiento de las vanguardias y las nuevas escuelas pictóricas provocarán que la obra de Joaquín Sorolla pase a un discreto segundo plano. Sin embargo, en las últimas décadas del siglo XX renace el interés por sus pinturas, que a partir de entonces alcanzan precios astronómicos y se convierten en objeto de deseo para museos y colecciones privadas. A día de hoy, Joaquín Sorolla está considerado uno de los mejores artistas del siglo XX: el pintor que con más acierto supo captar la luz del Mediterráneo.

  

 

Exposiciones

Joaquín Sorolla. 1863-1923 (2009)

 

En el año 2009, el Museo del Prado organizó su primera exposición retrospectiva sobre la obra de Joaquín Sorolla. La muestra fue entonces la más importante de las que se habían celebrado hasta la fecha, tanto en España como en el extranjero: más de un centenar de obras se dieron cita en las salas del museo. Para la ocasión, la pinacoteca española recibió en préstamo el conjunto íntegro de los catorce paneles que Sorolla pintó en su momento como encargo para una de las salas de la Hispanic Society de Nueva York.

 

Sorolla: Un jardín para pintar. Fundación Bancaja Valencia (2017)

 

Un total de 120 pinturas de Joaquín Sorolla fueron seleccionadas en su ciudad natal para esta muestra, organizada por la Fundación Bancaja. Alejándose de las clásicas marinas y escenas de playa que constituyen sus obras más conocidas, la exposición se centró en la pasión de Sorolla por los jardines y su reflejo en la pintura. Según el artista, estos lugares contenían los “parámetros emocionales” tan buscados por él y por otros pintores de vanguardia.

 

Sorolla y la moda. Museo Thyssen-Bornemisza y Museo Sorolla (2018)

 

El Museo Thyssen-Bornemisza ofreció un punto de vista inédito en la exposición Sorolla y la moda, organizada en colaboración con el Museo Sorolla de Madrid. La selección de pinturas analizaba la influencia de la moda y las tendencias en el vestir en los lienzos del pintor: setenta obras, algunas de ellas nunca expuestas anteriormente, se mostraron acompañadas de una selección de atuendos, accesorios y prendas de la época. Las pinturas de Sorolla son una magnífica crónica de las tendencias y la moda de finales del siglo XIX y principios del XX, reflejadas con la maestría y la libertad de técnica que caracterizan la obra del pintor.

 

Sorolla, maestro de la luz. National Gallery de Londres (2019)

 

Esta retrospectiva constituye una de las exposiciones más importantes de la obra del pintor valenciano, al tratarse de una muestra organizada por una de las pinacotecas más importantes del mundo fuera de España. La National Gallery de Londres seleccionó para la ocasión sesenta obras maestras que recorren toda la trayectoria del pintor: desde escenas sociales hasta paisajes marinos, imágenes en la playa, retratos o jardines.

 

Libros

 

“Ocho ensayos sobre Joaquín Sorolla y Bastida”. VV.AA. Ed. Nobele.

Acertada reedición de 'Eight essays on Joaquín Sorolla y Bastida', publicado en 1909 con ocasión de la exposición celebrada aquel año en la sede de la Hispanic Society of América (Nueva York). La muestra recibió a cerca de 170.000 visitantes, lo que propició la publicación de los textos ante el éxito de la convocatoria. Según Blanca Pons-Sorolla, biznieta y experta en su obra, se trata de uno de los libros más importantes sobre su bisabuelo, que merece estar “en todos los museos y bibliotecas importantes del mundo".

Ocho ensayos sobre Joaquín Sorolla y Bastida disponible en Amazón.

 

“Sorolla. Obras maestras”. Blanca Pons -Sorolla. Ed. El Viso

El propósito de esta espléndida recopilación es convertirse en la publicación definitiva sobre Joaquín Sorolla y su pintura. El libro emplea fotografías en alta resolución con las mejores obras del artista, incluyendo aquellas que han sido restauradas en los últimos años. Blanca Pons-Sorolla se ha encargado personalmente de que las imágenes guarden la máxima fidelidad posible a las obras originales, además de ser la responsable de la selección y la redacción de los textos que las acompañan.

Sorolla. Obras maestras disponible en Amazón.

 

“Espistolarios de Joaquín Sorolla”. Ed. Anthropos Barcelona.

Este libro incluye los cinco centenares de cartas que Joaquín Sorolla intercambió con su amigo Pedro Gil Moreno de Mora, a quien conoció en Roma en 1885 durante su estancia y aprendizaje. A pesar de que fueron raras las veces en las que coincidieron en persona, ambos conservaron su amistad a lo largo de las décadas a través de la correspondencia. Las cartas son un documento de gran relevancia histórica, que desvelan la personalidad íntima del pintor así como sus inquietudes pictóricas y artísticas.

 

- Joaquín Sorolla: biografía, obras y exposiciones -                        - Alejandra de Argos -

Cuando en 1962 Andy Warhol presentó al mundo su obra Campbell's soup cans (Latas de Sopa Campbell), la pregunta era obvia: ¿por qué pintar latas de sopa? La respuesta, sin embargo, es tan deslumbrante como la trayectoria del artista: “Quería pintar la nada. Estaba buscando la esencia de la nada, y allí estaba”. Una nada que, en realidad, siempre estuvo llena de contenido. Porque reflejaba una sociedad de consumo rápido, fast food, disfrute inmediato, banalidad y pasión por la fama más efímera.

 

El hombre que pintó la nada

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Retrato de Andy Warhol. Oliviero Toscani, 1974. En yellowkorner.com 

 

Cuando en 1962 Andy Warhol presentó al mundo su obra Campbell's soup cans (Latas de Sopa Campbell), la pregunta era obvia: ¿por qué pintar latas de sopa? La respuesta, sin embargo, es tan deslumbrante como la trayectoria del artista: “Quería pintar la nada. Estaba buscando la esencia de la nada, y allí estaba”. Una nada que, en realidad, siempre estuvo llena de contenido. Porque reflejaba una sociedad de consumo rápido, fast food, disfrute inmediato, banalidad y pasión por la fama más efímera. Sobre estas bases, Andy Warhol creó un retablo deslumbrante que retrató a la sociedad occidental (y muy especialmente a la norteamericana) de los años 50, 60 y 70. Una obra incesante, prolífica y multidisciplinar que convirtió el proceso en arte y la intención en creación. Desde sus inicios como diseñador gráfico de éxito hasta sus incursiones en el mundo del cine y la producción artística en masa (de la que fue pionero y representante), la trayectoria de Andy Warhol marca un antes y un después en el desarrollo de la cultura occidental del siglo XX.

 

De Pensilvania a Nueva York. Los inicios en el diseño gráfico  

Andy Warhol nació en Pittsburg, Pensylvania en 1928 y fue registrado como Andrew Warhola. Durante su infancia y adolescencia sufrió una rara enfermedad neurológica que le provocaba sacudidas involuntarias, además de una afección que le generaba manchas rosadas en la piel. Dotado de una gran sensibilidad, el futuro artista aprendió a protegerse de la incomprensión de sus compañeros a través de seudónimos, disfraces y personajes imaginarios. El disfraz y el alter ego acompañarían a Warhol durante toda su vida, tanto en su propia persona como en la forma de retratar a sus modelos. En 1949 se gradúa en Diseño Artístico en el Carnegie Institute of Technology (hoy Carnegie Mellon Institute) y empieza a trabajar sin descanso. Es en ese momento cuando escoge Nueva York como su ciudad y su sede, algo que mantendría durante toda su vida. 

 

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A crop of Unknown Male with Stamps (c. 1958). Fotografía: Andy Warhol/The Andy Warhol Foundation for the Visual Arts, Inc. En theguardian.com

 

El talento creativo de Andy Warhol (Andrew Warhola se quedaría para siempre en Pensilvania) no tarda en convertirle en objeto de deseo por parte de grandes firmas como Columbia Records, Vogue o Tiffany & Co., para quienes crearía escaparates y vallas publicitarias. Una vez asentado en la ciudad como diseñador gráfico de éxito, Warhol decide desarrollar su amor y su capacidad para la creación artística. En 1952 la Hugo Gallery organiza su primera exposición, titulada Quince dibujos basados en la obra de Truman Capote. En los años siguientes sus dibujos experimentan una intensa evolución gracias a la incorporación de distintas técnicas fotográficas, aprendidas en su trayectoria en el mundo publicitario. Dicha evolución no pasa inadvertida ante los expertos del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), que deciden incluir una obra de Andy Warhol en su primera exposición colectiva.

 

Años 60 y 70. La explosión de la cultura Pop

 

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Campbel’s Soup Cans (1962). MoMA, Nueva York. En storehouseofmemory.blogspot.com

 

Warhol está considerado el artista pop por excelencia. Su pasión por la publicidad y su residencia en Nueva York, uno de los epicentros de esta corriente artística, hicieron inevitable formara parte de la explosión pop que marcó tendencia en la época. Junto con nombres como Richard Hamilton (una de cuyas obras dio nombre al movimiento), Roy Lichtenstein o Tom Wesselman, su obra se enfrentó al expresionismo abstracto creando imágenes radicalmente distintas. Y lo más importante: imágenes con un contenido cargado de significado social. Inspirándose en la cultura que les rodeaba y a la que pertenecían, los artistas crearon un universo de colores planos, contornos recortados, ausencia de texturas o pinceladas y reproducciones mecánicas. El objetivo: producir arte, de la misma manera que una fábrica produce objetos en masa. No es de extrañar que Warhol llamara The Factory (La Fábrica) al estudio de arte que inauguró en 1962 y mantuvo hasta 1984 en tres sedes distintas. Durante las décadas de los 60 y 70, el artista creó allí algunas de sus obras más emblemáticas: desde las Campbell’s Soup Cans hasta las Marilyn Monroes, o sus impactante serie Stars, Death and Disasters.

 

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Imagen de una exposición de la serie Stars, Death and Disasters (1962-64), con las obras Race Riot y Pink Race Riot. Foto: Gene Pittman. En walkerart.org

 

The Factory: arte producido en masa

The Factory (o The Silver Factory, en referencia al papel de plata que decoraba paredes y techos) tuvo su primera sede en la quinta planta del número 231, East 57th Street. La frenética actividad que se desarrollaba en el espacio justificaba el nombre. Como comentaría el músico y compositor John Cale: “Allí se producían en cadena las serigrafías de Warhol. Mientras alguien hacía una serigrafía, otra persona rodaba una película”. Por aquel estudio pasaron cientos de personas, muchas de ellas celebridades o personajes fundamentales en la cultura y la contracultura del momento: David Bowie, Lou Reed, Nico, Jackeline Onassis o Mick Jagger, entre muchos otros. Warhol adoraba lo que él llamaba “la cualidad estelar” de las personas, algo que según su opinión todo el mundo atesoraba y que le llevó a crear un grupo conocido como Warhol Superstars.

 

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Silver. Andy Warhol con Edie Sedgwick y Chuck Wein en The Factory, 1965. Impresión en gelatina de Burt Glinn.

 

Todos querían ser una Superstar. El fotógrafo Dustin Pittman, colaborador habitual en The Factory entre 1969 y 1975, comenta: “Él te perseguía, y después pasaba de ti. Cuando Andy abandonaba a sus Superstars, se sentían mal. Todos querían que Andy cuidase de ellos, y sentían que tenían derecho a parte de su fama”. Pero la diversión, las drogas y la banalidad eran solo una parte de lo que sucedía en The Factory. Warhol rodó allí cientos de audiovisuales e hizo (y pidió que se hicieran) miles de fotografías. Sus documentos fílmicos están considerados hoy joyas del cine de vanguardia, clásicos postmodernos como Sleep (1963) o Chelsea Girls (1966). Acerca de esta película, el crítico cinematográfico David Bourdon escribió: “el cine underground ha encontrado finalmente su “Sonrisas y lágrimas” en “Chelsea Girls”.

 

Los años 80, una última década de genialidad

 

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“Retrato de Ingrid Bergman”. Andy Warhol, 1983. En rebloggy.com

 

A día de hoy, hay quienes piensan que la estrella de Andy Warhol decayó en los años 80. Sin embargo, muchos críticos y teóricos del arte contemporáneo consideran estos últimos años la etapa más seria y personal de su producción artística. Son años de colaboración con grandes creadores de la época, como Jean-Michel Basquiat o Francesco Clemente, y durante los cuales Warhol experimentó una suerte de vuelta a sus raíces. La repetición casi obsesiva de las imágenes se combina con la interposición de capas, que dotan a sus retratos de una sorprendente profundidad (como se puede apreciar en series como Retratos de Ingrid Bergman, de 1983). Muchas de sus obras adquieren un compromiso claro, reflejando el feroz mundo de la sociedad de consumo y la presión que las grandes corporaciones ejercen a través de la publicidad.

 

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“Untitled (Zenit ½)”. Andy Warhol y Jean-Michel Basquiat, 1984. En saketekilla.com

 

En sus últimos años, Andy Warhol volvió a coger el pincel. Influenciado por un nuevo y pujante movimiento artístico, el Neoexpresionismo, se inspiró en las obras de pintores como Keith Haring o Julian Schnabel para emborronar con la brocha las serigrafías e impresiones características de su obra. En los años previos a su fallecimiento en 1987, Warhol recortaba anuncios y noticias que proyectaba y dibujaba sobre papel, o pintaba directamente sobre periódicos. A partir de estas obras, posteriormente imprimía acetatos y creaba serigrafías. Son años de consolidación y de mezcla, en los que el artista fundió en un crisol su obsesión por el consumo desaforado, el brillo efímero de la fama y el poder de la información, con su amor por la pintura y el dibujo. La reflexión final de un creador que se dio cuenta de que el arte está en todo lo que nos rodea, y que la propia sociedad es arte en sí misma. Y que supo contárselo al mundo.  

  

 

Exposiciones

Andy Warhol: Pop, Power and Politics (2013)

 

En 2013 se organizó en el Parlamento de Escocia una gran exposición retrospectiva sobre la obra de Andy Warhol. La muestra llevó al país algunas de las piezas más emblemáticas del artista, piezas que nunca habían pisado antes suelo escocés. La selección exploraba la conexión entre la política y el poder, vista a través de la mirada pop art característica del artista. Entre otras, los asistentes pudieron ver piezas tan icónicas como la serie Flash – November 22 (1963), que refleja el momento del asesinato de John F. Kennedy.

 

“Sombras” de Andy Warhol (2016)

 

El Museo Guggenheim de Bilbao expuso en 2016 Sombras, una serie de gran formato creada por Andy Warhol a finales de los años 80. De concepción monumental, las obras son un reflejo de unas declaraciones que hizo el artista en su momento comentando que le gustaban “las cosas aburridas”. Se trata de un conjunto de ciento dos lienzos con impresiones serigráficas, creados en The Factory junto con sus colaboradores. Más que un centenar de piezas, Sombras es una sola obra dividida en partes y condicionada por el espacio donde se expone.

 

Warhol: El Arte Mecánico (2017)

 

La retrospectiva Warhol: El Arte Mecánico visitó en 2017 varias sedes de CaixaForum, con el objetivo de revisitar la trayectoria del artista a través de los cambios constantes que experimentó su producción. La muestra se comisarió haciendo hincapié en el proceso mecánico, despersonalizado y repetitivo del trabajo de Andy Warhol durante más de tres décadas.

 

Andy Warhol en la Tate Modern (2020)

 

La Tate Modern de Londres comenzó el año 2020 con una gran retrospectiva de la obra de Warhol, la primera organizada por la galería en los últimos 20 años. La muestra incluyó algunas de las piezas más conocidas del artista, como Campbell’s soup cans o Marylin Monroes, junto con piezas nunca antes vistas en el Reino Unido.

 

Libros

"Andy Warhol. Mi filosofía de A a B y de B a A”Andy Warhol. Ed. Tusquets.

A significa Andy. B es cualquiera que quiera hablar con él y “ayudarle a matar el tiempo”. Con esta excusa, el artista va desvelando al lector su visión de un mundo brutal, divertido, deshumanizador y apasionante. En las páginas del libro, Warhol reflexiona acerca de temas universales como el éxito, el dinero o la muerte y habla sobre algunas de sus grandes pasiones: el trabajo, las celebrities, las fiestas y la belleza.

 

"Famous for 15 Minutes: My Years with Andy Warhol”. Isabelle DuFresne. Ed. IUniverse.

Isabelle Dufresne, más conocida en The Factory como Ultra Violet, fue una de las personalidades más importantes y presentes en el estudio de Andy Warhol. Con la ayuda de su colaborador Black, la artista y performer cuenta en Famosa durante 15 minutos cómo fueron sus años con Andy Warhol. El libro incluye el relato de sus relaciones con personajes como Salvador Dalí o John Graham, pero también su experiencia en los rodajes y las proyecciones de las películas filmadas por el artista. Un libro fundamental para descubrir al verdadero Warhol a través de los recuerdos de una persona que le acompañó durante años, y que conoció todas sus facetas: la de creador compulsivo y aglutinador de talentos, pero también la de hombre de negocios y acaparador de dinero.

 

“Andy Warhol – Entrevistas. 1962-1987”. Ed. Blackie Books

Este libro es una recopilación de entrevistas realizadas a lo largo de los años de éxito de Andy Warhol, donde se reflejan todas las facetas que le convirtieron en uno de los creadores más misteriosos y fascinantes del siglo XX. Provocador e inteligente, contradictorio y manipulador, Warhol se muestra tan humano como atractivo: su arte fue el espejo donde se miraba constantemente una sociedad banal y brutal, de la que él formaba parte pero nunca dejó de examinar. 

 

“Warhol: A Life as Art (Inglés)”. Blake Gopnik

Su biografía con mayor número de ventas en Amazon.

 

 

- Andy Warhol: Biografía, obras y exposiciones -                        - Alejandra de Argos -

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